Rafael Alfaro Izarraraz Hablar de la migración hacia Estados Unidos es hablar de la frontera que en el mundo tiene el mayor número de cruces al año, tal vez ahora sea unos 500 millones de cruces anuales y más de la mitad cruces a pie. Se trata de la frontera más extensa, comparada con otras naciones que son receptoras de migrantes, como lo es EU. La frontera se extiende a lo largo de tres mil kilómetros de longitud. Tiene la característica de que los migrantes que más la cruzan son mexicanos, a pesar de una leve reducción de los flujos que se ha detectado recientemente en razón de las restricciones impuestas por el gobierno estadounidense (con información de los autores que se citarán más adelante). La migración mexicana hacia EU es un caso único en el mundo, aunque la migración como fenómeno social es algo tan antiguo como la humanidad. Ninguna nación tiene habitando en otra (en este caso familias de origen mexicano o mexicanas en Estados Unidos) a aproximadamente 40 millones de personas cuyas raíces familiares se encuentran en México. No existe otro país que esté por encima de México en cuanto que es el principal aportador en el mundo de migrantes, por encima de China y la India (Raúl Delgado y Humberto Márquez, en La migración mexicana hacia Estados Unidos a la luz de la integración económica regional: nuevo dinamismo y paradojas). Se trata de un tipo de migración que responde a factores como el desempleo, los bajos salarios, las crisis económicas, del lado mexicano, lo atractivo de los salarios en EU, pero también a elementos históricos como la relación asimétrica que ha sostenido México con Estados Unidos, en donde nuestro país se relaciona con EU como una potencia a la que se le brinda materias primas, recursos naturales y mano de obra cuyo valor de reproducción es más bajo comparado con la mano de obra estadounidense. La migración mexicana no ocurre por gusto sino porque desde hace siglos la población mexicana cumple una función en la economía de más allá del Río Bravo (Raúl Delgado y Humberto Márquez, en La migración mexicana hacia Estados Unidos a la luz de la integración económica regional: nuevo dinamismo y paradojas). Se deduce de lo anterior, el que los migrantes mexicanos se ocupan en empleos en los que la población estadounidense generalmente mira con desdén. No obstante, al ocuparse como vendedores de mostrador, lavaplatos, en tareas de limpieza en los hoteles, lavado de autos, en la construcción, como jardineros, en actividades agrícolas, en los supermercados, la diferencia del valor del salario entre México y Estados Unidos les permite, ahorrando por supuesto, contar con un dinero extra que envían a sus familiares en México, dicen Roberto Zepeda y Jonathan Rosen: ver artículo sobre Migración México-Estados Unidos: implicaciones de seguridad. No porque se ocupen en esos empleos quiere decir que sea mano de obra sin calificación en su conjunto. Una buena parte de los que migran cuentan con bachillerato, licenciatura y posgrado (Raúl Delgado y Humberto Márquez, en La migración mexicana hacia Estados Unidos a la luz de la integración económica regional: nuevo dinamismo y paradojas). Los dos autores citados hacen referencia a diferentes etapas que ha vivido la migración mexicana y la manera en que de alguna forma existen políticas que tratan de contener a esta migración histórica. Por ejemplo, citan la época en que se extendió el ferrocarril hacia el sur de EU y la necesidad de ocupar mano de obra mexicana. Luego, se requirió migrantes durante la guerra. El reparto de tierra en México disminuyó el flujo de la migración; con la industrialización ocurrió lo mismo. Se instauran en EU programas como el bracero que facilita la migración legal. A finales de los años sesenta empieza un periodo de migración ilegal que se recrudece con el fin del proceso de industrialización que se recrudece con el modelo neoliberal. Por último, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 cambian sustancialmente al migrante. Dos factores han incidido negativamente en la migración de mexicanos hacia EU y en general en el mundo: los ataques a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 y después, en 2004 y 2005, los ataques en Madrid y Londres, respectivamente. La migración empieza a asociarse con estos eventos en donde participan grupos de naciones expresamente generadoras de población migrante, sobre todo en el caso de Europa. Lo cierto es que la propaganda de las naciones afectadas lo extiende hacia la población migrante de naciones expulsoras de población. Habrá que recordar la manera en que Trump se refería a los migrantes mexicanos y centroamericanos. Esta situación ha impactado al fenómeno migratorio de manera negativa. Es mentira que el migrante ocasione efectos negativos en los países a los que se dirige, pues como apunta la siguiente nota: “... Para ilustrar la supuesta nocividad del impacto de la migración, conviene advertir... que según estudios recientes en EUA es muy discutible la creencia de que el migrante sea una carga para los servicios sociales, ya que la evidencia empírica muestra lo contrario, pues aporta más que lo que a cambio recibe. Mármora (2002) plantea que los inmigrantes aumentan la oferta de trabajo y contribuyen a la producción de nuevos bienes y servicios. Sin embargo, como reciben salarios inferiores al valor total de esos bienes y servicios, los trabajadores locales resultan beneficiados en su conjunto. Las ventajas que obtiene la economía del país receptor proceden de varias causas que las generan. En relación a la producción nacional de bienes, la inmigración inyecta una mayor productividad de la mano de obra local, que tiende a la especialización en la producción de aquellas mercancías, en las cuales es relativamente más eficiente. Esto favorece a su vez la producción en el consumo que también genera ganancias” (ver Ricardo Buzo: La migración de mexicanos indocumentados a Estados Unidos en los tiempos del terrorismo transnacional del siglo XXI). Mujeres y hombres extraordinarios…