EFE / La Voz de Michoacán Lima. "Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo" se ha convertido en la gran sorpresa del cine peruano y la película en quechua más vista en la historia del país, un éxito que su director, César Galindo, atribuye a la ausencia de los "clichés" que históricamente han acompañado al mundo andino de Perú, al que reivindica como una "cultura viva" y alejada de lo "exótico". "Pienso que el éxito de la película es porque la gente no está acostumbrada a ver seres humanos en quechua (…) que saben amar, sufrir, reír, que tienen toda la gama de sensibilidades que tiene el ser humano (porque) siempre se ha asociado al mundo quechua a la tristeza, a la guerrilla y a la miseria", opina el cineasta en una entrevista con EFE. A través del séptimo arte, Galindo trata de mostrar ese mundo andino peruano como "una cultura viva". "Que no hemos desaparecido, que no somos seres antropológicos, ni exóticos, ni folklóricos, que somos seres humanos como cualquier pueblo en el mundo", resalta el director nacido en una pequeña localidad del departamento de Ayacucho, en plena cordillera. "DERECHO A EXISTIR" Ambientada en la década de 1970, "Willaq Pirqa" narra la historia de Sistu, un niño entrañable de diez años que descubre, con asombro genuino, la magia del cine en una remota aldea de los Andes peruanos. Ese descubrimiento confronta a su comunidad con su cultura y, ante ello, el niño es elegido para ir todas las semanas al pueblo a ver una película y contarla a todos en la plaza, pero la pasión de Sistu por relatar historias lo lleva a crear su propio cine, con sus propios personajes, tramas y, sobre todo, idioma. Tenemos derecho a existir con nuestra propia cultura, a escribirla con nuestras propias manos, a sentirla con nuestros propios corazones, hablarla en nuestro propio idioma. Tenemos derecho a contar nuestras historias", reflexiona el cineasta. Todo el filme, que tiene reminiscencias de drama y comedia, y hasta coquetea con los musicales, fue rodado en diversos lugares de la sureña región de Cuzco y en quechua, aunque Galindo filtró el castellano en algunas escenas muy puntuales, como una suerte de guiño crítico a la imposición. Lo usa, por ejemplo, cuando la comunidad entona el himno nacional peruano, en castellano, para "mostrar lo absurdo que es esa obligación" de cantar, a 4.000 metros de altura, en un idioma que no es el suyo y a un Estado que "no les ofrece nada". "¿Por qué en mi país vamos a obligar a un alto sector de la población a ser migrantes en su propio país?", se pregunta. RÉCORD CINEMATOGRÁFICO El embrión de la cinta se remonta a 2006, cuando Galindo esbozó las primeras líneas de un guión que, 18 años después, batiría récords en la historia cinematográfica de su país. Hoy, "Willaq Pirqa" acumula más de 80.000 espectadores y espera permanecer 14 semanas en cartelera desde su estreno en la pantalla grande el 8 de diciembre pasado, justo un día después del fallido autogolpe que intentó perpetrar el expresidente Pedro Castillo. De hecho, la exhibición de la película en las salas de cine ha coincidido, en tiempo y espacio, con una inédita crispación política y social en Perú, sumido en una ola de protestas antigubernamentales que se ha cobrado la vida de 70 personas, según diversas fuentes. Galindo dice no haber "digerido" si este fenómeno influyó en el éxito del estreno de su cinta, pero sostiene que, quizá, la gente "encontró como refugio la película o de repente las clases sociales más altas como una manera de justificar la existencia de ese cine". En todo caso, el cineasta cree que, a pesar de que las protestas revelaron las enormes desigualdades de la sociedad peruana, "todos" los ciudadanos, indiferentemente de su clase social o procedencia, se reconocen, en "diferentes porcentajes", con su cultura ancestral. Y, al final, "Willaq Pirqa" logró conquistar a miles de peruanos y ser, como quería su artífice, una "objeto" para "discutir y reflexionar sobre la cultura y el pueblo" quechua, del que más de 5 millones de peruanos se sienten parte.