La Voz de Michoacán Con las 231 víctimas de homicidio doloso reportadas como cifra previa por las autoridades estatales para junio, queda atrás toda esa presunción que aseguraba que la violencia ya estaba siendo contenida por un mes que había presentado ligeramente menos asesinatos que otros. Hasta el momento no hay operativo que valga ni estrategia que funcione de lleno; mientras se refuerzan regiones que controla el crimen organizado en Tierra Caliente y la Sierra Costa, las estadísticas de la Fiscalía General y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública nos muestran que también mantienen el control –y sus disputas- en las zonas urbanas, que son las que aglutinan -y por mucho- el mayor porcentaje de las víctimas de la violencia. A excepción de Zamora, en las urbes no existe una profunda y notable presencia de las fuerzas estatales y federales, que presuntamente actúan de forma coordinada en la materia. Y aún en Zamora esta presencia no ha logrado hacer todavía que la tendencia baje de manera rotunda y permanente. Por si fuera poco, los abrazos ya ni siquiera pueden servir como estrategia, pues los programas federales diseñados para atacar desde el tema social, como el caso de Sembrando Vida, no pueden ingresar en zonas donde sus operadores estarían en peligro. Así pues, en Michoacán, ni balazos ni abrazos están haciendo la tarea.