Luis Sigfrido Gómez Campos Anaya parecía ser un muchacho inteligente. Un poco ambicioso, pero lleno del tipo de cualidades de las que se necesitan para llegar alto en la política. Falto de escrúpulos y dispuesto a traicionar a quien le tiende la mano; entusiasta empresario y luchador incansable por hacerse de un patrimonio para alcanzar sus metas, al estilo de aquel que sabe muy bien que “un político pobre no es más que un pobre político”. De los candidatos a la presidencia sin duda es el que mayores cualidades retóricas muestra. Muy ágil para hilvanar fracesitas incendiarias e inyectar de énfasis necesario en los denuestos, o bien matizar con dulzura en los ruegos o los elogios; pero hábil, sobre todo, para encarar las acusaciones en su contra: ¿Cómo osan acusarlo de corrupción cuando todo mundo sabe que es un honrado empresario que se ha pasado la vida trabajando por el bien de su familia, de los trabajadores a su servicio y por México? Esto no puede quedarse así. Hay que acabar con la impunidad. Nada de perdón y olvido para quién haya sido deshonesto. Hay que meter al bote a los corruptos por alta que sea su investidura. Anaya olvidó que escupir para arriba es desafiar las leyes de la física; que sólo puede arrojar la piedra el que verdaderamente está libre de pecado; que en política, cuando se quiere aniquilar al adversario hay que hacerlo cuando se cuenta con la fuerza necesaria para el logro de ese cometido, porque si no es así, el adversario devolverá el golpe multiplicado a la octava potencia. En fin, en esta última semana Ricardo Anaya nos dio una lección de todo lo que no se debe hacer en el ámbito de la política práctica. Como diría el niño verde: se chamaqueó solito. Le ganó la calentura y nos mostró que estaba más verde que los del partido ecologista. Cuando alguien decide dedicarse a la política debe saber con quien se enfrenta, cuál es el mejor momento para enfrentarse, para qué se enfrenta y cuál es la ganancia que va a obtener enfrentándose. Si no ha resuelto satisfactoriamente estas cuestiones no debe optar por el enfrentamiento. Esto no quiere decir que tenga que abdicar de sus convicciones y propósitos para cuando tenga el poder, pero debe esperarse a obtenerlo para emprender todas las acciones reivindicatorias que se le antojen en contra de quienes detentan el poder. Básico. Mucha gente pensaba que Anaya era el probable receptor de los votos útiles; que podría concentrar en su persona el apoyo de todos los poderes fácticos que no desean el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Dicen que los mismos empresarios se lo plantearon al Presidente. Que todo era cuestión de definir la mejor opción entre Meade y Anaya. Pero de repente se da a conocer un video en cadena nacional y a todo color, por todos los medios audiovisuales y cibernéticos con el escándalo de que el candidato presidencial Por México al Frente, Ricardo Anaya, obtenía recursos de forma ilícita para su campaña. De manera inmediata el propio candidato responsabiliza al Presidente de la República de haber filtrado el video y de orquestarle una nueva campaña en su contra porque, él mismo reconoce, ha amenazado con meterlo al bote. Además, dice, el video es falso de toda falsedad. Responsabiliza al propio Presidente Peña de todo lo que le pueda pasar a él y a su familia y enseguida se dice víctima de un atentado contra su vehículo. También dice que el Presidente y AMLO ya suscribieron un pacto de impunidad con el fin de desplazarlo porque él era el bueno... Perdón, pero pero ya me perdí, demasiada información. De todo lo anterior, lo que queda en la conciencia de la colectividad es que Ricardo Anaya, Ricky RiquínCanallín, como le dijo Andrés Manuel en el debate, es un pobre niño rico habilidoso y chapucero que hasta ahora ha sabido aprovechar las debilidades de un sistema que le ha permitido escamotear sus responsabilidades fiscales mediante la contratación de empresas especializadas en lavado de dinero. La afirmación de que se trata de un video falso para incriminarlo de hechos en los que él es totalmente ajeno suena ridículo. El golpe mediático está dado sobre bases muy sólidas. La lógica de lo que se dice y se ve genera convicción en quienes lo presenciamos en los medios. Además ¿qué objeto tendría preparar todo un escenario de esa envergadura a un mes de las elecciones para atacar a un candidato que va alejado del primer lugar con más de 20 puntos porcentuales de diferencia? Eso no va a catapultar a José Antonio Meade hasta el primer lugar de preferencias electorales. ¿Que se trata de un video preparado porque aparece una copa de vino intacta y una botella de agua sin abrir? Ridículo. ¿Que Peña Nieto y AMLO llegaron un acuerdo que establece que el candidato de MORENA no realizará acciones legales de persecución en su contra? Falso. López Obrador se propuso desde un principio no realizar una campaña basada en la persecución. Ha manifestado en reiteradas ocasiones la imposibilidad jurídica de sancionar a un expresidente. Muchos pensamos que Anaya tenía la posibilidad de llegar, pero le quedó grande la empresa, y él no tendrá una segunda o tercera opción porque no es un verdadero líder, es un pobre niño rico RiquínCanallín. luissigfrido@hotmail.com