LA CASA DEL JABONERO | El Jardín de las Delicias

Así como hay raperos que al adentrarse uno en su música descubre que no hay mucho hacia dónde moverse, que entrar ahí es como meterse a un ropero sin chiste, hay otros cuya música es un viaje.

Jorge A. Amaral

Hace tiempo veía una entrevista que le hicieron al rapero guanajuatense conocido como Santa Fe Klan, un muchacho de barrio que hoy está en los cuernos de la luna debido al gran éxito que ha tenido con su música. En la entrevista le preguntaron por sus influencias, esperando quizá que hablara de otros artistas del rap con la profundidad que se espera de alguien que está en el ajo, que ha escuchado, que por dedicarse a lo que se dedica, conoce. Su respuesta fue simple: “Yo no soy de andar investigando”.

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Esa respuesta me llamó la atención porque he platicado con muchos raperos y casi todos tienen referentes, saben de dónde vienen sus influencias, conocen estilos, formas y personajes. Hay aquellos, como el rapero y productor moreliano Rudy García, que son auténticas enciclopedias del rap. Movido por la curiosidad me adentré en la música de Santa Fe Klan y entendí su respuesta: se notó que no es “mucho de andar investigando”.

Pero, así como hay raperos que al adentrarse uno en su música descubre que no hay mucho hacia dónde moverse, que entrar ahí es como meterse a un ropero sin chiste, hay otros cuya música es un viaje y cada uno de sus discos es una travesía por no sólo a nivel lírico, sino a nivel producción. Gente como Bocafloja, Menuda Coincidencia, Pato Machete, Lng/SHT, Akil Ammar, o en España, raperos como Natch, Frank T o El Chojin (entre muchísimos otros que no enunciaré en esta entrega porque cada uno se merece su propio artículo) han hecho del rap una poderosísima arma comunicacional. (Toda proporción guardada).

Pero hay otra parte del rap, más sórdida, pesada, densa, que a veces asusta y en ocasiones eriza los pelos, que requiere ser escuchada varias veces para no quedarse con un juicio superficial. Ya en otras ocasiones le he platicado de Jhosua Hernández Zavala (sí, así se escribe), quien comparte su cuerpo con Metrik Vader, Skillamen y Playa Mata Fokas. Ese rapero nacido en la Ciudad de México, criado en Cancún y que en México ha tenido suficiente inspiración para crear algunas de las letras más crudas del rap hardcore. Este rapero en 2011 nos regaló un extraordinario disco: “El Jardín de las Delicias”, firmado a nombre de Metrik Vader, uno de los alter ego de Jhosua.

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Y es que en Quintana Roo se hace rap cargado de crudeza (escúchese a Señor Marrano) y “El Jardín de las Delicias” es el ejemplo. Amplio historial callejero, en los submundos urbanos, una enorme cantidad de barras y un flow único, es lo que entrega Metrik Vader. Este rapero se distingue porque en cada trabajo refleja una especie de indiferencia hacia aquello a lo que la gente común le da demasiada importancia, como el dinero, el prestigio, la fama. Y la forma en que ese disco salió es fiel a ese espíritu: como todos sus materiales, tanto álbumes como temas sueltos, no hubo promoción alguna, no se le hizo publicidad, y aun así le dio la vuelta a todo el país con este disco, que resulta oscuro y sórdido, con el boombap marcado de principio a fin, y el arte del disco es un ejemplo de la rebeldía y mezcolanza que hace Metrik Vader.

De este disco se podría decir que es sucio como la mugre pero valioso como lingote de oro, ya que en él, Metrik habla de sus viajes (y malos viajes) personales, en la flor de una juventud rebelde, que le para el dedo medio a cualquier figura de autoridad, ya sea civil, policiaca, moral o religiosa. Sin concesiones, sin moralismo, sin pelos en la lengua, suelta rimas sin cortapisas, no se detiene ni una sola vez para pensar lo que dice. Es por eso que escuchar este disco, como todas las entregas posteriores, requiere cierta paciencia, pues muy seguramente de primera mano no se entenderá todo el mensaje o la intención del disco mismo.

