Karla Iñiguez Hace más de cuatro décadas, en una noche decembrina del Nueva York de los 80s, el vocalista y líder de The Beatles, John Lennon, fue asesinado con 5 impactos de bala, no sin antes pasar a la historia como una de las figuras más controversiales de la historia. Aunque Lennon fue odiado y amado casi en partes iguales mientras aún vivía, periodistas como Robb Sheffield, quien publicó en el 2017 el libro Dreaming The Beatles, nos cuentan que la reacción generalizada de los medios de la época, muchos de los cuales no tuvieron ningún reparo en criticar negativamente cada movimiento del cantautor, fue elogiar y blanquear la imagen de Lennon una vez que estuvo muerto: “Poco después de la muerte de Lennon – después de horas, realmente ¬¬– se le empezó a retratar de una manera mojigata y sanitizada (…) Es entendible que en ese primer momento de luto, la gente quisiera pretender que era un santo, pero esa es la última declaración que Lennon hubiera hecho para sí mismo”. No sólo los medios participaron de esta reivindicación póstuma de la figura del vocalista, pues no podemos olvidar que, en el 2008, el mismísimo Vaticano, que décadas antes se mostró disgustado por el comentario de Lennon en el que afirmaba que su banda era más popular que Jesucristo, anunció que perdonaba a The Beatles, y descalificó la famosa declaración de Lennon como “una simple broma de la juventud”.} Ya en años recientes, hemos sido testigos de un renacimiento en las críticas culturales en torno a la figura del cantautor, no tanto como artista sino como personaje histórico, con una intensidad que no se veía desde los días anteriores a su muerte. Sin embargo, esta vez, el cuestionamiento de Lennon como ícono cultural y político no proviene, como en el siglo pasado, del sector más conservador de la sociedad, si no, más bien, de las generaciones más jóvenes, que, como es natural, viven sus luchas sociales y enuncian sus preocupaciones políticas de manera distinta a sus padres y abuelos, por lo que, bajo los estándares actuales, algunas de las muestras de activismo de Lennon son catalogadas como extravagantes, e, irónicamente, discriminatorias. Independientemente de la validez y los matices que se merecen estos debates, resulta evidente para cualquier persona conocedora de la cultura pop lo que Lennon y sus compañeros de banda, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr lograron inspirar en las masas, la influencia que tuvieron, y que, aún con la mitad de sus miembros fallecidos, siguen teniendo. Dijo Jeff Greenfield en la revista Rolling Stone: “Los Beatles abrieron el rock, el rock cambió la cultura, la cultura nos cambió”. Al fin y al cabo, sería difícil negar el impacto cultural de la banda con más discos vendidos en la historia: se estima que, hasta el día de hoy, The Beatles ha vendido más de 600 millones de unidades, superando por varias decenas de millones a artistas como Michael Jackson, Elvis Presley y Madonna. Y aún en la actualidad, donde cada vez se escucha menos de discos físicos y más de plataformas de streaming, según estadísticas de Spotify, solamente en su página más de 25 millones de personas disfrutan de la banda mensualmente. Un día con John Lennon Muestra de este poderoso legado cultural fue el evento “Un día con John Lennon”, organizado por el Teatro Mariano Matamoros, en el que se reunieron fanáticos de todas las edades para disfrutar de una velada de música, cine y charla en torno a la vida del líder de The Beatles, en el marco de su 42 aniversario luctuoso. El evento consistió en tres actividades: En primer lugar, la proyección de la película “Nowhere boy” (2009) de la directora estadounidense Sam Taylor-Wood, protagonizada por un joven Aaron Taylor Johnson, quien recientemente interpretó al asesino a sueldo Tangerine en el filme Bullet Train (2022). El filme, que retrata los días de juventud de Lennon, dio pie a la segunda actividad, la charla “Un día en la vida de John Lennon”, en la que algunos de los integrantes de The Breets platicaron con el público acerca de la vida del cantautor, desde su problemática infancia hasta el atentado que terminó con su vida. Así mismo, los asistentes pudieron disfrutar de una serie de vídeos que amigos y colegas de los primeros años de su vida grabaron especialmente para el evento, en los que hablaron de la esencia de Lennon y contaron anécdotas de la que fue su primer banda, Quarrymen. Por último, el Matamoros cerró la tarde con broche de oro con un concierto tributo a manos de la banda The Breets, que consistió en una reconstrucción histórica-musical de la vida de Lennon desde 1957 hasta 1980, en la que se interpretaron canciones que escribió para Los Beatles, como “Help!” y “Come together”, pero también temas de sus días en Quarrymen, con“In spite of all the danger” y como solista, con “Imagine” y “Woman”. The Breets, banda tributo a The Beatles que se ha dedicado casi por una década a presentarse por todo el país, haciendo giras por ciudades como Guadalajara, Monterrey y Querétaro, tuvo la oportunidad en el 2017, tras participar en una convocatoria nacional (en donde nunca había ganado una banda de provincia) de viajar y representar a México en el “International Beatleweek Festival 2017”, en la ciudad de Liverpool, Inglaterra. Actualmente, la banda está conformada por cuatro miembros: James Vega como intérprete y guitarra principal, Daniel Díaz en bajo, Francisco Campos en batería, y Mike Vázquez en segunda guitarra y voz. El integrante de The Breets, James Vega, nos comparte que, aunque él ha sido admirador de The Beatles desde pequeño, ya que, como muchos de nosotros, conoció su música gracias a la herencia cultural de sus padres, tanto él como los demás miembros de The Breets pertenecieron a agrupaciones musicales que homenajeaban a otras bandas antes de encontrarse y decidir conformar un proyecto juntos. Sin embargo, en el 2013, motivados por el amor y el gusto por su música, decidieron arriesgarse y formar esta banda tributo, que lleva como estandarte la frase “Amor y paz”. Cualquier persona que haya asistido al concierto del pasado jueves puede confirmar lo que dice Vega; está impreso en todo lo que hace The Breets sobre el escenario su inmenso cariño y admiración por la banda británica, que transmiten efectivamente y conmueven incluso a las personas que pueden considerarse un tanto escépticas ante The Beatles (como su servidora). Los morelianos lograron varios momentos memorables entre los asistentes, como su interpretación de “Twist and shout”, con la que prácticamente todos los fans, sin importar la edad, se levantaron y bailaron, el coreo de “Don’t let me down” y el emotivo momento que se vivió cuando dedicaron “In my life” al hermano del bajista, Daniel Díaz. Al final, después de la petición de un público que les agradeció ese evidente amor por The Beatles, terminaron el concierto con “Hey Jude”. Karla Iñiguez, egresada de la Facultad de Letras de la UMSNH. Ha sido tallerista, ponente y conferencista local y nacionalmente en temas de feminismo y diversidad sexo-genérica. Desde el 2020 se desempeña como gestora y difusora cultural en distintas instituciones públicas y privadas. Instagram: karlainiguezg.