El magisterio y la política educativa

El rezago, la omisión, la pobreza, el abandono, la corrupción, la delincuencia, la contracultura y muchos otros males sociales parecen ensañarse con las comunidades escolares y generan consecuencias que dificultan inmensamente el logro en el aprendizaje.

Erik Avilés Martínez

El 15 de mayo es el día en el cual particularmente se conmemora, agradece, honra y reconoce a los maestros, particularmente a quienes han dejado huella en la formación de los estudiantes bajo su responsabilidad, logrando construir ciudadanos de bien. También, es cuando simultáneamente emergen el malestar docente, las reivindicaciones de justicia social y mejores condiciones laborales que anhelan, muchas veces entreverados con el interés sin fin de quienes medran con ostentarse como sus personeros y buscar ganancias para sí mismos, en pliegos petitorios colonizados de agendas confidenciales e intereses corporativistas.

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El maestro es agente de cambio por naturaleza. Cuando leemos los comentarios, quejas, reclamos, denuncias públicas y peticiones que hacen los maestros en redes sociales a la autoridad, podemos vislumbrar que, muy por encima de lo que sus cúpulas sindicales pregonan, la mayor parte de sus reivindicaciones son sociales, sus aspiraciones de construir un mundo posible y necesario a través de la educación son comprensibles, porque por antonomasia, un maestro es humanista, ya que considera es posible crear la mejor versión de cada niña, niño o joven que llega a sus manos. Así, conocer las situaciones socioeconómicas y socioemocionales que constituyen barreras para su aprendizaje es consustancial a su vocación docente.

Ante esas crisis, resulta complicado pensar que el maestro no dejará de ser un líder antagonista, rebelde y revolucionario ante las circunstancias. No aceptar la realidad sino mejorarla, romper el determinismo y sacar la mejor versión posible de las niñas, niños y jóvenes bajo su responsabilidad docente es característica intrínseca de quienes ejercen el magisterio.

Encausar el malestar docente, resolver sus necesidades y permitirles ejercer su papel de liderazgo transformacional por encima de las circunstancias no es sencillo. Si bien, justo en la ejemplaridad por encima de las circunstancias reside su potencial como agente de cambio desde la comunidad escolar, también es cierto que necesitan arropamiento institucional y social. Máxime en la situación en la cual se encuentra Michoacán de Ocampo, donde el rezago, la omisión, la pobreza, el abandono, la corrupción, la delincuencia, la contracultura y muchos otros males sociales parecen ensañarse con las comunidades escolares y generan consecuencias que dificultan inmensamente el logro en el aprendizaje.

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Además de los factores socioeconómicos que se resuelven con más inversión pública, con la activación económica, generación de empleo y medidas integrales y transversales de combate a la pobreza, la cuestión socioemocional es una losa muy pesada. Michoacán es un referente en cuanto a suicidios, homicidios dolosos, incluyendo los de menores de edad, divorcios, migración y delitos contra la familia, entre muchos otros fenómenos más. Los impactos son terribles y como se conoce, causan huellas indelebles que se convierten en barreras para el aprendizaje. El estudio “Aprender a estar bien, estar bien para aprender” que recientemente presentó Mexicanos Primero con evidencia científica que la tristeza y las afectaciones a la autoimagen inciden negativamente en el aprendizaje. Por ello, la responsabilidad gubernamental es mucho mayor que la que simplemente se plantea al contratar personal docente y otorgar claves de centro de trabajo, ya que es necesario blindar los derechos a estar, a aprender, a participar en la escuela y a proteger el entorno comunitario para que niñas, niños y jóvenes cuenten con todas las condiciones para que puedan aprender y ser la mejor versión de sí mismos. Ello implica garantizar los derechos profesionales de los docentes, quienes no tendrán que afrontar toda esta clase de flagelos, prácticamente sin recursos y exponiendo la propia integridad física, así como la socioemocional en su labor cotidiana, sin contar con apoyo psicológico ni seguridad para sí mismos siquiera.

Pero la problemática docente no comienza cuando se les asigna una comunidad apartada, ingobernable y sumida en sempiternos rezagos. Cuando se puede generar un punto de inflexión es desde el momento de ingresar a las escuelas normales. La política de formación inicial docente en Michoacán aún dista de alcanzar la excelencia, pero durante la actual administración se han dado pasos importantes por la recuperación de la rectoría y para mejorar las condiciones del estudiantado. Prueba de ello es la conformación de un organismo público descentralizado encargado de vigilar los procesos de ingreso y la vida interna de los planteles normalistas. Derivado de lo anterior, instrumentar el examen de ingreso a través de un aplicador externo imparcial ha sido un hito importante, que posibilita continuar con medidas sucesivas para lograr la centralidad de lo académico en la vida interna de las escuelas normales públicas. En consecuencia, si bien continúan ejerciéndose usos y costumbres que poco o nada tienen que ver con las razones fundantes del normalismo histórico, como las novatadas, cursos de inducción, cursos para el examen de admisión, pedir dinero en las autopistas, tomar casetas, realizar marchas, mítines, bloqueos y movilizaciones, entre otras, las protestas del movimiento normalista visiblemente han amainado. Sí, son condiciones superiores que dan pie a pensar en que se puede lograr un cambio cualitativo en lo académico, en lo investigativo, en la extensión y vinculación de los integrantes de las comunidades normalistas. Un buen maestro comienza por contar con una formación de excelencia y debe de tenderse hacia el ideal.

