Jaime Darío Oseguera Méndez Es un lugar común decir que todas las elecciones son distintas. No son los mismos candidatos ni los mismos puestos en disputa. También cambia el ánimo, la circunstancia en la que se desarrolla un proceso electoral. Aún sabiendo que existen tendencias, es correcto decir que en materia de elecciones los escenarios suelen cambiar. Este año habrá dos elecciones en el país: Coahuila y el Estado de México. En Coahuila se disputa la Gubernatura y 27 diputaciones locales. No hay elección de ayuntamientos porque hace algunos años cambiaron los períodos municipales y se desempataron las elecciones. Es un caso atípico por la tendencia en todo el país a que sólo haya elección un día cada tres años evitando la fricción electoral permanente. Coahuila y Estado de México son los únicos estados de la república donde nunca ha perdido la gubernatura el PRI. Se perfila una contienda cerrada porque justamente Morena ha crecido en sus preferencias electorales, incluso en esos estados muy tricolores y donde la izquierda tradicionalmente no ha tenido gran presencia Las últimas elecciones del 2021 las ganó el PRI en ese estado. Lo que habla de una estructura y organización aún muy sólida. Nadie debería desconocer que la presencia de un gobernador fuerte, popular entre la gente, es un parámetro para orientar las preferencias electorales. El Gobernador Riquelme en Coahuila es uno de los mejores calificados del país y ese antecedente jugará a favor del candidato tricolor. En Coahuila se juega el PRI el último reducto de su “voto duro”. La Coalición Va por México se ha reagrupado con un candidato priísta joven que ya ha sido alcalde se Saltillo y que parece tener elementos para disputarle la gubernatura a Morena. Las preferencias electorales en este momento están empatadas. Morena por su parte ha sufrido la ruptura que pone en riesgo su eventual triunfo. El partido del presidente se irá enfrentando poco a poco a los problemas que resultan de elegir candidatos por encuesta. Se decidieron por el Senador Guadiana cuando todos los estudios de opinión independientes, identificaban como el puntero a Ricardo Mejía Berdeja, hasta hace poco Subsecretario de Seguridad Pública. Al no resultar electo éste rompió con Morena y participará como candidato del PT. Todo hace pensar que el Verde también llevará a su propio candidato en alianza con un partido local la Unión Democrática de Coahuila. Es decir, la Coalición que ha formado Morena a nivel nacional con el PT-Verde, aquí no va a operar, lo que constituye un punto rojo en el esquema de decisiones del partido mayoritario a nivel nacional. Elegir un candidato por encuesta siempre deja dudas sobre las posibilidades reales de quienes no fueron electos, porque la encuesta es un instrumento coyuntural, una foto del momento. Justamente para eso es la elección, para que los aspirantes se muestren, exhiban sus propuestas y potencialidades. Es muy claro que un candidato puede crecer y ganar una elección a lo largo de la campaña. Hay dos conclusiones de esta decisión de Morena al no seleccionar al candidato con mayores preferencias electorales. La primera es que se va a privilegiar a quienes acompañaron al Presidente desde la formación del partido, los militantes “puros”, en lugar de seleccionar candidatos que recientemente se incorporaron a ese movimiento. Lo segundo es que muchos analistas suponen que hay una especie de acuerdo para que la división de Morena beneficie a la Alianza PRI-PAN-PRD mostrando una disposición a la democracia y reconocimiento de la pluralidad. Un eventual triunfo de la Alianza opositora será el aliciente para conservar los acuerdos de cara a la elección Presidencial del 2024. Las elecciones locales tienen una lógica muy distinta a las federales. Los intereses en los municipios y las regiones son muy diferentes a los del centro o a la dinámica nacional. En lo local los grupos de interés político, económico, social, se aglutinan entorno a sus propios intereses. Defienden sus espacios y acuerdan mantener sus privilegios. La división de Morena en Coahuila es una llamada de atención para el método de selección de sus candidatos. Suena a dedazo cuando se supone que no son “como los de antes”. Por otro lado, el Estado de México es la joya de la corona electoral. Es la entidad con mayor cantidad de votantes y la de mayor ingreso. Es el otro estado que queda de la hegemonía priísta que nunca ha perdido en casi un siglo. De ahí surge una parte importante de la clase política tricolor que ha gobernado el país. Nadie duda que, si existe algún emblema del poder político priísta, ese es el Estado de México. A diferencia de Coahuila, el gobernador no se encuentra tan bien evaluado. La violencia, inseguridad y el desempleo agobian a la entidad más rica del país donde existe una marcada influencia de la presencia que tiene Morena en la CDMX. Las preferencias en este momento exhiben una ventaja importante para Morena. Desde hace seis años, la candidata que hoy repite, estuvo a punto de descarrilar la maquinaria electoral priísta. Aquí la coalición sí está integrada con el PT-Verde-Morena y no tuvieron rupturas en la selección de su candidata cercanísima al presidente. La Alianza va por México parece sólida y tienen una ventaja: solamente habrá elección para gobernador, de manera que no habrá disputas al nivel municipal para ver quiénes encabezan las candidaturas a alcaldes y diputados, lo que quita un peso de encima a las dirigencias. Ese pleito vendrá más adelante. Los cafetólogos dicen que el Gobernador Alfredo del Mazo ha sido muy condescendiente con el Presidente López Obrador y que no será obstáculo para que Morena desarrolle a plenitud sus capacidades electorales. Viene el gran ensayo previo al 2024 cuando tendremos la madre de todas las elecciones. Lo que ahí suceda tendrá una gran influencia en el destino electoral. La moneda está en el aire.