Redacción / La Voz de Michoacán Guanajuato. Otra madre que buscaba a su hijo desaparecido en México fue asesinada la noche del domingo en pleno centro de Abasolo, Guanajuato, uno de los estados más violentos del país. María Carmela Vázquez, de 46 años, era integrante del colectivo Personas Desaparecidas Pénjamo y buscaba a su hijo Óscar Zúñiga Vázquez, quien desapareció el 14 de junio de 2022. Con el asesinato de María suman ya cuatro buscadores asesinados en la entidad desde 2019 a la fecha. El hecho se reportó a las 20:35 horas sobre la calle Leandro Valle, casi esquina con la calle Allende, en la zona Centro, cuando dos hombres llamaron a la puerta de su casa y le dispararon en múltiples ocasiones. Los responsables se dieron a la fuga a bordo de una motocicleta. A través de una esquela en redes sociales, el colectivo Personas Desaparecidas Pénjamo lamentó el asesinato de María Carmela Vázquez, mientras que activistas exigieron justicia y el esclarecimiento de su asesinato; además, urgieron al Estado la protección para las madres buscadoras de personas desaparecidas, quienes constantemente reciben amenazas. Apenas el pasado 4 de octubre, Blanca Gallardo, quien encabezaba los esfuerzos para encontrar a su hija desaparecida de 22 años, fue asesinada en la Unidad Habitacional Villa Frontera, al norte de la ciudad de Puebla. La Fiscalía de Puebla confirmó el deceso y se comprometió a resolver el caso “lo antes posible”. En agosto, otra activista de búsqueda, Rosario Rodríguez Barraza, fue asesinada en el estado de Sinaloa, donde tiene su base el cártel de la droga del mismo nombre. Mientras que en 2021, otra buscadora, Aranza Ramos, apareció muerta un día después de que su grupo encontró una fosa de cadáveres aún humeante en Sonora. A principios de ese año, el voluntario Javier Barajas Piña fue tiroteado en Guanajuato. El motivo de esos asesinatos sigue sin estar claro. En el pasado, muchos buscadores dijeron públicamente que no buscaban evidencias para condenar a los autores de las muertes, que lo único que los mueve es encontrar a sus seres queridos. La mayoría de los equipos de búsqueda voluntarios están formados por las madres de los más de 100 mil desaparecidos en México. Ante la inacción o la incompetencia de las autoridades, muchas se ven obligadas a realizar sus propias investigaciones o a unirse a equipos de búsqueda que, con base en pistas, recorren barrancos y campos hundiendo barras de hierro en el piso para detectar el olor revelador de los cadáveres en descomposición. Los buscadores, y los agentes de policía que les acompañan en algunas ocasiones, suelen centrarse en hallar fosas y en identificar los restos. A veces, los grupos reciben pistas anónimas sobre el lugar donde están enterrados los cuerpos, una información a la que probablemente sólo tienen acceso los asesinos o sus cómplices. Pero las voluntarias cuentan a menudo que reciben amenazas y están vigiladas, probablemente por la misma gente que asesinó a sus hijos, hermanos y maridos. Esto llega a provocar que se detengan las actividades de búsqueda de colectivos desprotegidos. En lo que va de 2022 han sido asesinadas cinco madres buscadoras en México.