La educación al 2 de julio

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Apenas amanecía cuando sonó el despertador. José se levantó ágilmente de su cama. Miró al frente y encontró su lustroso uniforme escolar, limpio y listo para usarse.  Tomó presuroso su mochila, el desayuno que estaba sobre la mesa y partió a la escuela de su barrio.

Llegó al plantel y el director lo esperaba en la puerta. Entró a las instalaciones, que eran dignas, pulcras y acordes a la normatividad. Los maestros de esa escuela, año tras año reportaban un cien por ciento de cumplimiento del programa de estudios y del calendario escolar. Ese lunes dos de julio no sería una excepción. José tuvo clases normales y su maestra aprovechó para fortalecer el aprendizaje en los temas más complicados del ciclo escolar, especialmente comprensión lectora y matemáticas.

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En la misma ciudad, pero en otro rumbo, Pablo despertó y no encontró lo necesario para ir a la escuela: no había uniforme, ni útiles escolares listos para ser usados. Yacían arrumbados en un rincón del closet.

En su casa, si bien había de desayunar, estaban sus hermanos frente al televisor jugando videojuegos. Resignado, se sienta a esperar su turno para entablar un combate virtual.  El ciclo escolar terminó desde hace más de una semana y los cursos de verano aún no comienzan siquiera. Se acumularán días sobre días perdidos en su biografía.

Su hermano Juan, cuatro años mayor que él, le recuerda a Pablo que cuando cursó sexto de primaria, en la misma escuela pública, al dos de julio ya llevaba mes y medio de vacaciones. Remarca que, si bien, en el plantel hicieron clausura anticipada, al menos ya no se terminan las clases el quince de mayo.

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Juan platica a su hermanito que, cuando él ingresó a primero de primaria, las clausuras escolares se hacían el día de su santo, el 24 de junio, cuando venían esas personas vestidas de negro y rojo a tomar el micrófono, a leer un documento larguísimo que se llamaba minuta y a pedirles a todos los presentes que cantaran una canción de la que solamente recuerda un letánico“venceremos, venceremos”. Hoy en día, de cuando en cuando, los rojinegros reaparecen en las aulas, para decirles a niños, padres de familia y maestros por igual,  que el gobierno represor, los explota y les manda más días de clases para convertirlos en robots al servicio de gringos y europeos.

Entre las vivencias de José, Pablo y Juan hay una delgada línea que apenas separa lo posible de lo indeseable, lo improbable de lo imparable, del pasado irrecordable y del horizonte posible al que podemos aspirar.

A pesar de quienes no lo consideran favorable a sus intereses, la educación debe seguir su marcha el dos de julio y siempre. No evolucionar es retroceder.

Por ello, informémonos bien para discernir la diferencia entre el pasado, el presente y el futuro; para poder preparar los guiones de las historias que vivirán nuestros hijos y actuar en consecuencia.

Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles