Precarias, políticas culturales: Leopoldo González, Premio Internacional de las Letras

El también columnista de esta casa editorial además coordina talleres literarios en reclusorios del estado, desde donde ve la urgencia de mejores políticas públicas en el sector cultural

Foto, Jorge Ávila.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Para el escritor, editor y docente Leopoldo González, impera la precariedad de esfuerzos en las políticas públicas encaminadas a la promoción y difusión cultural tanto en el estado como a nivel federal. El recientemente galardonado con el Premio Internacional de las Letras Hispanas que otorga la Asociación Internacional de Poetas y Escritores Hispanos (Arte-Pax), en la ciudad de Orlando, Florida, catalogó como “rinconera” la visión que desde el gobierno se tiene de la actividad cultural.

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Para el director de la revista Letra Franca y la editorial del mismo nombre, en Michoacán la política cultural carece de seriedad, no está bien planteada ni tiene un horizonte e ideario mínimos. “En resumen, no hay política cultural, hay burocracia cultural con una visión chata de la administración de los asuntos culturales en el estado. No hay visión, no hay soporte de un programa cultural, no hay enfoque ni continuidad, no hay proyectos surgidos del actual gobierno bien elaborados, con base en un diagnóstico realista. Un apolítica cultural real en el plano estatal, no hay, y esto es deplorable”.

En entrevista con La Voz, el escritor y docente ve la misma situación en el gobierno federal: “Los defectos y las deficiencias que se observan en Michoacán tienen un nítido reflejo en lo nacional, porque no hay una política cultural sólida desde el gobierno federal. No hay aliento a la danza, no hay un programa general de publicaciones que corresponda a la Secretaría de Cultura, que nadie sabe dónde queda (muy parecido a lo estatal)”, por ello, continúa, “si no hay aliento a la danza, al teatro, a la literatura; si no hay políticas culturales gestivas y autogestivas que incluyan a la población, a los autores, a los artistas; si no hay aliento a la pintura desde la secretaría federal y el Conaculta, no tenemos políticas culturales, tenemos cascarones a los que les falta la clara y la yema”. Desde esa perspectiva, calificó el panorama de la cultura en México como desértico, inhóspito y plagado de incertidumbre, y en virtud de ello es que, señala, se vuelven necesarios esfuerzos como los que se hacen desde los foros y los grupos independientes.

Volviendo al plano estatal, González Quintana enfatizó que desde la Secretaría de Cultura de Michoacán podría lanzarse un programa de talleres en las principales ciudades del estado, “significando una ventana para la gente que no tiene acceso a las actividades de la capital del estado, pero además habría que desdoblar este esfuerzo y llevarlo a los barrios a las comunidades”. Pero en la dependencia estatal, reprocha, “no hay siquiera un programa de publicaciones de autores michoacanos, hace años que no se publica un libro. Entonces tenemos instancias que no tienen amor a la literatura ni programas de estímulo y aliento a la creación literaria”.

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Ante ello, reprocha el escritor, lo que sí hay es una visión “rinconera” de la cultura, de la política, de la economía, y eso habla de las limitaciones. “Hay una visión rinconera de la academia, por eso los ataques y embates de Morena al Conacyt. A las instituciones no hay que desaparecerlas, hay que reformarlas y mejorarlas, pero tienen una visión equivocada. Yo apuesto por que superemos visiones rinconeras en materia literaria, cultural, artística, pero también en política económica. Que superemos esas posturas y abramos nuestra vista y sensibilidad a las corrientes que se desarrollan en todo el mundo. En otras palabras, nos falta apertura, que se puede lograr sólo si superamos las visiones rinconeras de la cultura jicarera que tenemos en el estado y en el país”, señala, en alusión a que muchas veces, las autoridades encargadas de la política cultural sólo apuestan al folclor y las tradiciones no como los bienes culturales que significan, sino como productos turísticos de valor mercantil en pro de la derrama económica.

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Letra Franca, complicidades intelectuales

Ante la falta de espacios en Michoacán y la carencia de foros culturales impresos para publicar continuamente lo que se hace en lo literario, en lo intelectual y en el ámbito académico, es que surgen esfuerzos de la sociedad, como los foros independientes o publicaciones como Letra Franca, que Leopoldo González dirige desde 2012.

