Eduardo Zaragoza Zúñiga El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en México, UNICEF, presentó en mayo del 2021 su Informe Anual 2020, donde destaca los grandes desafíos en materia de derechos de la infancia y adolescencia, sumando las áreas de oportunidad para “reimaginar” el presente y el futuro de infantes y adolescentes en el país. Ese mismo Fondo en el año 2020 inició un nuevo programa de cooperación que establece las líneas de colaboración con el gobierno de México hasta el 2025. El cual busca contribuir a la conformación de una generación de infantes y adolescentes que reciban una atención integral desde sus primeros años de vida y que, como resultado, crezcan saludables, educados, libres de pobreza, protegidos contra la violencia y con acceso a oportunidades, en igualdad de condiciones. Para alcanzar esta visión, la oficina de UNICEF en México está centrando su trabajo para los próximos años en cuatro áreas estratégicas: Nutrición, Educación, Protección de la infancia y adolescencia, y Protección Social. Este Fondo presenta los siguientes datos: una de cada 3 niñas y niños de 6 a 11 años presenta sobrepeso y obesidad. 8 de cada 10 niñas y niños de 6° de primaria no alcanzan los logros esperados en las áreas de lenguaje y comunicación. 6 de cada 10 niñas y niños de 1 a 14 años han experimentado algún método de disciplina violenta. Desde la perspectiva de los diseñadores de viviendas, es necesario cuestionarse si lo que se está diseñando contribuye a disminuir o aumentar estas cifras impactantes; si los planeadores de la ciudad y generadores de política pública urbana tienen en cuenta estos datos y a estos actores tan importantes; si en la academia tenemos en cuenta esta realidad para preparar a nuestros profesionales y que atiendan estas necesidades urgentes, ya que los infantes y adolescentes serán los próximos adultos habitantes que se encargarán de nuestra sociedad y si ellos tendrán como premisa el bienestar común. Como punto de partida se pone sobre la mesa, la escala de la situación: Hay que mencionar que uno de cada 3 habitantes está en la niñez o adolescencia, esto equivale a más de 32 millones de habitantes en el país; a más de 1.5 millones habitantes de Michoacán; y, a más de 250 mil habitantes de la localidad de Morelia. Se hace énfasis en estas cantidades para darnos cuenta de la magnitud y del impacto que hemos generado o no sobre estos integrantes de nuestras familias. Mencionaremos los cinco puntos del por qué somos corresponsables los diseñadores en alcanzar o no estos objetivos para beneficio de la infancia y adolescencia, como ha dicho la UNICEF. En el primer punto de la salud, se deben considerar varios frentes: la posibilidad de habitar viviendas adecuadas que cuenten con los espacios necesarios para que cualquier ocupante de esta tenga su espacio privado apropiado para las diferentes actividades que realiza dentro de ella desde descansar, comer, asearse, etc. Que incluyan iluminación y ventilación natural, dimensiones y habitaciones convenientes para los distintos números de integrantes de cada familia. Lo anterior se refiere al espacio privado de cada familia. Además, hay que tener en cuenta que el espacio público y el común también son igual de importantes para lograr sociedades saludables: deben ser espacios seguros para transitar en las diferentes modalidades de transporte; deben tener en cuenta las diferentes limitantes con que la población cuenta desde capacidades psicomotrices hasta las de ingreso económico. Estos espacios deben ser diversos y estar ubicados a distancias que no impliquen tiempos altos de desplazamiento y alto en costo. El segundo punto es la educación, esto no se refiere solo a la cantidad de escuelas y de profesores. Se requiere que estén ubicadas a una distancia caminable para sus estudiantes para que eso no sea factor de deserción; este caminar ayudará a generar actividad física casi diaria y disminuye la contaminación que ocasionaría hacer estos viajes en vehículos automotores. Esta cercanía ayuda a que los infantes y adolescentes se alimenten en horarios adecuados y no lo tengan que hacer mucho antes de la hora de la primera clase ni tanto tiempo después de la salida de la escuela. El tercer punto: libre de pobreza, no debería ser exclusivo de los ingresos económicos familiares, ya que hay muchos habitantes cuyos ingresos se ven mermados por el gasto de recursos económicos y de tiempo que requieren para transportarse diariamente, los poniéndolos en desventaja; si los equipamientos son deficientes y lejanos los sigue poniendo en desventaja; para poder desarrollarse adecuadamente. Una vivienda pequeña no sería un factor negativo si se encuentra localizada en una zona de la ciudad que cuente con equipamientos y espacio público de calidad donde complementaría muchas de las carencias con que pueda contar su vivienda. El cuarto, protección contra la violencia que no significa mayor número de policías cercanas a ellos, ni bardas que circunden sus colonias: las viviendas no adecuadas espacialmente y segregadas de los equipamientos y servicios básicos, pueden ser fácil escenario de violencia al igual que si los espacios públicos no son accesibles, iluminados y de accesibilidad universal. Estos infantes y adolescentes serán blanco de maltrato y excluidos de la posibilidad de una vida feliz. Una buena ubicación de su vivienda, cercana a servicios y equipamientos y espacio público de calidad ayudarán a que los infantes y adolescentes generen actividades más allá de su espacio privado. Los entrenará a irse enfrentando al mundo el cual demanda habilidades que solo en el intercambio con la diversidad de personas en su entorno puede ayudar a desarrollar. Por último, el quinto punto, el acceso a oportunidades, se puede generar con una estrategia de diversidad de espacios que deben ofrecer las ciudades tal como su nombre lo indica: asequibles. Esto no quiere decir que se puedan pagar, sino que debe haber una variedad de actividades en diferentes espacios públicos, comunes y privados, los cuales oferten para las diferentes opciones e intereses de la infancia y la adolescencia y consigan descubrir sus habilidades y las puedan desarrollar en ambientes seguros y acompañados. En resumen, solo en una ciudad bien diseñada, pensada, distribuida y con una densidad de viviendas adecuadas, donde se priorice el impacto que provoca cada espacio público y privado en sus habitantes y no el provecho financiero que genera solo a unos pocos, podremos contribuir y ayudar a proporcionar herramientas a la infancia y adolescencia para que vivan plenas y felices. colecciudad@gmail.com