Mara Rahab Bautista López Ha sido maravilloso regresar a los libros de Isabel Allende, y también a ella, cuando comencé a leerle tenía 13 o 14 años, la leía porque mi abuela, con quién vivía, lo hacía y ella a su vez porque su hija mayor le regalaba los libros, ella los leía acostada con las piernas arriba, recargadas en la pared para descansarlas, yo sentía que pasaba horas leyendo, cuando veía que los terminada, los tomaba sin pedirlos, como a escondidas, pero no a escondidas, en esa casa siempre había libros y mucho por leer, había libertad para tomar todo y leerlo, eso fue para muchas una ventana al mundo, una salida, un escape, un respiro. En fin, así leí La casa de los espíritus, Paula, Cuentos de Eva luna, Afrodita y alguno que otro, fueron lecturas en complicidad silenciosa y solitaria, en ese momento pensaba que no tenía nada que decirle a mi abuela sobre estos libros y mis lecturas, ambas nos quedábamos con nuestras impresiones solo para nosotras mismas, con esos mundos interiores en el interior. Ahora compartimos mucho, entre eso, comentarios sobre los libros, las escritoras, la literatura; se lo he dicho muchas veces -pero no me cree- ella ha sido una gran influencia en mi vida y en mi relación con los libros, me ha hecho amarlos y buscar en ellos la salvación o al menos algo cercano a una respuesta. Mi abuela fue por muchos años, bibliotecaria de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal Urbana Federal Profr. J. Jesús Romero Flores, en esa biblioteca pasé, junto a mi hermana, muchas tardes bajo su cuidado, las tardes trascurrían entre un patio que sentía interminable y el juego de cuerda o el resorte, una luz que recuerdo siempre nostálgica y una luz sepia que entraba por las grandes ventanas de la biblioteca, los altísimos anaqueles de libros –así los veía yo-, su escritorio y la cantidad interminable de fichas bibliográficas que ella dominaba con sus dedos, la recuerdo nombrando a cada alumno, alumna por su nombre, indicando con exactitud dónde se encontraba cada libro, como una controladora de tráfico aéreo, pero en este caso, tráfico bibliotecario, ella sabía perfectamente dónde estaba cada libro, la recuerdo sentada frente a las fichas y a su lado una torre de libros que tenía ahí para recomendar, los repartía sin parar, decía: “llévate este, Pedro Páramo te va a gustar, si no, me lo regresas”, ha sido la promotora de lectura más natural y apasionada que he conocido, me he escuchado infinidad de veces repitiendo palabras parecidas: “llévatelo, si no te gusta, me lo regresas”. Crecí, dejé de leer a Isabel Allende y lo que leía mi abuela, fui rebelde y estuve en contra de todo lo que según mi ignorante y aturdida adolescencia creía que marcaba el sistema, incluyendo las lecturas de la familia. Muchos años después, he recordado el placer de esas lecturas, de esa complicidad, el goce de saber que leía lo mismo que ella, sin las piernas arriba, sin ese cansancio, pero sin con las mismas ganas de ser muchas otras mujeres, mujeres del imaginario de Isabel Allende. Ahora, treinta años después puedo recordar como esas lecturas eran vívidas, sentía que me las contaban al oído, como podía recorrer las ciudades, la selva y cualquier otro escenario en la historia. Recuerdo, también, que salió la película de la “La casa de los espíritus” y yo me negué a verla rotundamente porque no quería que me destruyeran a mis personajes, sobre todo a mi querida Clara. Hace dos años tuve que coordinar un círculo de lectura relacionado con la maternidad no idealizada y pensé en la pena de la muerte de lxs hijxs, así que volví a Paula, lo leí ahora como adulta y madre, fue aún más impactante y profundo, admiré tanto su certeza en la vida; investigué varios datos de la autora y quedé nuevamente enamorada de ella, confirmé que la literatura es un poderoso vehículo que nos permite explorar la complejidad del ser humano y abordar diversas temáticas sociales y políticas, y hablo de política incluyendo los feminismos. A través de personajes valientes y empoderados, la autora desafía los estereotipos de género y nos invita a reflexionar sobre la importancia de la igualdad y la solidaridad en nuestra sociedad. Isabel Allende, se ha convertido en una voz inconfundible que aborda con valentía y pasión temas como la identidad, la memoria, la justicia social y el amor, la distingue la fusión de realidad y fantasía, y la creación de personajes inolvidables que luchan por encontrar su lugar en un mundo marcado por la adversidad. Además de su trabajo como escritora, Isabel Allende también es reconocida por su labor como defensora de los derechos de las mujeres y los niños. A lo largo de los años, ha utilizado su influencia y su voz para abogar por la igualdad de género y para denunciar la violencia doméstica y la discriminación. Su compromiso con las causas sociales ha sido reconocido con numerosos premios y distinciones, convirtiéndola en una figura inspiradora y referente para muchas personas en todo el mundo. En resumen, no podría haber escrito sobre Isabel Allende sin hablar aunque sea muy breve, de mi abuela y de mi tía, ambas influencias importantísimas en mi vida y que, si le rascamos un poco a sus vidas, bien podrían ser personajas de un cuento de Allende, mujeres fuertes, en búsqueda de su lugar, poderosas. Recomiendo muchísimo leerla, adentrarse en sus mundos interiores y llevarlos en el cuerpo con la libertad a la que nos invitan. Traspatio Librería es un proyecto de promoción de la bibliodiversidad, la edición independiente, la literatura y la escritura de mujeres. Ofrecemos un espacio de diálogo y encuentro. Fb: @traspatiolibreriaTwitter: traspatio_elInstagram: @traspatiolibreriamorelia