Steven J. Sotloff solo tenía 31 años. Era un periodista de raza. Trabajaba por su cuenta, era freelance, y no tenía miedo a nada. Por eso decidió adentrarse en el tumulto de Oriente Medio. Quería informar a pesar de ser consciente de los peligros que corría. Y quería vivir en primera persona lo que sucede en los fondos más oscuros de los conflictos. Sin embargo, sus objetivos se truncaron hace un año cuando fue secuestrado en el norte de Siria, donde informaba de las atrocidades del régimen de Bashar Al Assad. Hace poco pudimos verle. «La vida de este ciudadano estadounidense, Obama, depende de tu próxima decisión», había dicho un hombre enmascarado en un vídeo publicado en las redes sociales hace unos días mientras mostraba a Sotloff arrodillado junto a él, con la cabeza rapada y camiseta naranja, al igual que su compañero James Foley, también decapitado por los yihadistas del Estado Islámico en Siria. Steven Sotloff, natural de Miami, Florida, estudió periodismo en la Universidad Central de Florida. Trabajó para medios como «National Interest», «Time» o «Foreign Policy». Cubrió conflictos como el derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Morsi. El joven vivía en Bengasi (Libia). Desde allí se trasladó, en julio de 2013, a Siria para seguir trabajando e informar de la guerra civil en la que está inmerso el país. Un mes después desapareció. Aunque no se sabe con exactitud, se cree que fue secuestrado en los alrededores de Alepo, cerca de la frontera entre Turquía y Siria.