Jorge A. Amaral Esta semana, la dirigencia en Morelia de Movimiento Ciudadano presentó su “menú”, una nueva campaña propagandística con la que busca posicionarse entre gente cansada de las viejas recetas con grillos y chapulines y que más bien buscan nuevos platillos políticos, o los mismos, pero con nombres que los hagan lucir más progresistas y antojosos. Andrea Ávila Romano Muñoz, dirigente municipal, dice que a ese partido se le suele reconocer sólo por su color naranja o por el “nana-nana-ná, movimiento naranja” que volvió tan conocido un niño huichol. También lo conocemos por Samuel García y su influyente esposa. El menú que ofrece el partido de Yuawi al comensal político incluye platillos un tanto predecibles: “Tostadas de causas ciudadanas”, que, según dicen, traen de todo, menos ambición política; “Guacamole de México en paz”, para acompañar toda la moronga que la delincuencia nos receta a diario; “Frijoles de la olla de medicamentos”, porque hay algo que nunca debe faltar en un hogar mexicano: los frijoles y las tortillas. Esas son las entradas, y está bien, suena rico, aunque yo le agregaría unas “Tostadas de pata a los corruptos”. Los platos fuertes que el partido plantea están demasiado tibios, porque el tema de la seguridad quedó como entrada, cuando debería ser plato fuerte, lo mismo que la educación y el empleo. Con este menú, Movimiento Ciudadano nos marca su agenda, y vemos que ésta se calienta en baño maría: ofrece enchiladas de distintos sabores: derecho al internet, “amor es amor”, derecho a decidir y derecho a la felicidad, además de burritos de alto al acoso. Está bien, es importante seguir impulsando mayor inclusión y respeto a la comunidad LGBT, que se haga valer el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, que todos tengamos conectividad ahora que la pandemia nos mostró lo necesario que es el acceso al internet, y por supuesto que urge detener la violencia de género, que tiene en el acoso una de sus caras más comunes. Pero aunque esas son buenas opciones de plato fuerte, el menú se quedó a medias. Pareciera que el chef de Movimiento Ciudadano no quiere causar agruras a las personas equivocadas o prefiere mantener en el refri la carne echada a perder de los miles de muertos por la narcoviolencia, pareciera que no le importa mucho que la economía nacional esté hecha un manojo de espárragos marchitos. Como le digo: los platos fuertes que ofrece son necesarios, pero insuficientes, a menos que su agenda no dé para nada más. Ahora, si usted no quiere esas enchiladas sin chile y burritos tibios, puede pedir la que dicen que es la especialidad de la casa: “Mole de justicia social”. El partido dice que este platillo consiste en “prestaciones laborales para todos, bañadas en vacaciones y permisos de maternidad y paternidad con una guarnición de ingreso básico universal contra la pobreza”. No sé quién les dijo que eso era un mole, porque ni a adobo llega. Ese platillo, que cacarean como la especialidad, no es más que un atolito de demagogia para no admitir que dejan a un lado temas de gran urgencia. Aunque no es de extrañar: si la especialidad de la casa no fuera decirle al comensal político lo que quiere escuchar, no estarían en la función pública personajes como el gobernador de Nuevo León y su cónyuge. Ya llegamos hasta aquí, y para quitarse el mal sabor de boca, un postre. ¿Qué le parecen unos huchepos mágicos para regular la cannabis? No se exalte, si anda estresado, puede que le ayude a relajarse. También puede refinarse un chocolatito de jubilación. Pero es chocolate en agua, porque plantea algo que saben que no lograrán: que las amas de casa reciban un retiro digno. O bien, el plato más engañoso: “Buñuelos ciudadanos”, que dan sabor a que cualquiera puede ser candidato naranja. Eso es lo malo, porque por eso la política nacional es el asco que es, porque cualquiera con influencia, contactos y fondos puede ser candidato a cualquier cosa, como si hacer buñuelos fuera sencillo (inténtelo, y verá que hacer buñuelos es un arte infravalorado). Bueno, ese es el menú de Movimiento Ciudadano, y la verdad es que lo deja a uno con hambre. Recuerda esos locales bastante mamilas que ofrecen platillos sin mayor chiste pero con nombres rimbombantes para que el comensal incauto caiga. Aunque no son los únicos, dado que los demás partidos son como las señoras de las fondas del Mercado Independencia, que terminan cometiendo actos de total latrocinio y usted queda prácticamente ultrajado. Con todo y lo progre que pretende ser, a ese menú naranja le falta, porque en política son comunes las pellizcadas de lonja entre cómplices, platos de lengua en campaña, atolito de dedo para la opinión pública, sobras para el elector, todo ello acompañado de la moronga nuestra de cada día y pan de muerto. Esperaremos los tiempos electorales a ver qué ofrecen