Otro gran reto es la formación continua de los trabajadores de la educación en Michoacán. Hay una oferta amplia de cursos autogestivos, conferencias, material didáctico y lecturas que constantemente se publicitan en redes sociales y en portales electrónicos oficiales de las dependencias educativas, así como una gama importante de posibilidades de realizar estudios de posgrado en instituciones públicas y privadas. Empero, lo anterior posee aún grandes retos, quizás el principal sea que se cumpla con los preceptos que enuncia la Ley Federal del Trabajo respecto a la capacitación de la fuerza laboral, en relación a que debe ser en horario laboral, con cargo al bolsillo de la parte patronal y con las condiciones necesarias y suficientes para que los contenidos sean pertinentes para las necesidades de formación continua. Visto así, el programa de becas-comisión resulta insuficiente y requeriría dotar a los trabajadores de la educación que logran beneficiarse de él, de libros, computadoras, software, conectividad a Internet y equipo de oficina para estar en condiciones de aprobar los cursos, especialidades y posgrados que requieren para afrontar las necesidades ingentes que el cambio social y generacional imponen.

Mexicanos Primero desde hace 16 años otorga el Premio ABC, el reconocimiento con mayor tradición en el país para honrar a las y los maestros, directivos y comunidades escolares que logran resultados transformadores en la formación de las niñas, niños y jóvenes. De acuerdo con la descripción que se realiza en su portal electrónico, www.premioabc.org el Premio ABC, aprendiendo en comunidad, “es un reconocimiento de la sociedad civil que se otorga a agentes educativos y miembros de comunidades escolares: maestros(as), directores(as), supervisores(as), asesores(as) técnico-pedagógicos, a especialistas en eliminación de barreras para el aprendizaje y la participación como psicólogos(as) educativos, trabajadores(as) sociales y maestros(as) de unidad de apoyo; y a miembros de familias y estudiantes, quienes con su ejemplo e iniciativa promueven la transformación educativa en México”.

En una mirada a lo local, de acuerdo con el Departamento de Estadística Educativa de la Secretaría de Educación en el Estado de Michoacán, en el Ciclo Escolar 2021-2022 estuvieron contratados 49 mil 013 maestros en educación inicial, indígena, preescolar, primaria y secundaria, para atender a 964 mil 096 estudiantes en 12 mil 432 planteles. Es decir, uno de cada cien michoacanos es docente y cada uno de ellos atiende a 19 alumnos en promedio… en la nómina. Cuando llegamos a las aulas, la realidad es muy diferente. La ocasión en la cual se buscó hacer un censo, aula por aula, allá por 2013, INEGI encontró un promedio de 30.5 estudiantes por maestro, en condiciones precarias, indignas e inhumanas, como el hacinamiento, la falta de agua, drenaje y baños dignos.

Es importante que, ante la problemática docente, inmersa de lleno en las complejidades sociales, políticas, económicas y de inseguridad que se encuentra nuestra entidad federativa, el Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Educación en el Estado construya un Programa Sectorial de Educación 2023-2027 en donde se incluya un eje completo para establecer una política de desarrollo integral para los docentes michoacanos, donde se atemperen transversalmente los efectos sociales, económicos y socioemocionales que impactan negativamente en las condiciones con las que ejercen su profesión los maestros,   que conlleve un diagnóstico honesto y profundo de la realidad que enfrentan cotidianamente en su labor, contemplando todas las etapas del proceso, iniciando por el normalismo y donde existan estrategias para que se garantice la operabilidad de la Ley General de la Unidad para el Sistema de Carrera de Maestras y Maestros en la entidad, permitiéndoles concursar para ingresar, promoverse, cambiar de adscripción y jubilarse del servicio profesional docente de manera justa, apegada a la normatividad y sin ápice alguno de corrupción. Lograr esta declaración de acciones futuras de cara a la sociedad y con una amplia consulta participativa previa entre los trabajadores de la educación será una demostración de que realmente se busca cumplir el compromiso con el magisterio que se ha sostenido discursivamente desde la presidencia de la república durante los últimos cuatro años.

En suma, no queda duda alguna de las inmensas dificultades que afrontan los trabajadores de la educación, particularmente los maestros en Michoacán. Es momento de exigir a las autoridades competentes que diseñen, consulten, presupuesten y ejecuten políticas educativas que garanticen mejores condiciones para el pleno ejercicio de la vocación magisterial, así como de invitar a la sociedad michoacana a reconocer, agradecer, valorar, conmemorar y honrar a los docentes, por su gran aportación a la formación integral de las generaciones que se encuentran aprendiendo para alcanzar sus sueños y aspiraciones más legítimas.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Erik Avilés es doctor en Ciencias del Desarrollo Regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.