Mateo Calvillo paz. Es muy triste, terrible ver a la clase política, lo que les interesa, de qué son capaces, en la realidad no en la narrativa. No les interesan los problemas de la gente, sólo en el discurso, para subir al poder y para tener ventajas personales. Es desolador el panorama de los legisladores. Se ve, no les importa México ni los mexicanos. Es obvio, me refiero a la clase política que se ha formado a lo largo de muchos años, son los mismos los que nos gobiernan. Sus grandes partidos disfrutan de poder y cuando acaba el sexenio, pasan, a través de las elecciones el poder, según les vaya tocando. Le tocó al PAN, luego el PRI de Peña Nieto, luego a Andrés Manuel, ya era justo en el tercer intento. En el partido del gobierno actual andan viejos cuadros del PRI y del PRD. Andrés Manuel se formó en el PRI, luego pasó al PRD, de ahí a su Movimiento. En el momento actual es increíble el número de políticos que, igual que los camaleones cambian de color, actualmente les gusta mucho el guinda. Lo que estamos viendo es increíble y lamentable para la democracia. En las votaciones en las Cámaras, legisladores que se creían firmes en un partido, votan a favor de las iniciativas del ejecutivo y del partido en el poder. Es increíble y dolorosa la traición monumental, histórica a la democracia y al bien común de México. Pues ¿qué esperábamos?, ¿amor a la patria, sentido de la democracia y el bien verdadero de México, de los pobres, de los marginados, los sin-voz? ¿Creíamos que la lealtad, el amor a la patria sobre los intereses facciosos y mezquinos existía? Les confieso que yo sí creía y eso me daba esperanza. Son mercenarios que se venden al mejor postor, como las prostitutas. El PRI se ha pasado al lado del poder. Diputados del PRI y del PRD tienen línea con los de MO--NA para servir los intereses de AM. ¿Hasta dónde nos puede llevar un gobierno autoritario, que controla al Legislativo y al Judicial? A un régimen autoritario, poder dictatorial. ¿Se busca el bien de quien, en realidad? Observando las motivaciones y actitudes de los dictadores como Putin en el momento actual, la única explicación de sus hechos es su ego, su sed de poder, ilimitado, caprichoso, la gloria de los que sueñan: “haremos historia”. Andrés Manuel tendrá la aplanadora para destruir las instituciones democráticas: el INE y manipular según su capricho los recursos energéticos. Se defienden muy bien, justifican muy bien sus vaivenes y su falta de lealtad, de amor a México, son magníficos para hacer discursos. Envuelven con las palabras y se presentan como muy puros, verdadera casta de fariseos. La luz de lo alto Es la misma clase política la que ha conducido la historia, después de la independencia. Les va tocando el poder por turno, se reparten por turno el hueserío. Estamos en una tendencia hacia la dictadura, la tiranía, como la Cuba de los Castro o la Venezuela de Hugo Chávez y su descendencia perversa. No es un secreto el coqueteo del gobierno de ya sabes quién con las dictaduras: se abstiene de condenar al sanguinario Putin, busca colaborar con Rusia, no reprueba a Nicaragua. Para quien tiene los ojos abiertos y un mínimo de inteligencia queda manifiesto el camino a la dictadura: la Guardia Nacional, la militarización del país. Cuántos dictadores se mantienen en el poder sostenidos por los generales, recuerden a Pinochet y a dictadores de los países de Sudamérica. Hemos sido testigos de una dictadura caribeña, casi en nuestras fronteras, del régimen del terror de los Castro. Más de 60 años creando un pueblo oprimido, reprimido, hambriento, lánguido y triste, con un horizonte cerrado, sin esperanza. Lo he escuchado en grupos de trabajo internacionales de los hermanos cubanos. La democracia en México en este momento no es tal, es como un juego, se la puede reducir con la gestión pública a un gran teatro político, cerrando los ojos a gravísimos problemas del momento. Es muy triste reconocer lo que llevan dentro nuestros representantes populares a quienes dimos nuestro voto. Carecen muchas veces de una formación humana sustentada en los grandes valores de nuestra cultura y de nuestra religión. No entienden o no les importa el valor de la persona humana, de los mexicanos hasta el último. No han querido, sino en el discurso, buscar los grandes valores universales de los mexicanos. No muestran la generosidad y el desprendimiento de los bienes materiales y personales para servir olvidados de sí mismos. Desapareció la casta de los héroes que sacrificaban todo, derramaban su sangre por la patria, su grandeza y su libertad. Surge inmediata y sublime la imagen de Morelos en aquel 15 de diciembre de 1815 en Ecatepec y detrás una multitud de mexicanos heroicos. A la clase política actual le interesa salvar el pellejo, no ir a la cárcel por sus crímenes como Alito. No contamos con la clase política, salvo algunas excepciones, algunas voces valientes de algunos legisladores. ¿Y el pueblo qué dice: ¿va a reaccionar, a hacer su defensa como soberano en un país democrático? ¿Está despierto y es capaz de heroísmo? ¿Vamos a dejar que se vayan al horno encendido el sacrificio de tantas vidas heroicas, de tantas revoluciones, las conquistas democráticas y el bienestar si bien precario del país?