Luis Sigfrido Gómez Campos Ya nos alcanzaron los tiempos de la sucesión presidencial. Pensábamos que la cosa era tranquila y que habría la posibilidad de buscar y de encontrar el mejor procedimiento para elegir a quien mayores virtudes poseyera en eso de la toma de las decisiones importantes que beneficien a los habitantes de esta “suave patria”. De cualquier modo, no hay pierde, el candidato que sea postulado por el Partido de Regeneración Nacional (Morena) será el próximo Presidente de la República. No se requiere ser mago ni conspicuo analista político para llegar a esta conclusión. Los índices de aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador lo dicen todo: cuenta con una base de apoyo incondicional arriba del 60% en todas las encuestas. Y este respaldo de las masas al Presidente no es gratuito. Todo era cosas de voltear a ver a los millones de ciudadanos desposeídos a los que no les hizo justicia la Revolución; de volver la vista al medio rural mexicano al que hace referencia Juan Rulfo en sus libros y ver que siguieron siendo los mismos miserables que fueron utilizados como carne de cañón en el último movimiento social. Basta con observar las condiciones de vida de los mexicanos que viven en las zonas urbanas de las grandes ciudades de nuestro país. Sólo de esta manera se podrá realizar un acercamiento a la radiografía electoral del México de hoy. Ahora bien, la base electoral de los partidos que constituyen la oposición de hoy: PAN, PRI, PRD, por importante que sea, no les alcanzará para contender con el candidato o la candidata de Morena, cualquiera que sea. En primer término, porque estos partidos ya tuvieron la oportunidad de enfrentar la compleja realidad política de nuestra patria y sus resultados fueron exiguos, y, en segundo término, porque de entre todos sus líderes que pudieran aspirar a contender por la Presidencia de la República no existe uno solo que se observe con los arrestos mínimos indispensables para enfrentar a quien resultare candidato de la 4T. Y la más importante de las consideraciones: la base ideológica de la que parten estos partidos es muy endeble. No cuentan estos con una propuesta de país que pudiera atraer a los ciudadanos. Su base ideológica la sustentan en la crítica, muchas veces insana, de lo que consideran los errores de la 4T y el Presidente de la República. No basta, y no cuentan con el tiempo suficiente para articular un discurso coherente y creíble para los millones de electores que decidirán los destinos de la patria en 2024. Como quiera que sea, al parecer el candidato a suceder al Presidente López Obrador saldrá de uno de los cuatro personajes políticamente más relevantes del actual gobierno de la 4T, que son: Ricardo Monreal, actual Senador de la República; Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard, Secretario de Relacione Exteriores y Adán Augusto López Hernández, Secretario de Gobernación. El Senador Ricardo Monreal, de manera muy reciente, ha vuelto a ser considerado con posibilidades reales de contender para la máxima magistratura del país. Había dejado de ser tomado en cuenta por su carácter impulsivo y querer imponer sus condiciones; por mostrar sus intenciones demasiado temprano y querer marcar la pauta de una ruta que tiene sus propios tiempos y condiciones. Al parecer, ha dejado clara su lealtad y ha moderado su lenguaje arrebatado. El Senador Monreal es un hombre inteligente y pudiera, si bien le va, contender para un puesto de menor jerarquía como la gubernatura de la ciudad de México. Pero para la presidencia de la Republica le falta, según creo, estatura política. La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, a quien últimamente se le ha visto muy segura de sí misma, un tanto sobrada porque siente que la campaña realizada por todo el país la coloca como la gran favorita si esto se decide a través del mecanismo de las encuestas, es, no lo dudamos, seguramente una mujer inteligente; pero es una mujer sin personalidad propia, sin carisma; vale por que “la hace” el puesto; pero la misma Ciudad de México la repudia, como ya se vio en las pasadas elecciones intermedias. No es una candidata fuerte, salvo para sus subalternos y algunos despistados que se pueden subir al carro equivocado. El Canciller Marcelo Ebrard Casaubón es un hombre de 63 años en plenitud de facultades físicas y mentales; un hombre inteligente con una gran capacidad discursiva y una experiencia política y administrativa a toda prueba. Además de ser un hombre culto, es un caballero leal y honorable que sabe medir los tiempos y someterse a las reglas. De ahí su exigencia de pedir normas claras para la contienda interna de Morena, lo que ha hecho que algunos interpreten como apresuramientos indebidos. Ebrard garantizaría la seguridad de la continuación del movimiento de la 4T porque es un hombre de convicciones. Adán Augusto López Hernández, actual Secretario de Gobernación, es un hombre engañoso; físicamente parece más grande que el propio presidente Andrés Manuel, pero tiene, según datos biográficos de Wikipedia, quizá 10 años menos. Su lentitud en el habla y en el andar, así como otras características de su personalidad, lo hacen ver como un hombre mayor. Se dice que es el hombre más cercano al presidente López Obrador, además de ser su paisano, por lo que no habría que descartarlo. Creo que no sería un buen candidato por su personalidad apagada, pero no hay que perderlo de vista. luissigfrido@hotmail.com