José Luis Ceja / La Voz de Michoacán Jiquilpan, Michoacán. Con la intención de que los nombres de los protagonistas de la historia moderna del país permanezcan en la memoria de las nuevas generaciones, autoridades municipales y escolares realizaron las actividades conmemorativas alusivas al LII Aniversario del fallecimiento del expresidente de la República Lázaro Cárdenas del Río, acaecido en la Ciudad de México. Mediante una caminata por la avenida principal y la colocación de una ofrenda floral en la explanada del monumento en su honor ubicado al sur de la ciudad, recordaron el legado del general. En el evento participaron instituciones educativas de todos los nieles, además de organizaciones sociales relacionadas con la vida y obra del político jiquilpense, en quien reconocieron la visión de estadista merced a los cambios generados durante su administración al frente del país, entre los que destacaron la Expropiación Petrolera, el reparto agrario y la procuración de mecanismos para lograr que la educación llegara a cada uno de los rincones del país. Se destacó también el arraigo que por él sintieron los integrantes de las pueblos originarios del estado de Michoacán. Foto, José Luis Ceja. Parte de los discursos entregados por los distintos oradores se centraron también en las aportaciones realizadas por Cárdenas del Río en el ámbito local y regional. “Con su lucha, poder y conocimiento contribuyó a la educación pública; fue un gran militar y político mexicano y es recordado como uno de los mayores estadistas mexicanos de todos los tiempos, porque Cárdenas hizo más que cualquier otro presidente para consolidar la Revolución Mexicana y llevar a la práctica los ideales de justicia e igualdad”, destacó Octavio Ramírez Rojas, director del Campus Jiquilpan del Instituto Tecnológico de México, que fungió como orador oficial del evento, quien destacó que al seno de la casa de estudios que dirige se reconoce ampliamente el legado cardenista “para que este país sea más justo y con más oportunidad para los jóvenes. Reconoceremos también siempre que fue un firme defensor de la política modernizadora y democrática”. El orador además agregó que Cárdenas del Río fomentó la educación en todos sus niveles como no se había realizado en administraciones federales anteriormente. “Él tenía una clara preocupación por la educación del indígena y por integrarlos a la sociedad mexicana, y por tal motivo el idioma jugaba un papel imprescindible para incorporarlo como ciudadano y lograr el objetivo idealista de incorporarlos como personas”. Foto, José Luis Ceja. Ramírez Rojas destacó también la labor del político jiquilpense en los temas de organización de los trabajadores del país y los trabajadores del campo a través del impulso a la Reforma Agraria: “Sus convicciones nacionalistas lo llevaron a nacionalizar los ferrocarriles en 1937 y al año siguiente la industria petrolera, su posicionamiento a favor de obreros y campesinos y la defensa de los recursos naturales frente a la injerencia de las compañías extranjeras le dieron prestigio y colocaron sobre él una aureola de honestidad que conservaría aún después de cumplir con sus funciones en la Presidencia”. Foto, José Luis Ceja. Lázaro Cárdenas, recordado; Bustamante, olvidado Lázaro Cárdenas del Río, jiquilpense con orígenes africanos, fue quizá el producto mejor logrado de las distintas revueltas armadas. Accedió por la vía del voto popular a la Presidencia de la República en 1934 bajo el protectorado del también general Plutarco Elías Calles, a quien luego expulsó del país: “Bajo el lema ‘México para los mexicanos’, Cárdenas llevó adelante una política de nacionalizaciones especialmente trascendentes por lo que respecta al petróleo; ello le enfrentó con Estados Unidos y le obligó a buscar compradores en Alemania. También se ocupó de proteger a la población indígena, impulsó la Reforma Agraria, combatió el latifundismo, nacionalizó los ferrocarriles y estableció una enseñanza pública laica, gratuita y obligatoria. Mientras Cárdenas del Río colocaba el nombre de Jiquilpan ahora en el concierto internacional, en el terruño, la matria, como le llaman algunos estudios de la historia, las inauguraciones de puentes, calles, escuelas, parques, estatuas, monumentos y otras obras se daban en vertiginosa secuencia siempre con la aportación del titular del Ejecutivo federal. Foto: Especial. Lázaro Cárdenas estimuló la formación de agrupaciones obreras y campesinas. En distintos momentos de la historia y con casi 100 años de diferencia, el vientre del caserío fundado casi 9 años antes de la llegada de los españoles a esta región por el indio Nox o Noxtli, que hoy llamamos Jiquilpan, esta población ha entregado hombres que, forjados en el fuego de la batalla, han asumido los destinos de la nación. Anastasio Bustamante nació en julio de 1780 en la casa que hoy ocupa la esquina de Diego José Abad y Emiliano Zapata, en el centro de la ciudad. Era hijo de comerciantes notables, en 1808 se alistó en el ejército realista; sin embargo, al culminar la lucha de Independencia, ya del lado insurgente, Agustín de Iturbide lo nombró miembro de la Junta Provisional Gubernativa. Quizá el ánimo popular por olvidar al primer jiquilpense en asumir el mando de los destinos nacionales se dio cuando los liberales le acusaron, durante su primer periodo presidencial, de la aprehensión y muerte del caudillo Vicente Guerrero, lo que le obligó, entre otras cosas, a dimitir y salir del país para regresar y tomar el poder del 19 de abril de 1837 al 20 de marzo de 1839, periodo en el cual se dio la guerra contra Francia, lo que obligó a Bustamante a dejar de encargado a Antonio López de Santa Anna mientras negociaba la paz con los galos para regresar e imponer una férrea disciplina en el país, lo que provocó que los partidos comenzaran a armar la nueva revuelta. Mientras Anastasio Bustamante ponía en el plano nacional el nombre de la vieja Huanimban, en Jiquilpan-San Francisco la vida no era muy diferente a como se llevaba antes del Grito de Dolores, pues las crónicas señalan que, carente de brazos, la agricultura, la industria y el comercio michoacanos no caminaban durante la segunda administración de Bustamante. Mientras los vecinos de Jiquilpan esperaban de don Anastasio muchas grandes mejoras para su natal poblado, esto no pudo ser debido a lo ocupado que se encontraba el quinto presidente de la República en defenderse de los encarnizados ataques de jóvenes militares, entre los que se encontraba el futuro portador del título de Alteza Serenísima.