Yazmin Espinoza / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. “¿A qué huele un campo de rosas? La respuesta no es romántica: apesta a agrotóxicos”. Esta realidad nos muestra el cortometraje dirigido por César Flores Correa, “Un campo que ya no huele a flores”, proyecto que compite este año en la Sección Michoacana del Festival Internacional de Cine de Morelia. En el municipio de Villa Guerrero, Estado de México, floricultores y sus familias conviven con la ilusión de tiempos mejores; mientras tanto, habitan todos los días en un campo que ya no huele a flores... En entrevista para La Voz de Michoacán, César Flores Correa, comparte un poco sobre cómo llegó a esta historia, y se dio cuenta de que era algo que podía trasladarse a la pantalla para que se visibilizara la problemática de todo un pueblo. ¿Qué historia nos compartes en este cortometraje? El corto es una especie de acercamiento al uso desmedido de agroquímicos por el cultivo de Flor en la región de Villa Guerrero, en el Estado de México. Es un poco acercarnos a las consecuencias y problemáticas en la salud de las personas, también en el medio ambiente, por la poca regulación y uso de fertilizantes que son peligrosos para todos. ¿Cómo llegas a esta historia y te das cuenta de que la quieres llevar a la pantalla? Antes de hacer la película, estaba justo en la búsqueda de cuál iba a ser la siguiente, y me encontré con un artículo que publicó Cuarto Oscuro, una agencia de fotografía. La revista tenía un texto con fotografías de Cristopher Rogel Blanquet, que ahora es el productor del documental. Él afortunadamente ya llevaba un par de años trabajando la historia, pero en fotografía fija. Había recibido la beca del Sistema Nacional de Creadores y este año el World Press Photo. Cuando vi sus fotos algo me hizo clic y me surgió la necesidad de proponerle hacer un documental sobre lo que estaba ocurriendo. Él me invitó entonces y facilitó mucho las cosas porque ya conocía a las familias y generado esta intimidad que hace que puedas acercarte y que estas personas te presten tantito de su vida para poder hacer una película. Conocía también la región así que estoy muy agradecido con él y con las personas que aceptaron participar en la película. ¿Cómo consideras ayudó al proyecto tu “visión fresca”? Creo que Cristopher me ayudó mucho con la parte emocional de poder conectar con las personas porque para mí hubiera sido más complicado llegar de la nada con ellos y platicarles la situación. Como ya tenían confianza con él ya lo trataban como un miembro más de su familia y me recibieron excelente. Yo platiqué con él para conocer qué visión tenían y cómo podíamos acercarnos a ellos y así llevar su proyecto “Hermoso veneno”, al documental, que al final de cuentas son acercamientos distintos. Yo me inspiré por su trabajo visual y me sirvió también como referencia para llevar a cabo el documental. En esta búsqueda de historias, ¿cómo te das cuenta de que encontraste una que quieres llevar a la pantalla? Creo que además de la historia, también veo al cine como una manera de acercarme al mundo. Muchas de las herramientas más enriquecedoras que tenemos nos llegan a través de la conversación, a mi me gusta acercarme a nuevas personas y conocer su forma de ver el mundo, cómo piensan y qué opinan sobre ciertos temas. Nos ha pasado mucho que las personas se abren con nosotros y nos platican con cosas que no tienen nada que ver con la película y eso me hace sentir que lo que estoy haciendo vale la pena porque, más allá de la cinta, esa forma de conectar es valiosísima y no ocurriría de otra manera. Eso te nutre como realizador y para mí es como una necesidad que me hace seguir haciendo cine. En su mayoría he hecho documental y justo puede ser un cine que cuenta y visibiliza problemáticas sociales, pero también está esta parte que no está dentro de la película, o al menos tan visible. ¿Qué esperas genere en el público este vistazo a más allá de las flores? Trabajar con documentales es delicado porque, en el momento en el que tomas prestado un momento de personas reales, y los haces película, es difícil porque su vida sigue después de la cinta. Sus problemas siguen cuando la película acaba, de esta manera lo podemos diferenciar de la ficción. Nos daba miedo que se pudiera ver como que estábamos satanizando las flores cuando no es así, son hermosas, y a quién no le gusta que se las regalen, pero la cosa va por la búsqueda de alternativas. El problema es complejo, pero si es necesario se comiencen a buscar alternativas. ¿Cómo te sientes un año más en el FICM? Siempre estoy muy agradecido con el festival porque para mí es no solo proyectar en un festival de gran nivel internacional, sino que es en mi casa. Es muy padre para mí tener aquí a unas cuadras un festival como este. Me da gusto que la gente venga, vea las películas y se generen estas conversaciones entre público y realizadores.