AP Malakal, Sudán del Sur.- Una casa tras otra ha sido reducida a cenizas. Los rebeldes han asesinado a tiros a pacientes en hospitales mientras yacen en sus camas. Decenas de cadáveres están tirados en las calles. "Esto ahora se trata de venganza. Aquí no hay humanidad", dijo el coronel Jan Hoff, oficial en la Armada de Noruega que ha estado en Afganistán, Irak y Siria. Dice que Sudán del Sur es lo peor que ha visto. "Es absolutamente horroroso", afirmó Hoff esta semana mientras encabezaba un convoy de las Naciones Unidas fuertemente armado por las calles de Malakal, capital del estado petrolero Alto Nilo. "Esto es tribu contra tribu. En Siria eran combatientes extranjeros contra el gobierno. Aquí no creo que se trate del gobierno". Un cadáver cercano ya es un esqueleto envuelto en uniforme militar. El oficial noruego dice que hace poco contó 30 cadáveres en un día. Un colega sumó 70. Entre los muertos hay civiles y militares. La organización activista Human Rights Watch denunció el jueves que tanto el gobierno como los rebeldes son responsables de cometer abusos equiparables a crímenes de guerra en los territorios de Malakal y Bentiu, la capital de otro estado rico en petróleo, pese a un cese al fuego pactado en enero. Los asesinatos en venganza, basados en la etnicidad, son comunes. "Las fuerzas armadas de ambos bandos han saqueado y destruido extensamente propiedad civil, incluyendo instalaciones de ayuda que se necesitan urgentemente; han atacado a civiles y efectuado ejecuciones extrajudiciales, muchas veces basadas en la etnicidad", acusó Human Rights Watch, al tiempo que agregó que la destrucción y violencia contra civiles es "impactante". Hace una semana fuerzas leales al ex vicepresidente Riek Machar recuperaron Malakal en una sangrienta ofensiva que obligó al ejército a hacer una retirada táctica. Esta semana, funcionarios del gobierno informaron que recuperarían el poblado, pero el miércoles, a medida que avanzaba el convoy de la ONU, no había señal del ejército sursudanés. El único tema de conversación fue cómo los rebeldes están avanzando hacia los campos petroleros de norte, única fuente de ingreso de la nación más joven del mundo.