El editor señaló que si bien están las instituciones como la Universidad Michoacana, que tienen sus publicaciones habituales, “a nivel independiente hacía falta abrir un surco y dar voz a autores que no tenían dónde publicar, pero había que ser selectivos para tratar de escoger lo mejor que hay en Michoacán y en otras partes del país. En Letra Franca ha habido autores del estado, pero también de la Ciudad de México, de la frontera norte, del sur, de la región occidente y el centro del país. Por eso Letra Franca es una especie de caleidoscopio de la cultura en México y se ha ganado ese espacio a lo largo de los años”, todo ello en un marco de amistad y complicidades intelectuales con los creadores que han pasado por sus páginas o que le han confiado su obra a la editorial que González Quintana encabeza.

A la libertad por la cultura

Desde hace poco más de un año, Leopoldo González tiene a su cargo la coordinación de los talleres de creación literaria que se imparten en distintos centros penitenciarios de Michoacán, con participación de hombres y mujeres que mediante la escritura han hallado una forma de expresión y de, al menos espiritualmente, ser libres.

La iniciativa, surgida del director del Sistema Penitenciario estatal, Ignacio Mendoza, comprende 14 talleres de literatura dentro de 8 centros penitenciarios, con un funcionamiento regular y periódico en todo el estado, indicó Leopoldo González.

Pero el esfuerzo va más allá de sesionar semanalmente, sino que además se han compilado los textos producidos directamente por las personas privadas de la libertad que forman parte de los talleres, y así nació la colección “A la libertad por la cultura”, cuyo primer trabajo salió a la luz el año pasado, titulado “Las rejas no matan”, en “una edición económica, corta, de 100 ejemplares más algunos que mandamos imprimir después, y está compuesto por obra narrativa de internas e internos”, indicó.

El segundo libro de la colección es “En la cárcel de tu piel”, que se compone por obra poética escrita en cautiverio por mujeres que participan en los talleres, y el tercer libro de la colección es el “Breve diccionario jurídico náhuatl”, elaborado, discutido y revisado en el Cereso David Franco y en el Centro Penitenciario para Delitos de Alto Impacto.

Sobre la experiencia de trabajar en el entorno carcelario, Leopoldo González explicó que la población adentro de los reclusorios “son gente necesitada de ser escuchada. Aparte de esto, son personas que reclaman urgentemente atención a su situación humana, a sus dramas, a sus tragedias. Si con estas dos cosas que piden, ser escuchados y pasar los filtros de atención del propio sistema penitenciario y las autoridades políticas; si fabricamos una capacidad de respuesta a lo que demandan, vamos de gane, y creo que en el sistema penitenciario, con las tareas de cultura que llevamos adelante, hemos logrado oír y escuchar a los internos e internas, dar voz a sus inquietudes literarias, teatrales, plásticas y musicales. Pero hemos logrado algo más: visibilizar sus dramas y tragedias humanos, y esto es un material de primera importancia para la literatura y la cultura en general”.

Pero el esfuerzo, señala, no es sólo mantener los talleres de creación literaria, sino que “ahora debemos desdoblarnos: ser talleres de formación de escritoras y escritores, y este es el objetivo de este año. Si lo logramos, ya estaremos subiendo un escalón más den el sistema penitenciario del estado”. Para esto, hay la apertura para que, si una persona en reclusión obtiene su libertad y desea seguir, puede mantenerse en contacto con quienes forman parte de este esfuerzo y seguir difundiendo su trabajo, “y hay casos ya de gente que ha salido y se mantienen produciendo, escribiendo y ‘tallereando’ en sus lugares de origen para eventualmente publicar su trabajo”.

Finalmente, Leopoldo González señaló que a la par de los talleres se están realizando estudios académicos sobre la vida en una prisión y todos los factores que involucra el concepto de seguridad pública, “que es el enunciado general de una policita pública”, con especial acento en la seguridad penitenciaria, y para esto “es fundamental lo que hagamos para rehabilitar y reinsertar a la sociedad a los internos e internas. Por eso estamos conjuntando estudios multidisciplinarios en los que concurran expertos en seguridad, en psicología forense, criminología, en derecho”, y que desde estas disciplinas se aborde la creación literaria a fin de proyectarlo hacia la sociedad.