HOMERO AGUIRRE ENRÍQUEZ Recientemente se reunió en Lituania la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), esa alianza militar imperialista creada en 1949 y desde entonces patrocinada y controlada por Estados Unidos para dominar el mundo. Algunos, entre ellos el presidente ucraniano, esperaban que el resultado principal de esta Cumbre sería la incorporación de Ucrania a esa organización militar, cosa que no ocurrió pues eso hubiera implicado que los países integrantes de la OTAN adquirieran el compromiso de participar directamente en la guerra contra Rusia, en cumplimiento de una de las reglas de esa alianza que obliga a los 31 miembros actuales a entrar en guerra si uno de ellos “es agredido”, lo que hubiera escalado la guerra actual a un nivel cercano a la Tercera Guerra Mundial. Obviamente, todos los “atlantistas” saben que, si iniciaran un ataque armado contra Rusia, este país estaría en su derecho de responderles con todas las armas a su disposición, incluidos los misiles hipersónicos de los que dispone y que no se pueden interceptar. Así que los jefes de la OTAN le negaron la entrada a Ucrania a esa organización trasnacional armada, pero mientras convenga a Estados Unidos seguirán enviándole armas y los ucranianos continuarán poniendo la carne de cañón en esa guerra provocada por la política expansionista y guerrerista de la OTAN. Aún no empezaba la Cumbre de la OTAN y el presidente norteamericano Joseph Biden ya había hecho pública la que sería la posición oficial de la Cumbre. “No creo que haya unanimidad en la OTAN sobre si traer o no a Ucrania a la familia de la OTAN ahora, en este momento, en medio de una guerra” [...] Si la guerra continúa, entonces todos estamos en guerra. Estamos en guerra con Rusia, si ese fuera el caso”, dijo Biden a la cadena CNN el 10 de julio. Por su parte, el secretario de Defensa del Reino Unido, remachó la negativa: “no podemos tener un nuevo miembro en medio de un conflicto. Eso solo importaría la guerra a la alianza”. Así que, en vez de darle un asiento a Ucrania en la “familia de la OTAN”, le dieron una promesa sin plazo para cumplirse: “Estaremos en condiciones de extender una invitación a Ucrania para unirse a la alianza cuando los aliados estén de acuerdo y se cumplan las condiciones”. Hasta el incondicional Zelensky montó en colera ante el atole con el dedo que recibió: “Es absurdo y sin precedentes cuando no se establece un plazo, ni para la invitación ni para la membresía de Ucrania”, dijo, aunque poco después, tras ser reconvenido por sus jefes, se contradijo y se mostro muy agradecido y comprensivo con sus patrones y patrocinadores: "Entendemos que algunos están asustados de hablar de nuestra membresía ahora, porque nadie quiere tener una guerra mundial, lo que es lógico y entendible", dijo. Sin embargo, la decisión de no incorporar a Ucrania como miembro de pleno derecho a la OTAN no se debe a que Estados Unidos y sus aliados renuncien a su objetivo de garantizar su hegemonía sobre todos los recursos y riqueza del planeta. Al contrario, mientras más se debilita la posición dominante de los Estados Unidos, más belicosa se vuelve su política. “El imperialismo ha entrado en una visible e irreversible decadencia”, escribió en el 2021 el dirigente nacional del Antorchismo, el Ing. Aquiles Córdova Morán, en un artículo que adelantaba lo que hoy vemos: “La inversión norteamericana ya no crece como antes porque la renta es cada vez menor a causa de la automatización creciente y el consiguiente despido de trabajadores. El mal es incurable porque es inherente al capitalismo; el dinero sobrante se refugia en la actividad especulativa que, a su vez, sin inversión productiva, tampoco puede sobrevivir y crecer y acaba asfixiando al sistema. Los líderes han intentado hallar el remedio en el neoliberalismo y la globalización y han fracasado. Ahora buscan la salida en la venta de armas y en las guerras (complemento del tráfico de armas) para adueñarse de los mercados y los recursos naturales de los países invadidos. En este marco se inscriben las crecientes tensiones con Rusia y China, la nueva “guerra fría” y las provocaciones de la OTAN contra ambas potencias”. Y resultó cierto. Hoy vemos a la OTAN en plena acción detonando guerras que les resulten propicias para recuperar sus dominios. Los jefes del decadente pero agresivo imperio que aún capitanea Estados Unidos, eludieron incorporar a Ucrania plenamente a la OTAN porque las consecuencias serían que Estados Unidos y los 30 países restantes que ya forman parte de la OTAN se vieran comprometidos a participar directamente en esa guerra en vez de “encargársela” a Ucrania, como hoy ocurre, lo que significaría sufrir también daños y muertes en sus territorios, algo que no desean ni soportarían, pero no han renunciado a apoderarse de Rusia y frenar a China a como dé lugar. Así se explica que la guerra contra Rusia haya recibido un nuevo impulso de la OTAN. A la reciente incorporación de Finlandia a esa organización, se sumará la próxima entrada de Suecia, lo que hará crecer el cerco alrededor del territorio ruso, particularmente en la zona del Mar Báltico. La declaración de guerra la expresó Jens Stoltenberg, jefe formal de la OTAN: “La Federación Rusa es la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los Aliados y para la paz y la estabilidad en el área euroatlántica”. Al mismo tiempo, Estados Unidos, el jefe real, ha acordado un nuevo paquete de 800 millones de dólares de “ayuda” a Ucrania, el cual contiene bombas de racimo, o sea, municiones que “pueden emplearse en cohetes, bombas, misiles y proyectiles de artillería. Tras ser lanzados, se abren en pleno vuelo, esparciendo muchas minibombas sobre una amplia zona. Los críticos argumentan que cuando estas submuniciones se dispersan, pueden mutilar y matar a civiles, a lo que se une el riesgo asociado a los proyectiles sin estallar, que representan un peligro durante años.” […] “se suministrarán 32 vehículos de combate de infantería Bradley, 32 transportes blindados Stryker, municiones adicionales para los sistemas HIMARS y Patriot, misiles interceptores AIM-7, misiles antitanque Javelin, misiles antiaéreos Stinger, 31 obuses de 155 mm, proyectiles de calibre de 105 mm y 155 mm, municiones convencionales mejoradas de doble propósito (DPICM, que son las mencionadas municiones de racimo), equipos de desminado, piezas de recambio, armas ligeras, 28 millones de cartuchos y vehículos tácticos multipropósito” (RT, 7 de julio de 2023). Como se ve, todo un arsenal que no hará más que provocar más muertes y poner en peligro de guerra mundial nuclear y de extinción a toda la humanidad, todo en aras de mantener un sistema que concentra riqueza en pocas manos y miseria en miles de millones de seres, un sistema que debe perecer porque ya ha hecho demasiado daño a los seres humanos y al planeta entero.