las demás fuerzas políticas, aunque la oposición no parece ofrecer más que sopa Maruchan porque no se les ve mucho, y en Morena están más preocupados por las corcholatas que por las bebidas, así que lo mejor será que cada quien prepare en casa sus alimentos con lo que tenga a la mano y para paliar necesidades: si a los torreznos de seguridad del gobierno federal les falta huevo, usted consuma mucha trucha para que los delincuentes no lo agarren desprevenido, porque los huevos están cada vez más caros: el kilo ha llegado hasta 21.50 en el gobierno de López Obrador. Si el nivel educativo está muy sope, póngase avispa con sus críos para que las mieles del conocimiento no les falten, y si la justicia social es un platillo que de plano no puede pagar, consuma semillas de girasol y arándanos, que fortalecen la memoria, para que lo tenga bien presente en 2024. Al tiempo Alito, ya silvaneando Al estilo Silvano Aureoles cuando emprendió una dizque cruzada para denunciar al gobierno federal por narcoestado, narcoviolencia y todo eso, ahora el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, hace lo propio. El jueves, el llamado Alito denunció al gobierno de Andrés Manuel López Obrador ante la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por lo que acusa como persecución política en contra de los partidos de oposición. Por medio de una carta dirigida a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, el líder del PRI aseveró que el gobierno federal está muy cerca de ser un gobierno autoritario, puesto que ataca a autoridades electorales, tribunales, instituciones, medios de comunicación y a todo aquel que exprese su desacuerdo con la actual administración federal. También acusó a Morena de usar dinero público y a las corporaciones de seguridad y procuración de justicia, como la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y la Fiscalía General de la República (FGR), para espiar y obtener información personal de manera ilegal y usar esos datos contra la oposición. Sin decir que él encabezó una campaña contra quienes votaran a favor, sí señaló que a partir del rechazo a la reforma eléctrica impulsada por AMLO, el gobierno inició una violenta campaña contra los integrantes de Va por México, pues recordó que Morena denunció a los diputados de oposición bajo el cargo de “traición a la patria” por votar en contra de la reforma. También señaló que en los últimos tres meses ha sido víctima de una “campaña violenta y difamatoria” encabezada por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien usa espacios de difusión oficial y recursos públicos para exponer audios sobre él y sus actividades. Siendo francos, lo que Alejandro Moreno dice sobre el gobierno federal no dista mucho de la realidad. Si lo vemos fríamente, sin apasionamientos políticos que nublen el juicio, no está mintiendo, todos hemos visto las embestidas oficiales contra la oposición, las reacciones de Morena contra legisladores de otros partidos que discrepan de la agenda que se les dicta desde Palacio de Gobierno. ¿Sabe qué es lo malo? Que lo dice él, pues su credibilidad ha sido puesta en duda por Morena, así que, ante el grueso de la opinión pública, Alejandro Moreno tiene pavimentado el camino hacia la indiferencia. Así pasa en un país donde no hay político limpio. Por cierto, el viernes por la noche se informó que el político priista tiene abierta una carpeta de investigación por distintos delitos. Esto me recordó mucho a Silvano Aureoles, que con folder y banquito en mano anduvo peregrinando. Sale a colación porque esta semana, el periodista Darío Celis, en el portal de noticias Nótese, justo hablando de usar la fuerza del Estado para ir contra los adversarios, saca a relucir que la “Procuraduría Fiscal de la Federación, que comanda Félix Arturo Medina, acaba de iniciar una querella contra el exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles. Fue apenas la semana pasada que le abrieron el expediente FED/FECOC/UEIDFF-MICH/0001783/2022. El asunto lo trae la Fiscalía Especializada en Control Competencial Unidad Especializada en Investigación de Delitos Fiscales y Financieros. Al parecer le quieren imputar al político perredista el delito de ingresos no declarados por más de 287 millones de pesos, recursos de procedencia desconocida que se ligan a empresas fantasmas, algunas de las cuales con oficinas en Petrarca, Polanco. Aureoles dejó el país hace varias semanas. Hasta donde se conoce se encuentra en Canadá. Lo tiene en la mira desde hace tiempo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador” (https://bit.ly/3yQj8YU). En fin, creo que hay que escuchar los mensajes, pero sin que nos influya quién es el mensajero ni para bien ni para mal, porque a lo mejor Silvano tenía razón, pero la reputación que él y su gobierno se ganaron en el estado lo precede. Es cuánto.