Inés Alveano Aguerrebere Por años he visto cómo el transporte público en Michoacán (como en muchas ciudades de México), no mejora. Se abren nuevas rutas, eso sí, pero en general la calidad del servicio no cambia para bien. En todo caso, he presenciado cómo empeora. Por ejemplo, cuando una ruta incorpora trayectos que hacen que el usuario del destino final original tarde más tiempo que antes en llegar al mismo lugar (como es el caso de la Ruta Jesús del Monte, en Morelia). Tanto la incomodidad como los tiempos de traslado hacen que muchas familias sólo estén esperando poder comprarse un auto, para huir de las condiciones del transporte público. Y mi percepción era que los líderes transportistas no tenían visión. Un tanto influenciada por el texto de Onésimo Flores: “Del microbusero al empresario” (Animal Político). Una de mis hipótesis es que no podían pensar en la calidad del transporte, dado que usaban auto particular. Es decir, tienen una visión de parabrisas o de “cochistas”. Como líderes, los ingresos que obtienen les evitan a ellos y a sus familias el ser clientes de su propia empresa. Es una paradoja. Sería impensable que en muchos otros negocios la familia no aprovechara el servicio prestado, por ejemplo, de un restaurante, un salón de fiestas, una fonda, un servicio de telefonía, suscripciones, etc. Pero yo no había contemplado que además de no usar transporte público en la ciudad en la que tienen concesiones, también había la posibilidad que tampoco lo usaran durante sus vacaciones. Por ejemplo, en Europa. No pongo el ejemplo de Estados Unidos, porque el porcentaje de usuarios tan bajo (1 por ciento en algunos lugares) muestra cómo el servicio que brindan dista mucho de ser competitivo con los traslados en vehículo particular. En otras palabras, el transporte público en muchas ciudades de Norteamérica apesta (figurativamente hablando). Entre otras características, una de las peores es que no suelen contar con carril exclusivo, lo que los hace atorarse en la congestión de las horas pico. Sin embargo, en muchas partes de Europa el transporte público es muy eficiente. Hay lugares en donde se puede vivir, o incluso vacacionar sin auto (esto aplica también para familias acomodadas). Pero acostumbrados como están, al transporte público local, imagino que lo primero que hacen los líderes transportistas al viajar a una ciudad, es rentar un auto o usar un servicio de plataforma de transporte de pasajeros (Uber, Cabify, Didi, Lift, etc, a pesar de que a nivel local no los toleran). Eso los aleja de conocer servicios ejemplares de transporte público. Servicios que pudieran darles ideas de cómo mejorar. Un servicio muy útil y relativamente fácil de echar a andar es el digital. Sólo se necesita tener rutas fijas y frecuencias más o menos determinadas para poder ofrecer a la población la opción de transporte público (con detalles como tiempo aproximado de viaje, ubicación de las paradas y horario). La ventaja de ofrecer esta información en aplicaciones universales como Google Maps, es que se pueden incrementar los usuarios, sin importar el idioma que hablan, o de dónde vienen. (Así es: esta app no sólo sirve para guiarte en auto a tu destino, sino también tiene la opción mostrar la ruta que puedes usar del transporte público). Actualmente, si buscas esta opción en la mayoría de las ciudades mexicanas como Morelia, lo único que te ofrece la app, es un servicio de plataforma. No muestra la diversidad de rutas disponibles. Para lograrlo, una autoridad de transporte debería contactar al personal de Google Transit. Los transportistas han hecho el esfuerzo de poner a disposición de la población las rutas en https://elrutero.com.mx/. Pero la plataforma empleada para ello, tiene la enorme desventaja de ser local (y en español). Es momento de ampliar el mercado. Otro paso para mejorar el transporte público en nuestro estado, es que los líderes transportistas conozcan buenos ejemplos a nivel mundial. Para eso, necesitan volverse clientes. Quitarse la idea de que el transporte público sólo es para quien no tiene coche.