PROYECTO SECRETO|Los demonios llevan al infierno

Los miserables, los pobres, todos los que pensamos, con mirada crítica, los que nos preocupamos por el bien de todos y no por satisfacer a una sola persona vemos venir la catástrofe.

MATEO CALVILLO PAZ

El infierno es la situación desastrosa de México por las contingencias y crisis y sufrimientos en todos los órdenes: democrático y político, la atención médica, baja producción y desempleo, miseria material y hambre, de educación y crisis de valores, etc. etc.

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Los demonios están desatados bajo la orden de quien sataniza a los adversarios y de sus huestes que actúan sin un código de moral, dando la espalda al bien común, indiferentes a la angustia de los mexicanos sufrientes. Dejan solos a los hermanos que son ejecutados día a día, no detienen los homicidios atendiendo a la seguridad, cumpliendo el primer deber del gobierno de proteger la vida de cada ciudadano.

Los demonios andan sueltos, la sangre sigue corriendo porque no detienen los asesinatos, no controlan la inflación, no atienden a los enfermos que agonizan sin la atención oportuna. Actúan bajo la apariencia de aquellos que no construyen sobre la verdad, que niegan la realidad por conveniencia. Y las llamas del infierno avanzan.

Lo dejan que se venga como una ola gigantesca, mortal y turbia que arrasa con todo. Creen que el infierno es para los demás, la realidad es que si nos condenamos nos condenamos todos.

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Los miserables, los pobres, todos los que pensamos, con mirada crítica, los que nos preocupamos por el bien de todos y no por satisfacer a una sola persona vemos venir la catástrofe.

Los pragmáticos están cancelando el futuro. Sólo ven el instante y ventajas materiales y efímeras.

Destruyen pueblos y masacran multitudes y en su pensamiento absurdo, asesino se lavan las manos ante el mundo como Putín y los otros jefes que se le asimilan.

Dejan que la sangre corra cada día, que los hermanos mueran y no hacen nada. Al día siguiente morirán otros y ellos no harán nada, perdidos en un teatro gigantesco de política, en un juego de retórica sin proteger a las multitudes humildes, sin promover el bien común que es lo primero y dar cohesión a la acción política.

Dejen que el país se derrumbe con sus conquistas que costaron la sangre de muchos mexicanos y sus instituciones. Sacrifican la democracia a su ego que desea hacer realidad los sueños y cumplir los deseos de un individuo, sin escuchar, con una necedad compacta impenetrable.

Ante la irresponsabilidad de unos y la pasividad de otros el país se derrumba con consecuencias que será muy difícil, si no imposible, reparar.

La luz de Dios

¿Cómo detendremos la gran ola huracanada y fétida, de humo y fuego, de crisis y fracasos que amenaza con ahogar el país?

No nos salva la narrativa fantasiosa de los poderosos. México está muy bien, tenemos un gobierno perfecto que todo lo hace bien, no hay problemas, pero eso vale sólo en algunos noticieros, en los “otros datos”, en la narrativa del gobierno.

Andrés Manuel miente, pero finge ceguera y no reconoce su mentira y se evade, por eso no puede corregir su gestión y se hunde más en el fango de la enajenación y los fracasos.

No sirven los gobernantes pragmáticos que resuelven la cuestión de manera puntual, aquí y ahora, sin buscar soluciones a largo plazo, sin preparar el futuro. Es un gobierno de tecnócratas en la política y en las ciencias sociales. No hay pensadores y filósofos que tienen un sistema de valores larga y hondamente forjados por los sabios de todos los tiempos, por el más grande de todos, Aquel que es la sabiduría de Dios encarnada, Jesucristo, el hijo de Dios, hecho uno como nosotros.

Los grandes del poder están destruyendo todo con su política inmediatista y sin visión de futuro, con su voluntarismo, construyendo, o destruyendo todo con ceguera y obstinación. No ven más allá de su nariz, no tienen una visión del país, un sistema de valores para buscar el bien efectivo, real, duradero y pleno de México.

Hay tantas multitudes enajenadas, que se encandilan porque reciben como ayudas el dinero de sus impuestos. Estos creen todo, son los que responden en las encuestas, todo lo ven bien y aprueban sin sentido crítico, entusiasmados al presidente.

¿Habrá mexicanos que no piensan porque fueron educados en la postración y la ceguera?, que venden su dignidad por una limosna y aplauden a los actores del teatro de la política.

No podemos aplaudir y aceptar seguir construyendo la República de la mentira, es un imperativo tener valor para asumir la verdad, es decir la realidad que está mandando señales alarmantes de que se derrumba. Los males seguirán desbordándose sobre los pobres y la sangre derramada, la huida al norte por falta de oportunidades, las muertes de los enfermos por negligencia o falta de insumos se irán aumentando serán cada vez más graves y pesados, imposibles para las pobres espaldas de los mexicanos pobres.

Es hora de despertar, de tener dignidad, de remar contra corriente y darlo todo para salvar a México.

Sólo nos queda una persona, Dios, roca inconmovible que no falla ni traiciona. Hay que saber apoyarse sobre él para lanzarse al esfuerzo supremo para salvar a México con la entrega y hasta el sacrificio de todos.

Salvar a México del desastre por una gestión soberbia, torpe, asesina, destructora es posible. Evitemos la desesperación, mantengamos la calma, podemos cambiar el rumbo. Tenemos fe en Dios, es una roca. Apoyados en la fe podemos salvar a México y liberarlo de los poderosos que lo han tomado como botín, envueltos en una retórica de mentira.