Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán.- Durante casi 2 décadas circuló en millones de billetes de 50 pesos y se convirtió en uno de los monumentos más vistos en la cultura arquitectónica mexicana. En el 482 aniversario de la fundación de la antigua Valladolid, hoy Morelia, el Acueducto se mantiene como un emblema de la Ciudad de la Cantera Rosa. Edificado en la tradicional piedra caliza rosada, en arco de medio punto y con una estructura de hasta 9 metros de altura, la edificación de orden colonial resiste a los embates del tiempo, a los constantes choques de camiones y hasta a los actos de vandalismo. Ubicado en los límites del centro histórico de Morelia, el Acueducto recuerda la última etapa de la época de la Colonia y los antiguos mecanismos mediante los cuales se llevaba agua a las piletas de la entonces población de Valladolid. Cuenta con 253 arcos de cantera rosa, dos cajas de agua, así como un alto canal que antes transportaba agua para la ciudad y que hoy es iluminada de noche en esta icónica parte de la urbe michoacana. En fechas recientes, hablar de este elemento también es hacer referencia al monumento a Fray Antonio de San Miguel, que ha sido motivo de una reciente controversia ante la inconformidad de los pueblos originarios por monumentos que incluso fueron destruidos recientemente por que consideran hace apología al esclavismo. Si bien hoy en día, el monumento es noticia por actos de vandalismo, protestas, accidentes y otros problemas de conservación, la estructura surgió en uno de los momentos más complicados en los casi 5 siglos de historia de esta ciudad. La antigua Valladolid atravesaba una de las peores sequías y crisis de abasto de alimentos durante el siglo XVIII cuando surgió la iniciativa de crear una infraestructura que sustituyera al antiguo acueducto edificado de elementos perecederos. Vale la pena hacer mención de las descripciones históricas sobre el primer acueducto, el cual se levantó poco tiempo después de haberse fundado la misma ciudad por el año de 1549. Se encontraba tal estructura levantada por horcones o terraplenes sobre los que se colocaban o apoyaban las "canoas" de madera (troncos grandes y largos, tallados en su centro en forma de una canoa alargada, de ahí el nombre) unidas por clavos o cuñas de tejamanil, para que el líquido llegara a la ciudad desde la zona Oriente de ésta. El reconocido Acueducto de Morelia fue construido hacia finales del siglo XVIII y, según los datos histórico, fue el propio fray Francisco Antonio de San Miguel Iglesia Cajiga quien proporcionó los recursos para dar inicio con la ambiciosa obra. La forma y obra actual del acueducto que ha llegado hasta nuestros días, se levantó entre los años de 1728 y 1730, y se construyó inmediatamente después del colapso del acueducto elevado. Entonces se encargó un reconocimiento de la obra a los maestros Diego Durán y Valentín Elizarrazaz, que emitieron su informe y presupuesto, pero las sequías de la época mantenían las arcas vacías y un importante porcentaje de la población sin trabajo y en la miseria, con lo anterior, Antonio de San Miguel, mediante un edicto promulgado el 21 de octubre de ese 1785, proporcionó el dinero necesario para comenzar esta obra, que tendría como uno de sus principales objetivos, el de proporcionar trabajo entre los habitantes y llevar el agua a la ciudad, a fin de acabar con el problema de su desabasto entre la población. Su uso vio fin en los primeros años del siglo XX, alrededor de 1910. Se restauró en el año de 1998, como una de las muestras de la hermosa arquitectura de la ciudad y hasta este 2023 compite en belleza con los acueductos de otras ciudades y se erige como símbolo arquitectónico en Morelia.