ENTREVISTA| Juan Pablo Arroyo Abraham, prueba y error como espejo de vida

El primer reto es el dinero, hacer una película es muy caro. El segundo reto es crear una buena historia, y en tercer lugar, llevar esa historia a la pantalla y que siga conservando la verosimilitud, esa naturaleza original de cuando se gestó.

Foto: Rita Gironès

Rita Gironès

Estudió cinematografía desde muy temprana edad y cursó la carrera de arqueología guiado por una motivación trepidante: llegar a ser arqueólogo submarino documentalista en la antigua Grecia. Hoy, Juan Pablo -arqueólogo, buzo y cineasta- se sumerge a través de sus películas en la hondura de otros mares también profundos: las emociones del ser humano. Concluyó una maestría de Cine en Madrid, y supo que el arte le daría la sensibilidad necesaria. Ahora Juan Pablo Arroyo reapertura “Solaris” para bien del mundo.

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¿Qué querías ser de niño?

Quería ser cineasta. A pesar de ser muy penoso, quería comunicar con la palabra, compartir un mensaje.

¿Qué quieres ser ahora?

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¡Quiero seguir siendo lo que soy! Como cineasta me siento muy satisfecho, pero esta búsqueda de la felicidad es en muchos sentidos: la diversidad de vida que llevo, tener una familia grandísima y no perderme nada de ellos, disfrutar y aprender de los negocios, ser muy creativo.

¿Cómo definirías tu profesión?

Me considero cineasta por naturaleza porque cuando estoy rodando una película soy la persona más feliz del mundo. El indicativo es sentir la plenitud en lo que haces. Y a la vez, me gusta ser un poco de todo, ¡la oferta del mundo es demasiado amplia como para no aprovecharla! La narrativa como tal, los largometrajes de ficción o de drama, las películas de autor, me atraen demasiado y me fui por ese camino... Pero fui antes artista que empresario. Por lo que a las empresas que yo manejo, les inyecto una dosis de creatividad y de altruismo.

Principal rasgo de tu carácter.

Soy demasiado tranquilo. Me considero una persona muy pacífica y sensible. Quizás de chico lo veía como un defecto, pero ahora lo considero una virtud.

Después de vivir experiencias en otros lugares del mundo, decidiste instalarte en Morelia, abrir nuevamente aquí las puertas de “Solaris”.

Mi familia es de Morelia, mis raíces están aquí. Y aunque siempre tuve la inquietud de huir y conocer el mundo -viví en Italia, Nueva York o Madrid- aquí tengo lo más importante: mi vida, mi familia, mis hijos. Todo lo que he aprendido lo quiero regresar a esta ciudad, y Solaris forma parte de esto, una retribución a Morelia con una sala de cine de calidad y gratuita.

¿Qué tipo de cine veremos en Solaris?

Cine de autor, cine de arte, un cine más profundo, de largo alcance, y que una vez terminada la función te aporte algo más. La idea es que en cada proyección pueda acompañarnos alguien del cast, ya sea el director/a, las actrices o los actores, etc. En fin, lograr un laboratorio de diálogo con el público.

¿Qué película o directores te han impactado, qué actores o actrices destacarías?

Blade Runner, en su momento me dejo impactado por lo novedoso, casi surrealista. Y directores de la talla de Luis Buñuel, Tarkovsky o Ingmar Bergman. Recientemente Brendan Fraser en su último trabajo, La Ballena. Me gustan mucho los trabajos de Ricardo Darín y Daniel Alcázar. Y Juliette Binoche, fabulosa en sus primeras películas.

¿El cine es un asunto más poético o político?

Más que políticos, mis documentales son sociales. Pero ciertamente un cine sin poesía sería como un ser humano sin corazón. La poesía es el motor, el ingrediente principal para que una película te llegue.

¿Qué importancia tiene el silencio en el cine?

Muchísima. Le das al espectador la posibilidad de que digiera lo que ya vio y haga su propio argumento.

¿Qué aspecto priorizas en la creación de una película: un buen guion, una foto espectacular, una actuación genuina, una dirección sobria?

Yo antes me enfocaba principalmente en la parte estética. En Día Seis fui un poco más empírico y buscaba como escritor la resolución del personaje. Pero en Almas Rotas le di más prioridad a una actuación cuidada y me permití dar un paso más allá en el tema actoral. Ahora, en este tercer largometraje que estoy llevando, quiero seguir cuidando eso, profundizar en el diálogo con el actor o la actriz para lograr una buena creación conjunta.

¿Cuál es la mayor dificultad para llevar a cabo una película?

El primer reto es el dinero, hacer una película es muy caro. El segundo reto es crear una buena historia, y en tercer lugar, llevar esa historia a la pantalla y que siga conservando la verosimilitud, esa naturaleza original de cuando se gestó. Si el contenido y la esencia de esa película que quieres hacer no es real, el espectador sabrá darse cuenta.

¿Qué tan crítico eres al ver una película?

(Risas) Bueno, todos somos aprendices, somos como una esponja. Esto es un continuo aprendizaje.

Qué película te encantaría filmar y con quién.

Me gustaría abordar la condición humana, psicológica, los miedos a la muerte. Sobre esos temores, esas nuevas inquietudes a los 50 ó 60 años, donde la vida te cambia por completo. Trabajar con Ricardo Darín sería fabuloso, y también nuevamente con Marco Treviño.

¿Qué es para ti la Cultura?

Es la herramienta más poderosa que existe para tener una sociedad sana en todos los sentidos. Y con sana me refiero a espiritual, mental, económica, y a nivel de relaciones humanas.

Rita Gironès, escritora, docente y artista escénica. Catalana y mexicana. Lleva 20 años residiendo en Michoacán trabajando activamente por la cultura. Apasionada de las Humanidades, obtiene el Premio Nacional de Dramaturgia en México, 2022.

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