Adrián Bucio/ La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. A la derecha, hay colecciones de carros en miniatura y un casco de rescatista que, según su dueño, “si hablara diría muchas cosas”. A la izquierda, un cuadro dice “aquí no hay tele, calendario o celular; sólo el recuerdo de la felicidad”. Francisco López Guido está en medio, en su escritorio, en su cuarto de las memorias. Se trata de un espacio de su domicilio, ubicado en la colonia Vasco de Quiroga, en donde las fotografías que tapizan las paredes desprenden un aroma del pasado que se revuelve con el aire y traen cerquita, casi a los ojos, las historias que cuentan. En este sitio, y con motivo de su nombramiento para la Presea La Voz de Michoacán en la rama de Mérito a la Trayectoria, el periodista de 81 años, ex trabajador de esta casa editorial, autor de columnas como “Mientras usted duerme” y “Usted puede hacer lo que quiera porque al fin nadie le dice nada”, nos recibe para una entrevista con un vaso de agua y los recuerdos que tiene para contar. Señor López Guido, usted nació en la ex tenencia de Santa María de Guido, ¿cómo fue su niñez en ese lugar? Yo nací el 24 de enero de 1937. Me registraron en Morelia porque en ese entonces no había registro civil en Santa María. De la tenencia, yo me acuerdo de sus calles empedradas, el arroyo de agua cristalina, los granjenos. Mi mamá nos llevaba a comer tortillas y arroz y mole. Ahí es característico el buen mole. Y mi infancia fue muy rica; me dan pena los ricos que no tuvieron la riqueza de mi pobreza. Nos arremangábamos los pantalones cuando la calle se inundaba y nos poníamos a ayudarle a un señor con su carrito de nieve. Cuando volteábamos el carrito, él nos ponía la nieve en la mano y nosotros la lamíamos. Lo veíamos como un juego, como todo en la niñez.