Juan Carlos Huante / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Hace dos años, la pandemia de COVID-19, en su estado más crítico, mantuvo a raya a sembradores de flor de cempasúchil de Tarímbaro; las áridas expectativas de vender la producción se tornaron sombrías en medio de esas tierras en su mayor extensión incoloras, pues apenas sembraron alrededor del 30%.La emergencia sanitaria obligó a tomar medidas extremas, en este caso, las escuelas cerradas –uno de los principales clientes–, los panteones también. “(…) no podemos hacer nada, estamos con un temor bárbaro dentro de nuestras familias, porque es un sustento el que tenemos cada año. Han sido cuatro meses de trabajo y puro saque y saque (gastando) y de entradas nada”, se lamentó en su momento, y entre lágrimas, Jesús Zacarías, un trabajador de los campos de cempasúchil. En 2020 los agricultores por temor sembraron la mitad de surcos con la esperanza de vender aunque fuera poco. Foto: Omar Cuiriz, La Voz de Michoacán Llegó la temporada de venta con motivo del Día de Muertos, o días antes, y el pronóstico se cumplió. De acuerdo con cifras de la Confederación Nacional Campesina, en 2020 los trabajadores del campo se quedaron sin vender más del 50% de producción, equivalente a un promedio de 160 toneladas de las 320 que se tenían disponibles.El año pasado, con la apertura paulatina de actividades públicas, algunos precavidos, otros confiados, aumentaron la siembra, y empezó la recuperación. Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Este 2022, los campos de la comunidad de El Colegio se han vuelto a teñir de amarillo, morado y blanco. A ambos lados de un estrecho y arbolado camino, pero pavimentado, sobre los surcos se levantan frondosas la cempasúchil, la pata de león o terciopelo, y la nube.Es cerca de un soleado mediodía de otoño, las parcelas lucen apacibles y el silencio apenas es interrumpido por el paso de algunos vehículos, del vuelo de uno que otro avión que surca por ese pedazo de cielo –cerca se encuentra el Aeropuerto Francisco J. Múgica– y de los huapangos, sones abajeños y pirekuas que suenan desde una camioneta que está en un terreno para animar la jornada laboral. Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Hoz en mano y con esa habilidad de campesino, Juan Carlos cercena el sobrante de pasto silvestre en los linderos de la tierra que está bajo su cuidado. “Hoy (2022) sembraron un poquito más; por ahí oigo en comentarios con los mismos sembradores que a lo mejor se van a vender de unos 50 a 60 pesos el manojo”, dice con esa amabilidad que caracteriza a los habitantes de la región.Avisa que para la presente temporada quizá haya un ligero aumento en el precio del manojo –los intermediarios lo llegan a duplicar o hasta más–, porque es “una joda” para tenerla. “Se le meten muchos gastos y, la mera verdad, un contratiempo y se acaba, y ahí se queda lo que uno invierte”. Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán A unos metros del trecho de Juan Carlos, en frente, unas jóvenes ataviadas de catrinas utilizan los almácigos ya tupidos de pétalos para tomarse fotos profesionales en el sembradío del señor Layo, donde también cultiva la cempasúchil macetera con semilla importada.Eladio Vázquez Torres camina entre las veredas de tierra húmeda repletas de flores, al fondo se escucha “Me equivoqué contigo, me equivoqué a lo macho, como muy pocas veces se habrán equivocado…”, canción de José Alfredo Jiménez. Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Dice que el año pasado la venta mejoró mucho –él fue uno de los confiados, sembró casi lo mismo de lo habitual pese a la pandemia y lo vendió todo–; actualmente tiene sembrada casi una hectárea entre flores amarillas, moradas y blancas. Aunque ya suma pedidos anticipados, expresa que el mayor volumen se comercializa desde el 26 de octubre.Layo, que además cultiva girasoles amarillos y negros (a 120 pesos la docena), además de unas muy particulares y coloridas flores llamadas “migueles”, también conocidas como Sinaí, explica que la cempasúchil de más calidad es la que no tiene “ni un gallito” –por gallito se refiere a la que genera un menor número de pétalos–, y presume la esponjada y ancha que, deshojada, cubre bastante las tumbas, o entera se necesitan menos para adornar los tradicionales arcos que se colocan en esas fechas para recibir a las ánimas. Foto: Juan Carlos Huante Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán De la misma flor esperan que la semilla se ponga más negra y seleccionan la más grande, la que utilizan para sembrar el próximo año; “Nosotros mismos la producimos y ya nos evitamos de comprar”, agrega, porque de por sí la semilla es cara –unas 10 mil valen alrededor de 500 dólares el sobre– y así se evita tratarlas en el invernadero y que cueste más la producción. Eladio, Juan Carlos y demás sembradores invitan a las personas a que acudan a El Colegio a comprar la cempasúchil, la pata de león y la nube a precios accesibles, además de que pueden estar en contacto directo con esta parte de la naturaleza, pero siempre cuidando que no se dañe su entorno. Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Michoacán, junto con otros contados estados del país, como Guanajuato, Hidalgo y el Estado de México, cuenta con las mejores condiciones de suelo y clima para cultivar la flor cempasúchil, y en esta zona del municipio de Tarímbaro la tierra también es fértil para sembrar hortalizas. Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán Foto: Juan Carlos Huante, La Voz de Michoacán Foto: Juan Carlos Huante Foto: Omar Cuiriz. La Voz de Michoacán