Arturo Molina / La Voz de Michoacá Morelia, Michoacán. El Jardín de las Rosas es quizás el más popular y visitado de todo el estado de Michoacán. Repleto de flores, aroma a café y enmarcado en música clásica, este espacio enclavado en el corazón del Centro Histórico de Morelia sigue siendo el favorito de miles de turistas, visitantes y también de locales desde hace más de 50 años. El lugar es escenario y testigo de las charlas de parejas, entre amigos, reuniones familiares, romances, negocios, primeras citas e incluso citas de reconciliación, todo en medio de un murmullo generalizado que se ha vuelto característico de la plazuela y el jardín. Deben su apodo al Conservatorio de las Rosas y al templo de las Rosas, fundado hace más de 300 años por la orden de los Dominicos de Santa Rosa de Lima, quienes establecieron en este punto un convento que con el paso de los años se convertiría en una prestigiosa escuela de música. El convento de los Dominicos se convirtió en sus primeros años en una escuela para niñas que eran internadas para su formación. La tradición de ver a las niñas en el jardín frontal derivó en el apodo de “las rositas”, mismo que fue heredado al espacio público como el Jardín de las Rositas. Hasta nuestros días, justo enfrente del jardín se encuentra la emblemática institución académica de la música, que desde hace casi cinco décadas cuenta con destacadas participaciones tanto a nivel nacional como internacional. Fue fundada por Bernal Jiménez y durante algunos años, el músico italiano Romano Picutti trabajó para este espacio cultural. El esbelto jardín es la primera vista que enmarca el magno edificio destinado a la música, el cual ha ido evolucionando y adquiriendo los rosales y arreglos florales que caracterizan al espacio, que desde los años 70 ha comenzado a llenarse de numerosos cafés y restaurantes que ofrecen platillos y bebidas típicas de Morelia e incluso de varias regiones del estado de Michoacán. De su nombre real prácticamente nadie se acuerda, Jardín Luis González Gutiérrez, que se le dio en honor al profesor del Colegio de San Nicolás de Hidalgo; como ha pasado con otros espacios, el recinto ha sido adoptado con un sobrenombre que es el que perdura en la memoria colectiva. Conforme han pasado los años y las décadas, se ha convertido en una tradición "muy moreliana" el ir con amigos, la pareja o la familia a degustar las tradicionales bebidas, las enchiladas placeras y los postres morelianos. En la actualidad, las sombrillas verdes, las mesas al aire libre y la mezcla de música de trova, tunas, violines y declamaciones se mezclan en un ambiente único que permanece en la experiencia de los millones de turistas y morelianos que diariamente se acercan al jardín. En cuanto a sus características, la forma alargada en el eje oriente-poniente de este jardín forma un andador único en su tipo. Además, cuenta con una fuente de cantería ubicada en el centro y dos esculturas con la mirada encontrada en sus extremos, del escultor mexicano Ignacio Asúnsolo, colocadas en 1947.