Gonzalo Reyes En el año 1922 se vivía la etapa pos revolucionaria en nuestro país. Aun no terminaban los enfrentamientos e incursiones armadas derivadas de inconformismos y en algunas otras ocasiones por mero vandalismo. Y como en el caso de la revolución cristera, por la fe y el fanatismo. México vivía en extrema inestabilidad tanto social como en su estructura de gobierno, pero ya se gestaban grandes proyectos para entrar en la plena pacificación y en el tema de estabilidad, aunque permeaba la amenaza de la guerra en el mundo; la constitución de Querétaro en 1917, ya había entrado en vigor y las leyes emanadas se empezaban a cumplir con el anhelo revolucionario y con la plenitud libertaria que la revuelta de 1910 había despertado en el sentimiento nacionalista. Morelia, la ciudad de plenitud para el descanso de los altos estratos en tiempos de la colonia, se encontraba en auge y pujanza popular, ya había sido poco a poco poblada en invadida en sus terrenos bajos donde se desarrollaba el ecosistema de lagunas, pantanos y Ciénegas que le dieron el clima ideal al islote o península que incorporaba el centro donde está la catedral. La población crecía y las necesidades propias de una ciudad se iban cumpliendo al paso de los acontecimientos y la modernidad de la época: para ese 1922, aun no existían los vehículos de combustión interna, aunque se sabe que el ferrocarril ya cruzaba tierras michoacanas; entonces la iniciativa privada, los hombres del comercio y el intelecto de hace 100 años tenían junto con el pueblo en general como opción para el entretenimiento, para la diversión, recreación y para extasiarse en emociones; a los deportes que habían derivado del trabajo campirano, las actividades a caballo que tanto hemos mencionado que le han dado identidad a nuestra nación; y ya para ese entonces la federación nacional de charros, ya existía y se habían fundado las primeras de sus asociaciones. Los terrenos que en aquella época estaban alejados y mucho de la ciudad, hoy entre la Avenida Camelinas y la Calzada Ventura Puente, en las inmediaciones del Rio Chiquito, por ahí estaba “La Alberca de Leti”, que aun a la fecha existe una ruta de servicio urbano con ese nombre “Alberca”: pues ahí en esos terrenos se reunían los fines de semana un nutrido grupo de hombre recios, entre ellos y sin demeritar al resto, que por sus actos y el servicio que le dieron a nuestra nación, a la fecha son considerados héroes nacionales; todos se reunían a caballo, algunos llegaban en sus coches tirados por briosos corceles o bien montados en los pencos de faena, no había más trasporte pues. En aquellos terrenos cuando en la época de lluvias se formaban extensos pantanos y Ciénegas y donde escurría de la sierra sur y había manantiales de agua pura, a pocos metros del Río, existía una gran barda, larga, que a su costado daba lugar a un extenso carril. Ahí se las ingeniaban y los hombres a caballo de aquel entonces practicaban la suerte de los piales a las yeguas, ahí se acomodaban y corrían a los equinos y les lanzaban soberbios piales que al cuajar en los cuartitos traseros hacían parar a las brutas que a todo galope y una vez enlazadas, con la soga en el cabezal de la silla de montar, inundaban el lugar con el espeso ahumadero que desprendía al rose de la soga de lechuguilla con el cuero que recubre el fuste de la montura y su cabeza, a la vez que el aroma característico, sabroso, agradable, de la lechuguilla quemada inundaba el ambiente. En esos y así por años y quizás por siglos fueron el antecedente de las competencias charras, hasta antes que se institucionalizara esta mexicanísima actividad de subsistencia como “el deporte nacional por excelencia” y que se le dotara de reglamentación y clasificación a cada una de las 9 suertes que hacen surgir todo el esplendor de las faenas más admiradas, de las labores que sobre el caballo, a pie y con el ganado vacuno el hombre de México, le ha dado identidad a un deporte único y que deriva de las habilidades que se logran en el campo con el manejo del ganado mayor. Del grupo de hombres de a caballo de 1922, en sus travesías que desarrollaban por el gusto pleno, surgió la inquietud de formar su asociación de charros y pertenecer a la naciente Federación De Charros, cuando apenas engrosaban la lista solo dos asociaciones; y así vieron cristalizada la ilusión de tener la propia, la tercera asociación a nivel nacional de charros y la primera en Michoacán. Daniel T. Rentería, fue el hombre que se movilizó en los altos niveles para dar forma al proyecto y lo lograron el día 13 de marzo, de hace 100 años y tuvieron como domicilio solamente la referencia de, entre Avenida Ventura Puente y Rio Chiquito, que era el lugar donde realizaban sus pialaderos cuando se les otorgó el nombramiento siendo el General Álvaro Obregón, presidente de La República Mexicana: los hombres que forjaron y lograron el objetivo fueron Daniel T. Rentería, quien a la postre fue su primer presidente; Antonio Ramírez Caballero, Pastor Castro Tinoco, Nahúm Pedraza López, José Sánchez Calderón, Francisco Paramo, Luis Ibarrola, Antonio Del Moral, Ramón Ramírez Pérez, entre más entusiastas que se daban el gusto