Reflexiones |Saber ejercer el poder

Ahora la posición social puede y debe ser más demandante pues se va una oportunidad más para construir un México mejor para todos, en todo.

J. Jesús Reyna García

Leo una nota en la prensa que nos dice que llevamos 356 días en campaña; sí, en campaña de algunos que pretenden ser candidatos a la Presidencia de la Republica en 2024. Esto me lleva a escribir esta reflexión.

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La realidad: vivimos una administración encabezada por MORENA, un tercer partido que llega al poder.

Antes lo estuvieron el PRI y el PAN; tenemos un presidente de un activismo tan impresionante como incontenible; la sociedad se muestra dividida entre quienes apoyan a López Obrador y los que están contra él.

El dialogo se perdió y en su lugar la ofensa, la injuria, la denostación; exhibir errores o fallas del contrario es el argumento usual; las propuestas no existen. Es lamentable, pero esto lo ha iniciado y propiciado el propio Presidente.

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La administración morenista ha tenido logros que deben reconocerse y actitudes que deberían moderarse. No hay negociación alguna, se toman decisiones y se consuman.

Y van 356 días en campaña.

Hay reclamos, pocos o muchos, pero los hay; estos se vuelven un reclamo contra el sistema, pues si bien hoy gobierna Morena, es el pasado que lo propició, con su hacer o no hacer.

Ahora la posición social puede y debe ser más demandante pues se va una oportunidad más para construir un México mejor para todos, en todo.

Es una simpleza, pero sin pasado no hay presente.

El PRI gobernó decenios, pero a partir de los setenta empezó a abrir el sistema tan cerrado. Después del Frente Democrático Nacional y que surge del PRD -ambos con el sello de Cuauhtémoc Cárdenas- vinieron las reformas electorales fundamentales para vivir en un ambiente de crecimiento democrático; la de 1996 sacó al Gobierno de la actividad electoral, creó el INE y el Tribunal Electoral y posibilitó el acceso al poder de partidos opositores.

 Ya antes se había instaurado la credencial electoral con fotografía. Esta reforma, en un sistema presidencialista, de parte del gobierno tuvo dos importantes autores: Ernesto Zedillo y Emilio Chuayfet y tuvo su peso un error en la negociación.

La reforma fue tan fructífera para la democracia, que en 1997 el PRI pierde el control de la Cámara de Diputados (recordemos el G4) y consecuentemente del Congreso, que es bicameral.

Por otra parte, veníamos de una intensa etapa de negociación en la política que había instaurado Carlos Salinas -que después clausura Zedillo- y que se identificó bien como de la “concertacesión”; en esta el PRI cedió la primera gubernatura en Baja California y la segunda la regaló al PAN en Guanajuato, en donde después de un inter, Vicente Fox llega a la gubernatura. Con la concertacesión se desvalorizó el voto ciudadano, inicio el derrumbe de credibilidad en los partidos, se minimizo la identidad partidista y complementariamente inició un creciente menosprecio por la actividad política.

Esa reforma es la que abrió el camino, que aprovecharon el PAN y Vicente Fox, para que éste llegara a la Presidencia en el año 2000. La sociedad o gran parte de ella esperaba y reclamaba del PAN y Fox, que ese sexenio diera pasos ciertos y seguros para una transición a una democracia plena; nada de esto se logró ningún cambio de fondo al sistema, se quedó en una simple alternancia partidista.

A Fox le siguió Calderón, doce años en el poder el PAN y en cuanto a sistema ningún cambio de fondo, y a Calderón debemos reclamar la desastrosa estrategia en seguridad que en vez de disminuir empodero a cárteles y propició que estos abrieran caminos que no transitaban, entre estos los accesos a las instituciones y aparatos del Estado.

Doce años en el poder el PAN y no satisfizo a la mayoría de los mexicanos. El PAN regresa el poder al PRI, sin un cambio destacable en el sistema de Estado.

Dentro del PRI, la mejor escuela, reconocida como la mejor práctica partidista era la del Estado de México, pero ciertamente todo eso, siempre moviéndose con opulencia económica, política con dinero. Y eso es lo que estuvo al frente del Gobierno del 2012 al 2018. Una prepotente administración de una corrupción exhibicionista, tan contagiosa como convincente. Por esto hoy tenemos una oposición que “no puede” serlo.

Hubo reformas, las estructurales dijeron ellos, y electorales en detrimento de los estados de la federación y para beneficiar a los partidos, enriquecerlos y podrir su accionar.

Que se requiere reformar el Poder Judicial es innegable: que el legislativo debe cambiarse así es, tanto estos como el ejecutivo; que hay que revisar el Sistema electoral, sin duda; como también hay que reformar de fondo el sistema educativo, muchas instituciones más lo requieren, únicamente señalo las que hoy están en el comentario ciudadano (como quisiera decir “debate”). Pero la reforma tiene un principio básico que le da sustento “revisar”, para proceder conforme a su resultado, diseccionar, quitar lo que deba y fortalecer el todo.

Sobre todo, debe de impulsarse el debate, la participación.

Tenemos lo que no es deseable: un largo proceso electoral, desgastante sobre todo para la sociedad, muy largo pues los partidos todos buscaron y encontraron (iniciado por Morena, con ayuda de la autoridad electoral) la forma de defraudar la ley y meternos a un proceso de lucha por candidaturas que no son candidaturas, curiosamente con propuestas que tampoco son eso, desde mucho antes que se declare el inicio del proceso electoral.

Al final, tenemos y debemos de votar el 2024, tendremos candidaturas insatisfactorias y sobre todo desgatadas, ése es el final anticipado.

Creo que hay algo, una simpleza que en principio afectó todo esto, lo platico porque viví los dos tiempos: El diputado Santiago Creel en 1997 dijo al Ejecutivo que el Grupo de los 4 no aprobaría el presupuesto de egresos federal si antes no se aprobaba el presupuesto del Estado de Jalisco, donde gobernaba el PAN y el PRI tenía mayoría en el Congreso, la Secretaría de Gobernación tuvo que actuar para lograr la aprobación del Presupuesto Federal, que por cierto se aprobó hasta el primer día del mes de enero, en 1997 yo trabajaba en la Segob.

En el año dos mil, la fracción de diputados federales del PRI en la que yo estaba y dirigía Beatriz Paredes, presionó de similar manera al Ejecutivo para conseguir determinadas concesiones, como fue.

Esto fue creciendo año con año, hasta convertir a los diputados en ejecutores directos de importantes cantidades del presupuesto, y sin la obligación de cumplir cabalmente con la normatividad, millones pasaron por manos de los diputados y millones ahí quedaron.

Esto si se acabó a partir del 2018.

La falta de capacidad, en ese momento, de la novel administración foxista le impidió pensar en reformas trascendentes; inexplicable la falta de empeño de Calderón, aunque ciertamente el PAN estaba solo. El PRI retorna y empieza a construir pensando en larga permanencia. Morena desaprovecho su fuerza inicial.

Entonces parece que los partidos mexicanos no saben ejercer el Poder en gobiernos divididos, como tampoco saben construir consensos para forjar acuerdos que se instalen y crezcan bajo la mirada satisfactoria de la sociedad.