Erandi Avalos En muchos lugares del mundo, cada 24 de junio tiene lugar una celebración muy peculiar: la de San Juan Bautista. Por su cercanía con el solsticio de verano, denota su aspecto de rito agrícola y astronómico que —al igual que muchas fiestas cristianas— tiene orígenes muy antiguos que, con el paso del tiempo van perdiendo su sentido original y corren el riesgo de convertirse en simples costumbres inconexas saturadas de superflua diversión, excesos y basura. En Michoacán son varios los pueblos que celebran en grande esta fecha y generalmente comienzan desde el 22 o 23 de junio y concluyen hasta el 25. Cada uno tiene su singular forma de festejar y se distinguen por una u otra razón. En el caso de Capacuaro, municipio de Uruapan, la explosión de color que se ve por doquier es impresionante. Desde la vestimenta tradicional de las mujeres con sus rollos brillantes adornados con lentejuelas, huanengos y mandiles exquisitamente bordados, y coloridos rebozos; hasta los imponentes y exóticos Moros a caballo —histórica y sincrética reminiscencia de la conquista y colonia española, y de la historia misma de España—, quienes con su danza son el corazón de esta fiesta. Ellos bailan en grupos, como una ofrenda a San Juan y cuentan con maestros que les enseñan los pasos y supervisan los llamativos atuendos. Cuenta Santiago Rosales que él aprendió las coreografías de su padre Domingo a los trece años y que se dedicó después a enseñar a los niños. Ahora su hijo continúa con la tradición, asegurando así que las generaciones venideras continuarán danzando para San Juan, y también una relación de aprendizaje y comunicación entre adultos y menores que no es poca cosa en estos tiempos. Foto: Pablo Aguinaco. Las mujeres colaboran bordando las mantas que adornan tanto a los caballos como a los danzantes y también preparan el banquete que se ofrece a todos los visitantes, que consiste en el tradicional churipo y corundas. Las relaciones que se generan en este proceso son mucho más profundas de lo que parece a simple vista. Foto: Pablo Aguinaco. La comida, las flores que adornan el templo y a los santos, las bandas de música y todo lo necesario para la celebración es ofrecido por los “cargueros”, quienes voluntariamente aportan cientos de miles de pesos para que la celebración ocurra. Son invitadas otras comunidades, a quienes se visitará posteriormente. La comunión que se crea en el interior de la comunidad y con otros pueblos es clave para integración social y a pesar de que la problemática nacional de caos, violencia, degradación, adicciones y pérdida de identidad está presente en todo el país, sin duda este tipo de actividades son vitales para mantener, en la medida de lo posible, un orden y sana convivencia. Si a esto añadimos el sentido espiritual que contiene, enriquece aún más la experiencia. Foto: Pablo Aguinaco. A pesar de que Capacuaro ha perdido casi toda su arquitectura vernácula, lo cual es una pena, ha sabido conservar muy bien el idioma p´urhépecha, que se escucha fluidamente en niños, adultos y ancianos. Con el resguardo de su lengua conservan también una forma única de percibir el mundo y de manifestarse culturalmente. Foto: Pablo Aguinaco. Por milenios los rituales en fechas clave han sido parte de la vida. Actualmente se han ido supliendo cada vez más por rituales individualistas desprovistos de un sentido metafísico, natural y estético; que no cumplen ninguna función social a largo plazo. ¿Será que los citadinos hemos perdido por completo el sentido de conexión con la tierra y sus ciclos, y eso nos afecta más de lo que pensamos? ¿Será que nosotros, eruditos y nunca sabios hijos del materialismo y el ateísmo, deberíamos reconsiderar estas prácticas de petición y agradecimiento por las lluvias y las buenas cosechas como reales y sagradas? Tal vez las próximas sequías e inundaciones nos darán la respuesta. Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”. erandiavalos.curadora@gmail.com