Rebeca López Flores En la actualidad existe una insensibilidad social, cada vez es más común que en las noticias nos enteren de asesinatos, maltrato y crueldad humana, lo cierto es que por todos es sabido que todo inicia también en la formación en valores dentro del seno familiar; desde niños no se vigila incluso una conducta violenta en contra de un ser indefenso, la mascota familiar sea felino, canino o algún ave cautiva; el agobio del trabajo, las ocupaciones personales e incluso la inmersión en las redes sociales, nos han puesto una venda en los ojos; cada vez perdemos más de vista las actividades personales de los pequeños de la casa. Es visto en los caminos federales o autopista infinidad de animales atropellados. Hace menos de un mes una experiencia personal me hizo reflexionar; una persona atropelló a un pequeño perro en carretera, al ir a bordo del mismo vehículo y sin tener ningún nexo con esa persona, le dije molesta que no era posible que no haya detenido su marcha, irónicamente contestó “hay que ayudarlos a que dejen de sufrir”; colérica por esa respuesta y sintiendo impotencia al no poder regresar a saber si había sobrevivido ese indefenso ser, me ha movido a realizar un llamado a la sociedad: de qué sirve la legislación al respecto si los demás no denunciamos el maltrato animal, este maltrato predispone un tipo de violencia social, un acto intencional de dañar un ser vivo, no deja otra impresión que, la crueldad humana se ha intensificado en nuestros días, es incomprensible que el sufrimiento de un ser vivo se torne en una respuesta emocional de indiferencia y que el dolor y sufrimiento que se ocasiona pueda ser un acto de placer para quien infiere ese daño. El maltrato animal se inicia desde que un pequeño trata a un animal como juguete, lastimando orejas, picando los ojos, cargando al animal sostenido de una pata con la cabeza boca abajo y los padres no le dicen nada, suelen reír y decir “mira como trae a su mascota”, sin corregir esa conducta que a al leal entender, ya es signo de violencia; se minimizan sus efectos colaterales. Debemos como humanos hacer una pausa y razonar sobre la prevención y tratamiento de violencia hacia los animales lo que denotaría un acto de humanidad, toda vez que los animales en relación con un humano se encuentran en un plano desigual a ser indefensos y dentro de la evolución del hombre está la parte sensible y responsable que permite llamarle humano. Si nos consideramos una sociedad evolucionada, debemos erradicar la violencia contra los animales; iniciemos una educación cívica formada en valores donde los pequeños aprendan a respetar el valor de la vida desde los animales mismos. Actualmente la legislación vigente prevé, como concepto de maltrato animal, el comportamiento irracional de una persona hacia algún animal con la finalidad de causar sufrimiento, estrés o incluso la muerte. En el año 2014 la Cámara de Diputados aprobó una reforma la Ley de Vida Silvestre en México. En nuestro país solo tres estados no han tipificado en su legislación penal el maltrato animal y son Chiapas, Tabasco y Tamaulipas. Los artículos 4 y 73 Constitucionales sustentan el reconocimiento de los animales como seres con sensibilidad, derecho a bienestar, protección y evitar el maltrato la muerte cruel e innecesaria y el abandono de animales. Existe infinidad de asociaciones que tienden a salvaguardar el derecho de los animales, pero mientras exista apatía social será una lucha contra corriente. Aunque sea sancionado e incluido como tipo penal, el maltrato animal es una realidad actual, y la penalización por este ilícito va de los tres a los seis años de prisión a quien “dolosamente cause la muerte de un animal vertebrado, se le impondrá de 100 a 150 veces el valor de la UMA días de multa y prisión”. El bien jurídico protegido es la vida y salud de los animales. Cada entidad federativa tiene sus parámetros de cuanto a la penalización de este delito incluso se contempla la pena agravada cuando en la comisión de este ilícito se emplean armas, instrumentos, métodos u objetos y formas que atenten contra la integridad, vida y salud animal e incluso el abandono o ejecutar ese acto en forma pública con fines de lucro; o bien utilizar veneno, explosivos u otros instrumentos que dañen al animal o tengan como objeto destruirlo. Incluso existe la modalidad penal agravada. Estudios recientes, han demostrado que la violencia hacia los animales transparenta y predice la violencia humana hacia su entorno familiar. Se ha determinado de la mayor parte de los asesinos en serie iniciaron con actos de violencia hacia los animales. Así lo sostiene la Asociación Americana de Psiquiatría. Y la incidencia en este tipo de abuso se da en mayor número durante la niñez lo que se ha detectado en reclusos. Existen diversas organizaciones tendientes a erradicar esta conducta indebida como la ‘Psycologists for the Ethical Treatmet of Animals’, que ha desarrollado un tratamiento que se aplica a quienes han maltratado animales y donde se autoriza la aproximación cognitiva y de comportamiento, con intervenciones directas para marcar la necesidad de ser responsable cada individuo de sus acciones. Seamos una sociedad empática, cooperemos en las campañas de rescate de animales y cultivemos la cultura del respeto a cualquier forma de vida, con ello erradicaremos la violencia en todas sus formas sociales.