Inés Alveano Aguerrebere Mi esposo ha insistido en que compremos un auto nuevo. Es consciente que después de unos años, los vehículos empiezan a fallar. Buscar alternativas me ha llevado a diversas consideraciones. En primer lugar, el nivel de seguridad del vehículo para viajes en carretera. Desde que aprendí hace algunos años el valor de las pruebas a los autos nuevos que hace Latinncap, no dejo de pensar en la importancia de tomar en cuenta las estrellas de seguridad de esta institución latinoamericana. 5 es el número mayor, y 0 es la peor de las evaluaciones. Brevemente explico que Latinncap hace pruebas de choques frontales y laterales, a 64 kilómetros por hora y analiza el efecto de los sistemas de protección, en los daños a los maniquíes de adultos y menores de edad que incorporan. No me detengo más, pero en su página de internet es posible conocer los resultados, así como los videos de prueba. En segundo lugar, es fundamental el costo. Nuestro presupuesto limitado, nos reduce las opciones disponibles. Uno de los responsables de Latinncap dijo en una conferencia hace unos años, que es mejor comprar un vehículo de años anteriores, con mejores niveles de seguridad, que uno nuevo, con menos estrellas. Es decir, es mejor un auto más equipado, pero seminuevo, que uno nuevo, pero con menos dispositivos de seguridad. Para mí, tiene sentido porque yo lo que busco con un auto (sobretodo lo uso para salir a carretera), es llegar cómoda y segura a mi destino, y no necesariamente presumir que lo compré. Sin embargo, hay algo que no consideré: es igual de importante tener una conducción segura porque ni el auto más caro del mundo, salvaría a nadie, en una colisión mortal (ya sea por la velocidad, o por el tipo). Los comerciales de vehículos (costosos o no), nos han hecho creer que dentro de ellos somos inmortales. Y es una de las cosas que debemos cuestionarnos como personas consumidoras de un bien. Lo aprendí de mis papás desde la infancia. En su momento, no entendía su utilidad. Me parecía fastidioso que, al permitirnos ver la televisión, me preguntaran qué vendía un anuncio, además del producto en cuestión. Fueran cigarros, refrescos, juguetes, perfumes, etc. De ahí sé que la industria automotriz promete calles vacías, popularidad, atractivo, estatus, felicidad, diversión, etc. Pero nunca pensé que también sería espejismo el que nos vendan la idea de que en un auto puedes ir a la velocidad que sea, y no te pasará nada. A pesar de ser una consumidora crítica, yo también caí en la trampa. Afortunadamente, organizaciones serias haciendo ciencia pueden orientarnos. Aún autos de la marca BMW pueden carecer de algunos sistemas de seguridad, como frenado autónomo de emergencia. Y aún los autos con mayores sistemas de seguridad, pueden ser mortales a ciertas velocidades. Entonces, ni un auto costoso nos salva de morir en un accidente en carretera. ¿Qué está en nuestras manos para intentar evitarlo? Conducción segura implica: 1. Que el número de personas en el vehículo sea igual o menor al de los cinturones de seguridad. 2. Que todas las personas se pongan el cinturón de seguridad (o usen un asiento infantil adecuado, en caso de ser menores de 12 años). 3. Reconocer las circunstancias del camino (por ejemplo, la presencia de ganado en posibilidades de cruce) y conducir con una velocidad moderada. 4. Disminuir la velocidad si hay peregrinos o personas en bicicleta. 5. Adaptar la velocidad a las condiciones de visibilidad: niebla, polvo, obstrucción, etc. No es lo mismo manejar de día, que de noche y sin luz del camino. 6. Adaptar la velocidad a las condiciones climáticas. La lluvia hace resbaloso el pavimento y eso dificultará un frenado eficiente. Si usted ha sufrido una pérdida de alguien debido a un accidente vial, espero considere este artículo de utilidad para prevenir una muerte más. Mientras tanto, yo seguiré pensando junto con mi esposo, si nos conviene cambiar el auto que tenemos. PD: Agradezco las aportaciones de Francisco de Anda Orellana para escribir este artículo.