Gustavo Ogarrio Julio Cortázar escribió una serie de textos que reunió en el libro “Nicaragua tan violentamente dulce”, con el fin de dar a conocer en Europa las dificultades del triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, así como los problemas para impulsar una reforma educativa en este país centroamericano. Este libro se va borrando paulatinamente de las referencias que se hacen a Cortázar en los últimos años, no es mencionado como parte de sus obras emblemáticas. Tampoco ha sido reeditado, quizás porque los derechos fueron cedidos por el mismo Cortázar al gobierno sandinista en los años ochenta. En este libro se puede encontrar uno de los más significativos gestos políticos de la obra del escritor argentino y uno de sus “cuentos” más importantes en lo que se refiere a la conciencia política de su literatura: “Apocalipsis de Solentiname”. Este texto aparece posteriormente en sus cuentos completos y sirve como ejemplo para aproximarse a la complejidad artística y política de la obra de Cortázar. El narrador Cortázar, testigo invitado que entra clandestinamente a Nicaragua por Costa Rica para presenciar y fotografiar la utopía social y política de la comunidad de Solentiname, territorio liberado por el poeta y teólogo Ernesto Cardenal en plena dictadura de Anastasio Somoza, al regresar a París y sentarse a mirar las fotografías que había tomado en Solentiname de los cuadros hechos por campesinos y mujeres de la comunidad, experimenta el vértigo de asistir al bombardeo que ocurriría más tarde por parte de la dictadura contra la misma comunidad, esto a través de las “mismas” fotos que ya son “otras”: Solentiname se vuelve el símbolo de la barbarie de la dictadura de Somoza, el arrasamiento de las utopías en América Latina, la fragilidad de cualquier proyecto político de liberación.