Redacción / La Voz de Michoacán Ciudad de México. Pese a ser una especie nativa de México, hoy China es el principal productor de cempasúchil para uso industrial, con las tres cuartas partes de lo sembrado en el mundo, seguido por India, con un 20 por ciento y Perú con el cinco. “Hace no mucho nuestro país tuvo el liderazgo en ese rubro y hoy ni siquiera figura en el mercado”, expuso Francisco Alberto Basurto Peña, del Instituto de Biología de la UNAM. “Hablamos de una planta económicamente importante por su abundancia en carotenos, los cuales se usan en la industria de alimentos animales para dar color a los huevos y a la carne de pollo, pues si no se agregan estos pigmentos amarillos, la carne de estas aves sería pálida y la yema no luciría amarilla, lo que haría que fueran menos atractivos a los consumidores”. Hoy, en México estos sembradíos abastecen las demandas para la fiesta de Todos los Santos y en eso somos autosuficientes, pero hablamos de un volumen mucho menor al requerido por la industria referida y ello implica una serie de oportunidades perdidas para el país, tanto para generar empleos como riqueza, advirtió el biólogo. Y sin embargo la historia pudo ser distinta —relató—, pues en la última década del siglo XX y en la primera del XXI hubo un boom de producción de cempasúchil y creamos variedades mejoradas a partir de los trabajos realizados en la Universidad de Chapingo y el Centro de Investigación Científica de Yucatán. El resultado fue que por algún tiempo fuimos líderes en la elaboración de harina de cempasúchil. “En el año 2000 sembrábamos alrededor de cuatro mil hectáreas y casi todo era para la industria, no para Día de Muertos. Eso se procesaba, obteníamos colorantes y los vendíamos a farmacéuticas y a fábricas de alimentos para animales. Sin embargo, la compañía asociada a estos desarrollos fue adquirida por una empresa de la India y la producción se movió para allá (por asuntos de mano de obra). Para 2010 sólo dedicábamos 500 hectáreas a estos cultivos”. Lo paradójico —apuntó el encargado de la Colección de Plantas Medicinales del Jardín Botánico de la UNAM— es que estos son recursos generados aquí, los cuales crean mucha riqueza a nivel mundial y de los que México tiene poca participación. Todo ello se explica por el poco apoyo dado al campo. Saberes ancestrales desaprovechados “El cempasúchil no es una flor sino una florescencia, es decir, un agregado, pues cada supuesto pétalo en realidad es una flor y los mesoamericanos lo sabían bien, pues lo bautizaron con una palabra formada por los vocablos cempoal (20) y xóchitl, y no porque esté formada de dos decenas, sino porque como su sistema numérico era vigesimal, ésta era una forma de decir múltiples flores”. Y así como esto —añadió Basurto Peña— también conocían de su utilidad para tratar malestares estomacales, de sus efectos antimicrobianos y de sus características insecticidas y repelentes de hongos, nemátodos y ácaros dañinos para las plantas. Los cronistas dan fe de su presencia en el país desde el siglo XVI y a la fecha sabemos de casi 40 especies en territorio nacional; desde ese punto de vista es un recurso nativo y originario de México. Por lo mismo tenemos a nuestra disposición a sus parientes silvestres y una gama genética suficiente como para impulsar un trabajo biotecnológico y de mejoramiento relevante. Ello propiciaría oportunidades para el campo y menor expulsión de mano de obra a las ciudades, lo cual elevaría el nivel de vida de nuestra población, argumentó. “Y en no lograr esto radica gran parte de nuestro problema, pues solemos decir que somos un país megadiverso y con conocimiento ancestral de estos recursos, pero aprovechamos poco. Esto es resultado de nuestra política de desarrollo y el poco interés de las autoridades en cuanto a nuestra riqueza genética, la cual, bien aprovechada, nos haría avanzar en todos los sentidos”. Con información de unamglobal.unam.mx