EFE / La Voz de Michoacán Algunos de los microorganismos que componen el microbioma humano se transmiten a través de la interacción social, por tanto, las personas con las que estamos en contacto estrecho (familiares, amigos o colegas) son una fuente crucial de bacterias que contribuyen a nuestra salud. El hallazgo -publicado este miércoles en Nature- puede ayudar a comprender cómo se adquieren las especies microbianas asociadas con el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y otras enfermedades. El microbioma humano es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro organismo y resulta esencial para el buen funcionamiento de los sistemas inmunológico y digestivo, entre otros. Sin embargo, se sabe muy poco sobre cómo adquirimos y cómo se transmiten entre individuos las bacterias y otros organismos que componen el microbioma. Nicola Segata, del Departamento de Biología Celular, Computacional e Integrativa (CIBIO) de la Universidad de Trento y del Instituto Europeo de Oncología (ambos en Italia), ha coordinado el mayor estudio internacional sobre la transmisión de las bacterias asociadas a la salud. El estudio se ha hecho en colaboración con dieciocho instituciones y centros de investigación de todo el mundo, entre ellos un grupo de investigación del Instituto español de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATACSIC). A partir de más de 9.000 muestras de heces y saliva de personas de todo el mundo, el equipo analizó cómo se transmiten las bacterias entre generaciones (transmisión vertical) y entre personas que viven en contacto cercano entre sí como parejas, hijos o amigos (transmisión horizontal). El estudio confirmó por primera vez que la primera transmisión del microbioma intestinal tiene lugar al nacer y es muy duradera (las bacterias del microbioma materno se pueden detectar en personas mayores). El análisis también mostró que los adultos obtienen bacterias con las interacciones sociales, de persona a persona, y que el microbioma oral se transmite de una manera marcadamente diferente del microbioma intestinal. De hecho, las bacterias presentes en la saliva se transmiten con mayor frecuencia, y principalmente mediante trasmisión horizontal. La transmisión del microbioma oral materno-infantil es reducida pero, cuanto más tiempo pasan juntas las personas, más bacterias comparten. "Hemos encontrado evidencia de un amplio intercambio del microbioma intestinal y oral relacionado con el tipo de relación y estilo de vida. Los resultados sugieren que las interacciones sociales dan forma a la composición de nuestros microbiomas", dice Mireia Valles-Colomer, investigadora en el Laboratorio Segata y primera autora del trabajo. "También hemos encontrado que ciertas bacterias, especialmente aquellas que sobreviven mejor fuera de nuestros cuerpos, se transmiten con mucha más frecuencia que otras" pero algunos son microbios que ni siquiera tienen nombre, prueba de que aún se sabe muy poco sobre cómo se transmiten y cómo afectan a nuestra salud, detalla Valles-Colomer. El estudio también pone de manifiesto que en la edad adulta, las fuentes de nuestros microbiomas son principalmente las personas con las que estamos en contacto cercano. "La duración de las interacciones en estudiantes o parejas que comparten un apartamento, por ejemplo, es aproximadamente proporcional al número de bacterias intercambiadas. En muchos casos, sin embargo, las bacterias pueden propagarse incluso entre individuos que tienen interacciones superficiales y ocasionales", detalla Segata. Que el microbioma se transmita tiene implicaciones importantes para la salud, "ya que algunas enfermedades no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o el cáncer están parcialmente relacionadas con alteraciones en el microbioma", afirma Segata. Demostrar que microbioma humano es transmisible "podría sugerir que algunas de estas enfermedades consideradas no transmisibles podrían, al menos hasta cierto punto, ser transmisibles", apunta el investigador. Segata propone llevar a cabo nuevos estudios para "avanzar en la comprensión de los factores de riesgo de estas enfermedades y, en el futuro, explorar la posibilidad de reducir el riesgo con terapias que actúen sobre el microbioma o sus componentes transmisibles”, concluye.