Jorge Ávila/La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. No sólo se trató del último día del mes, fue también una de las fechas más significativas para la grey católica. Como cada Jueves de Corpus, la Iglesia sale en procesión por las calles céntricas de Morelia, que en fechas como esta hasta parece volver en el tiempo y vestirse de Valladolid, lucir en toda su señorial magnificencia. A las seis de la tarde el sol todavía estaba en su esplendor y poco a poco la Plaza Valladolid se llenaba de sacerdotes, religiosas, seminaristas, adolescentes uniformados de algún colegio y fieles que poco a poco iban ocupando las sillas dispuestas frente al templete donde se llevaría a cabo la misa oficiada por el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos. Durante la celebración litúrgica aquello se volvió un mosaico de sombrillas que, aunque cubrían de los rayos del sol, nada podían hacer contra el calor que azotaba a la capital michoacana en una tarde en que ni una nube se asomó. Estoicos, las religiosas y sus hábitos y los sacerdotes y seminaristas con sus sotanas participaron en la ceremonia. En la Casa de las Artesanías, específicamente en los portales, decenas depersonas se escondían del sol tras los pilastrones. Incluso hubo quienes acarrearon hasta ese lugar las sillas que ocupaban en la plancha de cantera. Durante el sermón, el arzobispo dijo que “lo que puede transformar este mundo es la Eucaristía, el cuerpo y la sangre de Cristo que se hacen presentes para transformar a las personas, a la familia, la Iglesia, las organizaciones y las instituciones y transformar a la sociedad”. A las siete y media de la tarde, con el sol aún fustigando a los presentes, la procesión partió de la plancha de San Francisco para rodear la plaza y enfilarse por la calle Bartolomé de las Casas, subir por Juan José de Lejarza y enfilarse por la Avenida Madero, hasta el Templo de las Monjas. En esa estación, entre cánticos y vítores a Cristo rey, la procesión llegó. En ese sitio, el arzobispo oró: “Pidamos perdón por todas aquellas ofensas todo lo que hoy hacemos los hombres, todo lo que nos lleva a destruir la vida del otro, los abusos que hemos cometido contra la naturaleza. Paremos la violencia y las formas en que se destruye al ser humano, las formas como se agrede a la persona, los abortos, la eutanasia, no se respeta la vida en su origen natural. Por todo lo que hayamos ofendido a la vida, pidamos perdón”. Pero también oró por que se cuide el entorno natural, que se evite la contaminación, que se respete la biodiversidad y se salvaguarde el equilibrio ecológico. Acto seguido, el recorrido continuó sobre la Avenida Madero hasta el Templo de la Cruz, donde tuvo lugar la segunda estación. Mientras los adultos rezabanhincados sobre el pavimento aún caliente y los adultos mayores, en su mayoría mujeres, rezaban con plena devoción, algunas al borde del éxtasis, unaniña de no más de diez años se escabullía entre los feligreses para captar el momento exacto, el ángulo perfecto, para la fotografía que seguramente se perderá entre los cientos de imágenes que las personas suelen llevar en sus teléfonosmóviles.