de pialar yeguas brutas. Pasaron los años y en la década de 1940 presentaron al municipio de Morelia, la primera mesa directiva, donde don Daniel T. Rentería, ya los dijimos fue el primer presidente y tuvieron como presidente honorifico al General Lázaro Cárdenas Del Río; el vicepresidente de aquella primer mesa directiva fue el General Nazario Medina y el secretario fue Arturo Chávez Mora, el resto de la planilla la conformaron Alfonso Albor, Enrique Calderón, José Calderón, Guillermo Cardiel Pedraza, José Cardiel Pedraza, Guillermo Cardiel Pedraza, Pastor Castro Tinoco, Ramón del Moral Melchor, José Durán, Filiberto Fuentes, Luis Gómez Hurtado, José Cruz Guzmán Rangel, Alfredo Hernández, Ezequiel Medina, Eudoro Navarro Chávez, Nahúm Pedraza López, Joaquín Pérez Aceves, Antonio Ponce de León, Ramón Ramírez Pérez, Antonio Ramírez Caballero, José Pilar Ruiz y Juan Tovar. En donde actualmente se encuentran las instalaciones de la Asociación de Charros de Morelia A. C. que así se llama desde su fundación, se encontraba un gran predio a una cuadra y hasta la avenida Lázaro Cárdenas, ese lugar era El Rancho El Aguacate, que tras gestiones y donaciones sirvió en su fraccionamiento y venta para solventar los gastos para la edificación del complejo que actualmente consta de un hermosos lienzo con graderío y techado, además de salones para eventos públicos y privados en lo que se ha conocido desde entonces como El Casino Charro, que en su idea original contaba con capilla donde oficiaban misa antes de cada competencia charra y que en la actualidad esta convertido en uno de los 3 salones con que cuenta el complejo, mientras que el escenario de las actividades charras, El Lienzo Charro de Morelia, se le sigue reconociendo como El Rancho del Charro, por cierto uno de los primeros también, edificados en espacial para practicar este deporte. Y precisamente en esa década de 1940, cuando ya se contaba con instalaciones propias e identidad como asociación charra, el general Manuel Ávila Camacho, siendo presidente de La República Mexicana, eleva y decreta a la charrería como El deporte Nacional Por Excelencia. La Asociación de Charros de Morelia A. C. le vino a dar un gran impulso a la economía y a la actividad de esparcimiento a la ciudad de Morelia, anteriormente no existían más alternativas para la diversión de los morelianos: y cada tarde de competencia charra, el lienzo charro de Morelia, lucia abarrotado de gente que se identificaba con este deporte que por fin lo podían presenciar cómodamente y con toda la reglamentación oficial que rige para cada competencia donde un prestigio y renombre se está en juego; habría que recordar que el único escaparate para la recreación colectiva nada más se tenía en la antigua plaza de toros de San juan. La que para entonces ya había sido demolida, por estar en el mismo centro de la ciudad y así fue que El Lienzo Charro de Morelia, fue la cede para las tradicionales corridas de toros durante varios años mientras se construía la plaza Monumental: y en el Lienzo del Rancho del Charro, fue que se vieron en acción a los grandes iconos de la tauromaquia en lo que fue la gran faceta de este lienzo. La Historia de la centenaria Asociación de Charros de Morelia A. C. Está llena de grandes momentos y hazañas, los congresos más importantes se han realizado en esta cede: y el evento magno que solo le ha faltado es el nacional, pero los charros de todo el país y de otras latitudes han venido a mostrar su arte y a engrandecer la tradición mexicana y si hablamos de grandes charros nuestra centenaria asociación cuanta, con dos de los más prestos y mejores en el universo de la charrería: uno ha sido don Pedro López “El Jaripo” y el que quizás ha sido el mejor a nivel nacional y justificado por sus logros ha sido don Antonio Cano Hernández, quien en el mes de mayo de 1959, se trajera contundentemente el primer lugar nacional en manganas a pie; del congreso charro nacional celebrado en Puebla, al electrizar a la concurrencia e impactar a los jueces con sus perfectas manganas ejecutadas “al tirón del ahorcado”, prácticamente con la fuerza del cuello derribando limpiamente a sus yeguas en cuanta oportunidad tuvo de realizarlo: y en ese mismo congreso nacional “El Jaripo” se trajo el primer lugar nacional en Cala de Caballo, precisamente montando al Arete, el cuaco consentido propiedad de don Antonio Cano Hernández. La historia es extensa y da para escribir un libro: vamos en la introducción gracias a los datos e investigaciones que nos ha compartido el profesor Manuel Cano, hijo del charro ideal, don Antonio Cano, con la colaboración del señor Raúl Osnaya; temas que seguiremos trascribiendo: de tanta historia; y datos de actores que hoy son héroes de nuestra patria y con orgullo charros michoacanos, como lo es nuestro director el Lic. Álvaro Medina González, socio por igual de esta institución charra que preserva nuestra historia, cultura e identidad ante los ojos del mundo. Por lo pronto ya están realizándose los festejos de los 100 años y todos son con entrada gratuita para quien tenga oportunidad de acudir al Lienzo Charro de Morelia, lo haga hoy mismo y en los próximos eventos.