Dante Bernardo Martínez Vázquez A propósito de las bajas temperaturas que se han estado viviendo en la capital michoacana y el resto del estado, es que vale la pena recordar que el frío no es ajeno al clima habitual de Michoacán. Y aunque hoy en día pareciera imposible que cayera una nevada en ciudades como Morelia, la realidad es que con anterioridad, era un fenómeno natural mucho más habitual de lo que se pudiera pensar. Y es que no olvidemos que Michoacán tiene una posición geográfica privilegiada donde confluyen dos ecotonos importantes para el desarrollo cultural del estado: la denominada Tierra Caliente, que forma parte de la Sierra madre occidental y en donde a su vez tenemos zonas en las que las temperaturas son muy elevadas como lo es la “depresión” del Balsas y en la zona central del estado; justo ahí donde se encuentran municipios como: Tacámbaro, Uruapan, Tancítaro, Peribán, Tzitzio, Madero, Tuxpan y Jungapeo comienza una elevación producto del Eje Neovolcánico transversal que recorre varios estados de la República Mexicana y que se caracteriza precisamente por sus distinguidos volcanes nevados; además de las poblaciones asentadas en dicha región, como Pátzcuaro, Morelia, Ciudad Hidalgo, la propia Ciudad de México, entre otras, que resaltan por ser ciudades y poblaciones que se encuentran cercanos o por encima de los 2 mil metros sobre el nivel del mar. La altura, la vegetación y la orografía propician que varios de estos volcanes tengan nieve sobre sus cimas, aunque claro esta que, el cambio climático ha causado graves estragos en este rubro, generando la lamentable pérdida de muchos glaciares. Aun así, la nieve no era exclusiva de las cimas, pues las nevadas llegaron a cubrir de blanco las hermosas ciudades coloniales de Michoacán. Es prácticamente nula la información que tenemos sobre nevadas en el mundo prehispánico en Michoacán, no obstante, sabemos que los antiguos Purépechas conocían la nieve, esto gracias a los diccionarios sobre el Purépecha escritos durante el siglo XVI por los españoles; y es que la palabra que usaban los antiguos Purépechas para referirse a la nieve era “Yesta”. También sabemos que la nieve no solamente la conocían por los picos nevados, sino también porque había nevadas que caían directamente sobre sus poblaciones, como nos lo dicen los verbos “Iestaquacopozquareni” que significa caer la nieve o nevar, y por otro lado también tenemos el verbo “Thupuhcarantsani” que significa “blanquear los campos con la nieve”. Es en las Relaciones Geográficas de Michoacán de finales del siglo XVI (1579-1582) que se reportan algunas nevadas en los puntos altos del estado, pero sería hasta el siglo XVII donde éstas se agudizaron, principalmente gracias a un fenómeno conocido como la “Pequeña Edad del Hielo” que duró de 1645 a 1715 aproximadamente y que causó grandes estragos en la ganadería y agricultura a nivel mundial, caracterizado con un descenso de las temperaturas que provocaron fuertes nevadas en México y otros países. Dichas temperaturas asemejaban a las del último periodo glaciar (Wisconsiniano 110,000 a.C - 9,700 a.C.), aunque claramente, la Pequeña Edad del Hielo no era como tal el inicio de una glaciación, sino más bien un fenómeno similar a lo que fue el “Younger Dryas” (12,900 a.P. – 11,700 a.P.) y el evento “8.2 ka” (8,200 a.P.) periodos en donde la tierra vivió “pequeñas” glaciaciones y que son fenómenos hasta cierto punto naturales en su comportamiento, por lo que sus causas siguen siendo estudiadas y pueden ser bastante prolongadas. En la actualidad la tierra se encuentra en un momento de calentamiento, principalmente provocado por la actividad industrial humana, aunque eso no la exime de vivir fenómenos como el de “La Niña” donde hay temperaturas bajas inusuales, tal como está sucediendo ahora. Para el año de 1802 se cuenta con el registro de una nevada en varias partes del estado de Michoacán y del mismo modo en 1808 el barón Alexander Von Humboldt reportó una nevada en la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), así como en los años 1879 y 1881 en los que también hay reportes de fuertes nevadas, que afectaron principalmente a las ciudades de Pátzcuaro y Morelia. A principios del siglo XX, en el año de 1919, se reportó una nevada de nueva cuenta en la ciudad de Morelia, que cubrió la cantera rosa de un hermoso manto blanco, y fue hasta mediados de siglo (específicamente en 1967), cuando en la ciudad de Morelia se volvió a registrar la caída de agua nieve, así como en la Ciudad de México. A partir de dicho momento, estos fenómenos fueron cada vez más inusuales, y solamente se han llegado a reportar grandes granizadas. La ausencia de estos eventos se debe principalmente a problemas como el calentamiento global, la deforestación de los bosques michoacanos por el cultivo del aguacate y otros monocultivos; aun así, sorprendentemente en el año 2016, una nevada sorprendió a los morelianos, aunque ésta se dio principalmente en las cimas de los cerros, como el Quinceo, el Pico del Águila, el Punhuato, entre otros, regalándole un hermoso paisaje blanquecino a los morelianos. Se piensa que el fenómeno de La Niña que se vive actualmente y que afecta principalmente a países como Canadá y Estados Unidos, provoque el descenso de las temperaturas en México, pudiendo emular lo sucedido en el año 2016. Dante Martínez Vázquez, licenciado en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Colaborador de los proyectos PAPAPCSUM y REPIMTAR del centro INAH, Michoacán. Actualmente cursa la maestría en Historia en la facultad de Historia, de la UMSNH. Email: Dante_dalton@outlook.com Academia.edu / Dante Martínez Vázquez