Juan Bustos / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. A 80 años de que naciera uno de los volcanes más jóvenes del planeta, recuperar los testimonios de sobrevivientes y dar cuenta de las transformaciones sociales y culturales que ha dejado es parte de lo que se aborda en el libro, ‘Parícutin, saberes y memoria’, coordinado por investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). En el Museo Regional Michoacana fue donde se presentó esta obra, la cual fue comentada por académicos y representantes de la comunidad de San Juan Nuevo Parangaricutiro, una de las poblaciones nacidas tras el nacimiento del volcán justo un día como hoy, pero de 1943. Los coordinadores son la historiadora Juana Martínez Villa, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la Universidad Michoacana, y Pedro Corona Chávez, profesor investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra. En la presentación, Aida Castilleja González, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), destacó el trabajo de recuperación de la memoria que se realiza y recopila en el libro, asimismo la descripción del paisaje que se tiene, por ejemplo, como el cultivo de aguacate que ha rodeado actualmente la zona del volcán apagado. Destacó lo didáctico que es la obra producida por los académicos participantes y que bien podría ser utilizada como texto escolar al explicar muy bien los tópicos de la geología que describen el nacimiento del Parícutin. La investigadora resaltó el contraste que hubo por la sorpresa del volcán: por un lado, muchos científicos estaban fascinados con el fenómeno, mientras que para muchos pobladores fue el dolor del desarraigo a su tierra y la pérdida de sus casas y sus ancestros, al tener que mudarse por el inminente peligro de erupción. El profesor Gabriel Anducho Campoverde, habitante del municipio de Nuevo San Juan Parangaricutiro, recordó que sus padres se casaron en pleno nacimiento del volcán, caía ceniza cuando estaban en la ceremonia y destacó que pertenece a la generación que nació tras este hecho y se asentó ya en Nuevo San Juan. “Mi padre se casó con mi madre en 1943, justo durante la erupción del volcán. Junto con otras familias fundaron el nuevo pueblo y vivieron allí durante muchos años. Este es un recuerdo que hemos llevado con nosotros durante toda nuestra vida”, recordó. También rememoró que la niebla provenía del volcán y en ocasiones el viento la llevaba hacia otro lado, pero a veces era una lluvia de arena que duraba horas y cubría no solamente los techos, sino también las calles; “contaba cómo incluso la arena se colaba en la masa de las tortillas y al masticarlas se podía sentir la arena crujir. Ahora, casi 60 años después, me doy cuenta de cómo han cambiado las cosas desde mi infancia”, valoró. Mencionó que las contribuciones en el libro muestran una perspectiva analítica y metodológica ampliamente interdisciplinaria; y es que, a años de su nacimiento, el volcán Parícutin sigue causando admiración a los visitantes nacionales y extranjeros, quienes no pueden resistir “la tentación” de escalar el cono e incluso bajar al fondo del cráter. Por su parte Isabel Israde, investigadora nicolaita, manifestó que, a través de su narrativa sencilla y su lenguaje espontáneo, los autores de los capítulos llevan de la mano a través de la construcción del espacio vivido a través de los sentidos de los habitantes de la zona. “Nos enseña nuevas palabras que resumen el lenguaje técnico utilizado de una manera poética, a partir de su experiencia personal de la erupción volcánica”, dijo. Expuso que los coordinadores de la investigación describen muy bien cómo la erupción volcánica afectó la zona, con la destrucción de bosques y ríos, así como la transformación de 230 kilómetros cuadrados de tierra con la deposición de 1.4 kilómetros cúbicos de materiales. “Los habitantes de la zona tuvieron que lidiar con las consecuencias de la erupción, y algunos incluso perdieron sus hogares y medios de vida. Sin embargo, a pesar de la devastación, estos agricultores perseveraron en su esfuerzo por revivir la producción de la tierra, a pesar de las dificultades”. Señaló que se también destaca la sabiduría ancestral de los habitantes de la zona, la cual –lastimosamente- se está perdiendo con el tiempo, “por ejemplo, los ancianos de la zona podían predecir el clima a través de la observación de la luna y los rastros de animales”. Fundan pueblo de San Juan Nuevo Era 20 de febrero de 1943 cuando el campesino Dionisio Pulido, de Parangaricutiro, vio como en sus terrenos se abrió la tierra, empezó a emanar vapor y a volar piedras. Era el Parícutin, que justo nacía Tras el aviso, la gente tuvo que emigrar ante el peligro de este nuevo volcán. La actividad volcánica duró 9 años y la lava recorrió 10 kilómetros, arrasando los poblados de Parangaricutiro y Parícutin. No hubo víctimas humanas, dado que se contó suficiente tiempo para desalojar a toda la población que fundó San Juan Nuevo Parangaricutiro.