El litio, el nuevo oro blanco que es clave en la transición energética global

El litio se ha convertido en uno de los metales más codiciados en la actualidad, principalmente en la manufactura de baterías de todo tipo debido a su gran capacidad para el almacenamiento de energía.

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EFE / La Voz de Michoacán

América Latina es un actor importante en la producción mundial de litio, ya que alrededor del 60 % del metal identificado se encuentra en Bolivia, Argentina y Chile.

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Se prevé que la demanda de litio se multiplique por 40 en las próximas dos décadas debido a la transición energética hacia las energías renovables y la electromovilidad.

El litio es un metal blando, de color blanco plata y químicamente reactivo. Es el elemento sólido más ligero de la naturaleza, su densidad es la mitad de la del agua.

Cuenta con el potencial electroquímico más alto de todos los metales y una notable conductividad eléctrica y térmica.

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El litio, que deriva de la palabra griega lithos (piedra), se encuentra presente en muchos minerales, principalmente en la espodumena, la ambligonita, la lepidolita y la petalita.

Hasta la fecha solo dos procesos de obtención han resultado factibles económicamente: en salmueras y en pegmatitas.

Es un elemento abundante en la Tierra. Existen reservas muy repartidas en diferentes zonas del mundo. Sin embargo, la magnitud de algunas de ellas está por determinarse con precisión y la mayoría no están explotadas.

La dificultad estriba en la década necesaria para poner en marcha una planta minera para el proceso de extracción.

El litio, tercer elemento de la tabla periódica, fue descubierto en 1817 por el químico sueco Johan August Arfwedson, que lo encontró en una mina de petalita de la isla Utö (Suecia).

Posteriormente William Thomas Brande y Humphrey Davy lograron aislarlo mediante electrólisis del óxido de litio.

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En 1923 la empresa alemana Metallgesellschaft comenzó a sintetizarlo a escala industrial, pero no fue hasta la Guerra Fría cuando tuvo un papel significativo por su utilización en la carrera armamentística.

Pero la actual importancia económica del metal se remonta a la década de los noventa, cuando la multinacional japonesa Sony lanzó al mercado la primera batería recargable de iones de litio.

Desde entonces, su principal uso se concentra en la manufactura de baterías, donde ha sustituido al níquel, y en toda clase de dispositivos, especialmente en el mercado de la automoción.

El litio en América Latina América Latina es un actor mundial privilegiado en torno al litio, con una gran especialización en los procesos de extracción y la producción de compuestos.

El acelerado crecimiento de la demanda del mineral, vinculado con la transición hacia las energías renovables, ha abierto oportunidades en la región.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), América Latina alberga cerca del 60 % del litio identificado en el mundo.

Las mayores reservas se encuentran en el denominado "triángulo del litio", una zona de los Andes conformada por Argentina, Chile y Bolivia.

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El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) estima que en 2022 había 86 millones de toneladas identificadas. Bolivia alberga 21 millones, el 23,7 % del total mundial, Argentina 19,3 millones (21,5 %) y Chile 9,6 millones (11,1 %).

Los principales yacimientos de Argentina están situados en las regiones de Salta, Catamarca y Jujuy, los de Chile en el Salar de Atacama y los de Bolivia en la zona del Salar de Uyuni.

Asimismo, Brasil, México y el Perú, con depósitos menos extensos, tienen posibilidades de desarrollar una importante producción.

Respecto a la producción, América Latina participa de un tercio del total. En 2021, Chile representó el 25 % del total mundial, Argentina el 6 % y Brasil cerca del 1 %.

El Congreso "Litio América Latina", celebrado en Buenos Aires (Argentina), reunió a participantes de todo el mundo con el objetivo de crear redes de alto nivel entre las principales empresas productoras, los gobiernos, los proveedores de tecnología y distintos inversores internacionales.

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El mayor desafío al que se enfrentan los países latinoamericanos es de índole económica por la dificultad para extraer el litio con éxito y rentabilizar su industria.

Aunque sean productores, la mayor parte de los beneficios proceden de una larga cadena de valor que se encuentra principalmente en países asiáticos.

Elemento estratégico

El litio se ha convertido en uno de los metales más codiciados en la actualidad, por ser indispensable para la fabricación de baterías recargables de los vehículos eléctricos y de los equipos electrónicos portátiles, debido a su gran capacidad para el almacenamiento de energía.

Este elemento es estratégico porque es esencial para el desarrollo de la movilidad eléctrica a gran escala, en una economía en plena transición energética, donde prima sustituir a los combustibles fósiles.

Pero, además, está considerada una de las materias primas críticas a nivel global, ante el riesgo en el suministro, ya que China controla la producción.

Los recursos de litio identificados aumentaron de 53 millones de toneladas en 2018 a 89 millones de toneladas en 2022, de acuerdo con el informe del USGS.

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), se prevé que la transición energética mundial multiplique por 40 la demanda de este recurso de aquí a 2040.

La creciente demanda experimentada en los últimos años ya había provocado que la tonelada subiese desde los 450 dólares que costaba a principio del siglo XXI hasta los 86.000 dólares en 2022.

Sin embargo, el precio se desplomó cerca del 50 % a principios de 2023 debido principalmente a la desaceleración de la venta de coches eléctricos de China por el fin de las políticas de subvenciones.

La bajada del consumo confluyó con la acumulación de carbonato e hidróxido de litio debido a la mayor capacidad de producción de los últimos años, lo que desembocó en una caída del precio, que en octubre de este año se situaba por debajo de los 22.000 dólares.