Jaime Vázquez Los hermanos Soledad y Mauro viven en lo alto de la colina. Mientras Mauro trabaja el campo, Soledad se encarga de los deberes en su pequeña casa que mira al pueblo de San Lucas, en la Tierra Caliente michoacana. San Lucas es un poblado como muchos otros en la región. Se come aporreadillo, se bailan los sones y los gustos calentanos, se canta a la mujer y a la luna, se juega a las cartas y se bebe alcohol entre amigos: calor y cielo abierto, atavismos y religiosidad, esperanza, violencia cotidiana en la desigualdad social. La tierra es una madre que apenas alimenta a sus criaturas con los frutos de la labranza. En San Lucas, Soledad y Mauro vivirán los contrastes de una existencia precaria, pobre. Aparecerán en la escena Alberto, el médico, y el duro campesino Roque, quien buscará poseer a Soledad como se busca la propiedad de la parcela; la mujer es trágicamente una extensión de la tierra. Con estos personajes y circunstancias, Xavier López Ferrer escribe su novela El rebozo de Soledad, que publica en 1951. En 1943, López Ferrer había regresado a San Lucas, terruño de sus padres y abuelos, después de titularse como médico en la Universidad Nacional. Nacido en 1919, López Ferrer heredaba la cultura de la región michoacana, y con ella en la memoria, escribió antes de El rebozo de Soledad otra novela, El gallero, historia de violencia, caciquismo y venganzas en tierras calentanas. En una fiesta en Huetamo, López Ferrer conoció a María Soledad García Corona, la bella veinteañera nacida en Pátzcuaro, conocida en el cine como Stella Inda. El 28 de enero de 1952 en los Estudios Churubusco de la Ciudad de México da inicio la filmación de El rebozo de Soledad, bajo la dirección de Roberto Gavaldón, quien había estrenado un poco antes La noche avanza, un film noir a la mexicana. Gavaldón y José Revueltas realizan la adaptación a la pantalla de la novela de López Ferrer, y sitúan la historia en un ficticio pueblo llamado Santa Cruz; les interesa mirar el mundo rural mexicano, sus claroscuros, la necesidad de los campesinos de sobrevivir cultivando la tierra, sus creencias y la falta de “instrucción” para la vida. La película se cuenta a partir de la visión de Alberto, el médico interpretado por Arturo de Córdova. Nos narra la alianza entre el sacerdote (Domingo Soler) y el médico, es decir, entre la fe y la ciencia, los valores religiosos y la razón, camino que puede ayudar a la gente del pueblo. El médico, atrapado entre el deber, el amor y la vocación de servicio, vivirá a su manera una toma de conciencia social que, es probable, haya sido aportación de José Revueltas a la historia, una página llevada al cine de su literatura del “lado moridor”. El rebozo de Soledad, con la espléndida fotografía de Gabriel Figueroa, reúne en los roles centrales a Pedro Armendáriz, Carlos López Moctezuma, Rosaura Revueltas, José Baviera y Jaime Fernández. La película se estrenó en el Cine Chapultepec de la ciudad de México el 14 de noviembre de 1952. Hace algunos años Ediciones Garabato de Viliulfo Gaspar Avellaneda publicó obras de Xavier López Ferrer. Merecerían reeditarse para revisitar esta literatura costumbrista, que retrata el habla cotidiana, la voz de los calentanos, el microcosmos de un mundo universal. En una parte de la novela, Soledad le explica a Alberto, el médico, la importancia que el rebozo tiene para su cultura. Alberto afirma: “Hasta ahora lo entiendo, Soledad. El rebozo es parte de la mujer, es tu coquetería, tu lecho de amor, abrazo de tu dueño, abrigo de tu cuerpo, cuna de tu hijo, mortaja de ti misma. Es la tradición de las mujeres de tu raza. Es el alma de México que te envuelve, Soledad”. Jaime Vázquez, promotor cultural por más de 40 años. Estudió Filosofía en la UNAM. Fue docente en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha publicado cuento, crónica, reportaje, entrevista y crítica. Colaborador del sitio digital zonaoctaviopaz. @vazquezgjaime