Y es que en “El Jardín de las Delicias”, como en la obra de El Bosco, lo mismo conviven Led Zeppelin con Jeffrey Dahmer que Charles Bukowski con Martin Luther King. Por eso el intro del disco es más que elocuente para mostrarnos a lo que nos enfrentaremos: “¡Hola! Bienvenido al jodido Jardín de las Delicias. No pise el césped, abuse de los placeres mundanos, socialice con su mascota. Por este lado se puede apreciar a Metrik Vader siendo brutalmente asesinado por un ejército de dementores. Por su lado contrario puede usted ver a J-H-O socializando con una caja de herramientas punzocortantes. Por este lado puede usted apreciar lágrimas mezcladas con todo tipo de licor y enervantes en general. Adelante tenemos a Skillamen en el área de juegos de Pecadolandia, una tierra donde los pecados, los mandamientos violados y el hombre conviven en perfecta armonía”.

Es por eso que, desde que lo descubrí y a medida que fui conociendo su música, más me fui haciendo a la idea del poder desgarrador de sus letras, que lo convierten en un poeta maldito del rap mexicano. Y es que sus letras son desgarradoras por desesperanzadas, cínicas, crudas, sin piedad. Lo mismo retrata a madres de familia perdidas en la droga que a un Dios católico controlando todo como un vato loco, “almas en pena y sin jale haciendo valer sus derechos”, ciudades consumidas por el narco como Sodoma y Gomorra. Si a esa oscuridad lírica le sumamos beats duros y boombap crudo, tenemos un rapero como muy pocos que hay en México, porque buenos liricistas hay muchos, como muchos “cholos con primaria trunca” hay por ahí queriendo hacerle al hardcore, pero muy pocos logran contener todo eso en sus manos y convertirlo en música. Salud.

Polarización y odio

México es un país dividido por discursos de odio y discursos que se odian. Lo vimos en estas semanas con la guerra de las marchas: unos, tomando las calles para defender o para hacer como que defendían al INE, y se les tachó de fifís y conservadores. A la semana siguiente, otros tantos miles de personas encabezadas por el presidente de México salieron a las calles a defender al gobierno y su principio de Cuarta Transformación. A esos se les tachó de nacos, de mascotas del régimen, de acarreados e ignorantes. Lo que sí es cierto es que ambas multitudes defendieron su derecho a la manifestación.

Pero esas manifestaciones no fueron libes, porque ninguna de las dos estuvo movida por el interés genuino de que este país salga del cuenco de lodo en que está. No. Ambas marchas fueron motivadas por el odio, por el resentimiento, por la aversión que unos le tienen al presidente y su movimiento y el rencor que otros les tienen a los detractores del mandatario actual y todo lo que representa.

Eso lo vemos a diario, y para darse una idea basta con asomarse a ese circo de dos pistas en que se ha convertido el Congreso de la Unión, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados: los morenistas y aliados, aprobando y defendiendo a pie juntillas lo que desde Palacio Nacional se dicta, sin mover una sola coma y defendiéndolo a capa y espada. La oposición, en cambio, denostando cualquier iniciativa que venga de los de allá enfrente, pero sin pensar en el bien del país, en el bien de todos nosotros, sino solamente movidos por el resentimiento, y por eso es que cualquier iniciativa que venga de Morena y aliados será tachada de populista, autoritaria e ignorante sólo por venir de quien viene. Y cuando una de esas iniciativas es rechazada, los legisladores de oposición salen a vitorearse sólo porque le dijeron que no al presidente, sólo porque le ganaron ese round. Al carajo con México y los mexicanos, lo importante es ganarle a López Obrador. Así, el día que AMLO diga que está bien luchar contra la plaga de cucarachas, la oposición saldrá a defenderlas del autoritario y comunista que quiere acabar con la biodiversidad que habita las ciudades.

Pero en medios también se da, porque así como hay comunicadores incondicionales y que aplauden cualquier cosa que se diga desde la 4T, también hay aquellos capaces de decir cualquier sandez sólo por joder, como Pedro Ferriz de Con, acusando que en Palacio Nacional se practica la magia negra y que AMLO es un poderoso hechicero. “Es un secreto a voces. AMLO recurre a diario a la BRUJERÍA, SANTERÍA, MAGIA NEGRA y RITUALES DE MUERTE, para llegar y acumular PODER. Ya tuvo lo que quiso… ahora va de regreso. Eso se llama KARMA o JUSTICIA DIVINA”. Es real, no exagero, así lo escupió en sus redes sociales.

Entonces, a nivel sociedad, no hay mucho que esperar, sólo más división, encono, violencia sistemática entre unos y otros. Así de jodidos estamos. Es cuánto.