En 1999, Roberto Bolaño publica la novela “Amuleto”, en la que se narra la historia de Auxilio Lacouture, una uruguaya cuya voz en primera persona es dominada por una sensibilidad melodramática y cursi que esconde el sentido trágico de la novela: “Ésta será una historia de terror. Será una historia policiaca, un relato de serie negra y de terror. Pero no lo parecerá. No lo parecerá porque soy yo la que lo cuenta. Soy yo la que habla y por eso no lo parecerá. Pero en el fondo es la historia de un crimen atroz”. Auxilio Lacouture, poetisa uruguaya, es un personaje que narra su inmersión en la vida intelectual mexicana en los años sesenta y que es sorprendida por la turbulencia política del año de 1968 en el baño de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Lacouture habla desde su condición de testigo íntimo de la represión y del exterminio de estudiantes, desde su escondite en el wáter de la Facultad, ante la entrada del ejército, en días previos a la matanza de Tlatelolco. A través de la figura y de la voz de la edípica Auxilio Lacouture, “madre de la poesía mexicana” que en su incursión en el ámbito intelectual mexicano enuncia su trágica relación con el exterminio político de estudiantes en 1968, Bolaño también logra ampliar los límites narrativos de sus relatos sobre el exilio, mediante el cruce de dos formas de comprenderlo: el del destierro inherente al arte literario, que se piensa irónicamente desde la desestabilización de la figura del “artista” melodramático, vinculado a la permanencia enigmática e infernal de otro exilio, el de los poetas españoles León Felipe y Pedro Garfias, cuya poesía y vida cotidiana de transterrados se representan artísticamente mediante su asimilación simbólica a otro momento de la historia de México y de América Latina, la era en la que una “generación entera de jóvenes latinoamericanos” fue sacrificada por una política estatal y militar de exterminio.