Luis Sigfrido Gómez Campos Para la transición política de México en el 2024, el presidente López Obrador ha utilizado el término de “corcholatas” al referirse a los aspirantes con posibilidades de acceder a la presidencia de la república. Usó el término en alusión a una vieja anécdota de la época de Echeverría en que se referían al tapador y destapado para describir al acto de designación del candidato. “Ahora sí que ya no hay tapados, yo soy el ‘destapador’ y mi ‘corcholata’ favorita va a ser la del pueblo, esa es la regla. La gente va a decidir en su momento en forma libre, democrática”. Eso es lo que dijo el presidente durante una conferencia matutina en Villahermosa, Tabasco, y así adelantó la sucesión presidencial abriendo el juego de aspirantes que buscarán la candidatura de Morena para 2024. Sin embargo, pocos creen que el presidente no meta las manos en la designación del candidato de su partido. En cuanto a los usos y costumbres de la cultura política mexicana es probable que no hayamos cambiado mucho. Perpetuamos la vieja tradición de que el gran elector nos señale cual es el personaje que más nos conviene para darle continuidad a su propio proyecto. Es el último acto del que no logra desprenderse el presidente saliente, con la esperanza de prolongar su voluntad. Pero en la mayoría de los casos, el nuevo presidente impone su estilo y visión del país que quiere. Ahora bien, se usa el término corcholatas para especular respecto a los probables candidatos de Morena; es decir, el candidato oficial. Los otros partidos tienen su propia metodología y forma para referirse a sus precandidatos; al parecer, poco importa quiénes pudieran ser los prospectos de la oposición porque en el escenario político nacional no se alcanza a ver un personaje con la proyección suficiente para competir con el que será el candidato del partido en el poder. Las encuestas lo dicen. Aunque se ha tratado de incluir a otros personajes en la palestra de los posibles, en realidad, por las señales que ha mandado el propio presidente, en la actualidad se reducen a tres los más probables: Claudia Sheinbaum Pardo, actual jefa de Gobierno de Ciudad de México; Adán Augusto López Hernández, flamante Secretario de Gobernación y Marcelo Luis Ebrard Casaubón, Secretario de Relaciones Exteriores. Los demás al parecer están de relleno o no están en el ánimo del presidente de la república. Es el caso del Senador Ricardo Monreal Ávila, que por más que se apunta no lo incluyen en la lista de los posibles y ni siquiera lo invitan a las actividades políticas donde promueven la imagen de los otros aspirantes. Él ha alzado la voz para exigir piso parejo en el proceso de designación del futuro precandidato a la presidencia de la república, estar en la lista, aunque lo llamen corcholata, en este momento, es su mayor ambición. Otro suspirante que se la pasa haciendo ruido para ser tomado en cuenta, es el polémico petista José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña, quien es diputado al Congreso de la Unión por el Distrito 4 de la Ciudad de México, el cual en reiteradas ocasiones ha manifestado su deseo de participar para la presidencia del país. Se sabe que cuenta con el apoyo oficial del Partido del Trabajo, instituto que ha participado en coalición junto con Morena en repetidos procesos electorales. Noroña, quien es un habilidoso hablador, no se le puede tomar en serio como aspirante al cargo de presidente de la república, su comportamiento lo descalifica y, si acaso, puede ser utilizado como un provocador pendenciero de baja estofa por su propio partido. También han sido mencionadas como corcholatas por el presidente: Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y Tatiana Clouthier, quien se desempeña como Secretaria de Economía, así como Juan Ramón de la Fuente, embajador de México ante la Organización de las Naciones. Pero al parecer se trata de puro cascajo para taparle el ojo al macho porque siendo figuras públicas, a estas alturas del partido no se han trazado un perfil propio desde donde se pudieran proyectar para un cargo tan relevante. De los tres aspirantes serios a la presidencia el mejor preparado es, sin lugar a dudas, Marcelo Ebrard; sin embargo, es el menos manipulable y eso lo sabe el propio presidente, por lo que no asegura la continuidad del proyecto lopezobradorista, hecho que limita sus posibilidades reales de ser el candidato de Morena. De las otras dos corcholatas el Notario en retiro y exgobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, es el político más experimentado y con una mayor cercanía con López Obrador; mientras que la jefa de Gobierno de Ciudad de México, aunque parece asegurar la continuidad de la 4t, realmente no cuenta con los arrestos para ocupar la presidencia de México, aunque sabemos que en política nada es definitivo. Sería sano, para la política de este país, que los partidos que ahora son oposición contaran con políticos que pudieran contender decorosamente a este honroso cargo, por el bien de México. luissigfrido@hotmail.com