Inés Alveano Aguerrebere La ciudad de Morelia creció siete veces más que la población en las últimas décadas (al igual que el promedio de muchas otras ciudades mexicanas). Eso quiere decir, que se extendió mucho más de lo necesario para recibir al crecimiento normal de la población. El número de personas habitando esta ciudad creció -es cierto-, y la población sigue pagando impuestos (espero). Si la ciudad hubiera crecido al mismo ritmo que la población, los impuestos que pagamos serían suficientes –al menos-, para mantener las condiciones que teníamos hace 20 años. Yo podría afirmar que estamos bastante peor. La ciudad funciona (literalmente) con lo que cooperamos los contribuyentes por medio de los impuestos como el predial. Lo relativo al salario, y otros impuestos, se concentran a nivel federal, y algunas veces ese dinero regresa a nuestra ciudad etiquetado, por ejemplo, para obra, para educación o salud, etc. Recapitulemos brevemente nuestra situación: deseamos que lo que pagamos de impuestos, sea suficiente para mantener una ciudad que creció 7 veces más que los ciudadanos que pagan impuestos. Si los ingresos promedio de toda la población hubieran crecido también más de 7 veces, eso quizás podría ser posible. Pero dudo mucho que haya sido así. Y aunque usted gane 7 veces más que lo que ganaba su padre o su madre, es muy improbable que eso sea el promedio de la población en general. Nos preguntamos por qué las calles cada día están peor, con más baches. Hace unos 25 años, había baches, sí, pero no en la cantidad que existe hoy en día. Y aunque decíamos “Morelia te recibe con los baches abiertos”, teníamos localizada la ubicación de cada bache, e incluso me imagino que no pasaba mucho tiempo entre que un ciudadano pedía al municipio atenderlo, y que llegaban a taparlo. Las calles con baches eran una minoría. Hoy en día, pareciera que las calles nacieron con baches. Y el municipio no se da abasto. Los ciudadanos estamos cada vez más inconformes, y decepcionados. Pero quizás estamos pensando que los gobernantes de ahora son más ratas y corruptos que los demás. Y no hemos buscado alternativas que nos expliquen por qué nuestras ciudades están tan deterioradas. Leyendo y viendo material de Strong Towns me doy cuenta que muchas ciudades norteamericanas están en quiebra (¡aunque usted no lo crea!). Y es que allá también hicieron mal los cálculos. Inventaron los suburbios apostándole al crecimiento infinito y no se dieron cuenta que eso los llevaría inevitablemente a la bancarrota. No hay dinero que alcance para mantener tanto asfalto, ni tantos kilómetros de servicios públicos (agua, luz, drenaje, etcétera). Imaginemos que por años hemos llenado una alberca con un millón de litros de agua. De repente, hacemos una alberca 7 veces más grande, pero queremos que siga llenándose con la misma cantidad de agua. Imposible, ¿verdad? Si desde un inicio sabíamos que nada más íbamos a contar con un millón de litros de agua, no debimos haber aspirado a tener una alberca siete veces más grande. Lo mismo con la ciudad. Si el dinero a penas nos alcanzaba para mantener en buenas condiciones la extensión que teníamos, no calculamos cuánto más caro nos saldría crecer. Es momento de redensificar las ciudades. Crecer hacia arriba, en lugar de a lo largo y ancho. Le sale menos caro al gobierno, lo que significa que puede hacer mejor uso de nuestros impuestos.