MATEO CALVILLO PAZ ¿Quién de los sufragantes en las elecciones presidenciales pasadas no votó por un presidente, por el Ejecutivo sino por un juez que da la impresión de estar en todos los pleitos de la vecindad? ¿O quién votó por un informador o comentarista que estuviera dando noticia cada mañana de todo lo que sucede en un gran país hasta los últimos rincones? Creo que todos los mexicanos votaron por el jefe del ejecutivo, el primer mandatario o servidor público, responsable de la gestión de la cosa pública para proteger la vida de cada ciudadano y conducir la nación a su paz total en el orden y la justicia, el progreso, el estado de derecho… Es bueno que el presidente quiera ser sencillo, ponerse al nivel de la gente, tomar su lenguaje para entenderlos y responder a sus necesidades y para elevarlos. Pero eso no significa asumir la incultura y las actitudes vulgares de las personas que no tuvieron la oportunidad de educarse porque los políticos prefirieron mantenerlos así, expuestos a la vulgaridad a la incorrección. El presidente, en un debate público de gran interés y altura, debe asumir los cuestionamientos e impulsar respetuosamente la reflexión y no salir con expresiones callejeras de adolescente, como decir: “safo”. Los honorables congresistas que habíamos visto con respeto y admiración, servidores de la nación y no mercenarios de un partido, incondicionales del presidente, deben promover la reflexión, el diálogo y el consenso en las grandes causas nacionales y no salirse del tema para juzgar la actitud del adversario y denostar. El morenista echó en cara al coordinador de la Cámara de diputados servir primero a su partido y él no sirvió México en un debate de altura sino a su presidente. La clase política de la mayoría trabaja con ahínco por ganar elecciones y por pintar de guinda a todo el país. Eso no es democracia ni preocuparse de los pobres y asesinados y buscar y la seguridad y la paz de México. AM no hace la tarea de presidente, responsable de la gestión de la cosa pública de la nación sino la tarea del jefe de información, de transmitir todos los chismes. De reportero, por eso viaja mucho, le gusta la novedad. Se ve que goza comentando lo que sucede en las mañaneras. Su trabajo efectivo más importante es, comentar los chismes. Le encanta la tarea de informador y comentarista. Le consume la mayor parte de energía y de tiempo. Pretende estar informado de todo y no tiene el conocimiento profundo, bien documentado que requieren los grandes problemas de la nación. A veces informa vaguedades, no está bien informado. No transmite los hechos objetivamente, también impone su opinión y se constituye en un juez de las personas, condena a la ligera y sin razón. Los que saben afirman que no informa, se hace propaganda. La luz de Dios Es una falta absolutamente grande o una actitud que traspasa el umbral de la cordura y sensatez, el desplante de soberbia de quien se cree que posee la verdad y establece la justicia y el derecho, el bien y el mal. La verdad y el bien dependen de Dios que creó todas las cosas como un cosmos, un orden universal. El es inmutable, es todo sabiduría y conocimiento. Es el fundamento de la verdad y el bien moral, Y los demás valores, conduce la historia y el universo en un orden perfecto. Esa mentalidad de pseudo mesías hace los tiranos, despóticos, autoritarios, caprichosos, con toda la ristra de defectos que se traducen en engaño y opresión del pueblo, en una muy triste infelicidad y desencanto, que luego se perpetúa como en Cuba. He escuchado el hondo sufrimiento de muchos cubanos. El ser humano es muy limitado en lo intelectual y pecador en lo moral. Es absurdo que se constituya en fundamento del orden de la república y del cosmos. Lo que puede trazar es un mundo voluble y contradictorio, destinado al caos y la destrucción. Si hace historia es la historia de un gran fracaso como habido muchas en la humanidad. Hay asuntos muy graves, trascendentes que requieren el estudio, la reflexión. Requieren la consideración madura y serena del presidente para llevar la nación a resolver sabiamente sus problemas y alcanzar sus metas para el progreso, en la paz. no pueden ser pragmáticos e inmediatistas, necesitamos hombres sabios, filósofos que estudian y reflexionan. (Si se comunican con el Señor de la historia, será lo máximo). Se requiere todo el tiempo para ser estadista y buen presidente. Debe acabar la guerra con los narcos de México antes que la guerra de Putin. No hace historia, la historia lo va a juzgar crudamente, sin retórica con objetividad absoluta. Al discurso populista le falta mucho para tomar en las manos los fracasos y la justa dimensión de los logros. En todo caso, de nada sirven los “otros datos”. Un juez se pronuncia sobre los hechos y las personas cuando tiene la información, después de madura reflexión. Al presidente no le toca juzgar y condenar a la ligera, sin fundamentos a sus adversarios, es un atentado contra la democracia, no hay justicia ni verdad. El presidente no es Anás, sumo sacerdote de los fariseos, puro y juez terrible. Por lo demás, los ciudadanos también tenemos una larga cola que nos pisen.