Salvador García Espinosa El pasado 15 de octubre, la Secretaría de Educación Pública, la profesora Leticia Ramírez Amaya, en su discurso como oradora del acto con motivo del CV aniversario de la fundación de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, señaló con toda claridad que “un asunto de enorme interés para la Secretaría de Educación Pública, es el incremento de la cobertura de la matrícula de educación superior”. Al respecto, el Programa Sectorial de Educación 2020-2024 ubica que cuatro de los factores que más limitan el acceso a la educación de manera incluyente y equitativa: 1) el importante costo que supone la escolaridad para las personas provenientes de hogares con bajos ingresos (ya sea por el pago de contribuciones “voluntarias” o por verse obligados a dejar de trabajar), 2) el rezago educativo que afecta particularmente a los grupos históricamente discriminados, 3) el cupo insuficiente en los planteles de educación media superior y educación superior, para cubrir la demanda, y 4) la falta de capacidad institucional para atender la diversidad de características físicas, intelectuales, culturales y lingüísticas de las y los alumnos, entre otros. Como bien se señaló en el discurso: “La educación superior en nuestro país sigue siendo privilegio de pocos”. Los datos oficiales señalan que la cobertura en el nivel superior es del 40 por ciento. Aunque existen diferencias significativas entre las entidades federativas y entre los grupos de la población. Entre las entidades con menor y mayor cobertura la diferencia es del 74 por ciento; estados como Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Tlaxcala y Quintana Roo tienen una tasa de cobertura menor a 30 por ciento. Considero que, por la situación de Michoacán, el tema abordado por la Secretaria resulta doblemente significativo. La meta para el 2024, respecto del incremento de la matrícula en educación superior, es del 50 por ciento, y en Michoacán debemos redoblar esfuerzos porque el indicador se ubica muy por debajo de la meta con tan sólo 29 por ciento. En Michoacán el 22 por ciento de la matrícula universitaria se ubica en universidades privadas, situación que, sin lugar a dudas, coadyuva a la ampliación de la cobertura educativa y permite que las 84 instituciones de carácter público, que concentra 78 por ciento de la matrícula general de nivel superior, existentes en la entidad, concentren sus esfuerzos en aquellos jóvenes cuyo acceso a la educación se ve fuertemente condicionado ante la falta de recursos económicos. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en Michoacán el 44 por ciento de la población se encuentra en alguna situación de pobreza, más aún, el 36 por ciento en pobreza moderada. En este contexto, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo adquiere una relevancia significativa por ser la máxima casa de estudios y por su carácter público, factores que la obligan a redoblar esfuerzos en pro de la ampliación de matrícula. Hablar de incrementar la matrícula no resulta fácil para ninguna institución, para el caso de la UMSNH, aunque se incrementen programas educativos, se puede afirmar que la cantidad de alumnos que cursa alguna licenciatura es el mismo desde hace una década. De acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Órganos de control y Vigilancia en Instituciones de Educación Superior (AMOCVIES), en 2011 la matrícula correspondiente a los programas de licenciatura representó 34 mil 771 alumnos, en 2016 llegó al mayor incremento, al sumar 36 mil 506, y en 2021 disminuyó a 34 mil 421 estudiantes, seguramente un factor determinante fue la pandemia. Dicho comportamiento no es exclusivo de las licenciaturas. En el caso de los alumnos de maestría acontece algo similar, para 2011 sumaban en conjunto 763, llegando en 2016 a mil 067 y en el 2021 a 739 estudiantes. En el nivel medio superior al 2011 se tenían matriculados 8 mil 749 alumnos, mientras que en 2018 se presentó el mayor incremento, al llegar a 8 mil 947 y, desafortunadamente, en 2021 se regresó a los 8 mil 381 alumnos, cantidad muy similar a la de hace diez años. El único nivel educativo donde se observa un incremento constante y significativo es en los programas de Doctorado, pues en 2011 los alumnos inscritos en este nivel sumaban tan solo 146, y para el 2011 pasaron a 549 inscritos. Hoy el reto es mayúsculo apunta a que todas las instituciones educativas, públicas y privadas cierren filas en torno a un objetivo común: la mejora del bienestar social de la población, y esto sólo es posible lograr de forma consistente a través de brindar educación y garantizar que siga siendo el motor de la movilidad social. Para lograr esto, resulta un factor sine qua non, no sólo garantizar la calidad en términos del perfil de los docentes y su productividad, sino en función de la pertinencia de los programas educativos con la realidad regional, solo así se garantiza que los egresados se incorporen de mejor manera al mercado laboral de la entidad. Además, parte fundamental es que las investigaciones realizadas en el ámbito educativo tengan un impacto de beneficio regional. colecciudad@gmail.com