Abril García / La Voz de Michoacán Acuitzio, Michoacán. Tras las recientes afectaciones a las condiciones ambientales y a la presencia de empresas trasnacionales, la producción agrícola y ganadera disminuyó considerablemente, lo que podría elevar los costos de la canasta básica. En la comunidad de “La Alhaja”, en el municipio de Acuitzio del estado de Michoacán, se observa un campo vacío y seco, repleto de milpas enanas y de calabazas huecas, como se les conoce. “El campo debe de ser una preocupación de todos, a nosotros nos preocupa porque aquí vivimos, pero el campo es responsabilidad de todos porque damos la comida”, revelaron campesinos a La Voz de Michoacán. Luego de tres años con pérdidas económicas derivadas de desastres naturales, sequías, plagas y otras afectaciones los productores agrícolas expresaron su preocupación por el campo. Sin haber tenido la posibilidad de concretar sus estudios escolares, los campesinos de la comunidad han adquirido los aprendizajes sobre la agricultura y la ganadería de manera empírica, tras haber laborado en estos espacios desde su niñez. Sin embargo, recientemente han experimentado problemáticas insólitas con las que no estaban familiarizados, entre éstas se encuentran plagas resistentes y sequías atípicas, consecuencia de las alteraciones ambientales como lo es el calentamiento global. Entre estas plagas desconocidas para los campesinos están los gusanos cogolleros, picudos y rizofágas, así como el crecimiento desmesurado de las poblaciones de chochos que devoran los cultivos. “Las plagas resultan a causa de los cambios: de meter maíz transgénico, de meter fertilizante, insecticidas que matan insectos benéficos que ayudaban a atacar las plagas. Nosotros nos hemos ido informando a lo que oímos”, explicó el campesino de Acuitzio, Francisco Villaseñor, respecto a la situación actual de sus cultivos. Así mismo, comentaron acerca de las transformaciones recientes que la actividad agrícola atravesó durante estos años en que tuvieron que incorporar sustancias artificiales como insecticidas, abonos y fertilizantes a la par que reemplazaron las yuntas por las máquinas y los azadones por mochilas. “Cuando la milpa está parando orejita le echábamos sulfato revuelto con tierrilla, esas eran cosechas con esa fertilización que le hacíamos, usábamos pura yunta sin maquinaria”, relató Liborio Calderón, el único campesino que aún conserva semillas criollas sin transgénicos. Piden intervención efectiva del gobierno Sobre los apoyos que actualmente les brinda el gobierno, señalaron que son productos con los que no están familiarizados y que frecuentemente no funcionan. “No tenemos garantía ni sobre la semilla ni sobre el fertilizante ni sobre lo que nos vende y nosotros somos quienes perdemos directamente por el resultado de la cosecha”, declaró Francisco. Así mismo, denunciaron el impacto que las huertas de aguacate generan en sus propios cultivos, ya que acaparan el agua mediante cañones y pozos. “Sí nos afectan porque hacen pozos artesianos que acaparan el agua y utilizan cañones antigranizo con silenciadores”, informó Emilio Cortés. Frente a esta situación, los campesinos urgieron dos propuestas dirigidas hacia las autoridades gubernamentales para ayudarles a seguir produciendo alimentos. Una de ellas es la impartición de asesorías generales respecto a estudios de suelo, de clima, de inversión y de sustancias, de manera que puedan aprender acerca de las necesidades agroforestales de sus tierras y de los suplementos químicos que requieren. Todo esto para tener garantía sobre productos, cantidades y sustancias. La otra propuesta es la creación de centros de acopio que les permitan tener un control medido de sus cosechas, una distribución hacia los mercados del estado y una cantidad adecuada de productos químicos para abonar, fertilizar y fumigar. “Sería bueno hacer un centro de acopio. Si vamos a producir maíz ya sea para engordas o para consumo, se necesitan básculas para anotar. Que lleguen camiones que lo carguen, que lo repartan, que lo distribuyen”, manifestó Francisco. Exhortan a las autoridades competentes a que les den inversiones para poder costear los costos de producción de los alimentos, ya que esta situación de pérdidas en sus cosechas los lleva a vender sus animales de ganado, endeudarse con los vendedores de abono y disminuir su calidad de vida. Esta problemática incluso podría llevarlos a abandonar sus huertas en la búsqueda de empleos en otros sitios seguros, pasando de ser productores a consumidores. Sin embargo, por la estima que les tienen a sus tierras, los campesinos aseguraron que pese a las condiciones de precariedad no las abandonarían. “El campesino se muere en la raya: no deja sus tierras”, expresaron. Sergio Maravilla, productor mezcalero y aguacatero, comentó acerca de las repercusiones que estas problemáticas tienen no solamente para las zonas rurales, sino para las ciudades en general, ya que se elevarán los costos de la canasta básica. “No solamente se vio afectada la producción, sino el incremento de los costos del maíz, los costos del frijol, los costos de la tortilla”, narró el compañero de los campesinos. Si la actividad agrícola no se impulsa, podríamos enfrentarnos con una situación alarmante, en la que los costos de la canasta básica se eleven debido a la escasez de productos y a la presencia de empresas transnacionales. En esta comunidad, los productos que actualmente están en riesgo son la avena, la cebada, el maíz, el frijol, la calabaza y el trigo, los cuales son indispensables dentro de la gastronomía mexicana. “Estamos luchando desamparados y el campo es el que da la comida. Si le pusieran más atención al campo la economía del país o del estado crecería”. Campesinos de Acuitzio.