Arved Alcántara / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán.- El Templo de San Francisco, ubicado en el corazón del Centro de Morelia, se considera una joya arquitectónica que refleja la rica historia y herencia cultural de la región. Iniciada su construcción en el siglo XVI y finalizada en el XVIII, la imponente estructura presenta un estilo barroco destacando por su fachada esculpida en cantera rosa. El interior del templo deslumbra con retablos dorados y obras de arte sacro. Anexo al templo se encuentra el exconvento de San Francisco, que actualmente alberga la Casa de las Artesanías, exhibiendo tesoros de artífices michoacanos en diversas ramas y técnicas. Ambos, el templo y el exconvento, forman parte de la zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este sitio se ha vuelto emblemático en Morelia: es referente religioso donde miles de familias acuden a consolidar su fe cada fin de semana, pero también es un escenario vibrante para eventos culturales y celebraciones religiosas a lo largo del año en su plaza, la Valladolid. El Templo de San Francisco es casi un testamento viviente de casi cinco siglos de historia. El consenso general lo reconoce como la primera iglesia construida en la ciudad, y su impacto perdura hasta hoy siendo la más concurrida. De acuerdo con historiadores, se argumenta que el Templo de San Francisco y el Exconvento de San Buenaventura constituyen los edificios más antiguos de Morelia. En 1531, los Franciscanos llegaron al Valle de Guayangareo, y para 1543 ya habían erigido una modesta capilla de adobe. Este acto inicial marcó el comienzo de la construcción de la ciudad, evolucionando hacia la culminación del templo en 1610, erigido con materiales resistentes de cantera rosa. Esta estructura se mantiene como el conjunto de arquitectura religiosa más antiguo de la ciudad, según registros y fuentes históricas. Respecto a los primeros años de funcionamiento, Ramírez Romero detalla que el templo de San Francisco, como todos los templos, fue construido para enseñar la nueva religión que trajeron los españoles y para celebrar actos religiosos. En torno al templo-convento se congregaron indígenas y se les enseñó a leer y escribir, así como las artes y oficios de la cultura española. A lo largo de los siglos, el Templo de San Francisco ha sido un testigo presencial de momentos cruciales en la historia moreliana. Incluso su torre, que permaneció inconclusa hasta 1948, ganó el apodo de San Francisco Torres-mochas. Las Leyes de Reforma de 1859 impactaron el conjunto, cerrando el cementerio adyacente y dando paso a la Plaza de la Constitución, que, en 1971, asumió oficialmente el nombre de Plaza Valladolid. La fachada del templo revela una puerta arqueada y una ventana del coro con la escultura más antigua de la ciudad, la Virgen con el Niño; “esta escultura en piedra es la más antigua de la ciudad; la fachada es bella porque tiene unidad y armonía entre sus elementos”, de acuerdo con Ramírez Romero. La columnata que enmarca estos elementos resalta la importancia del edificio. A pesar de acercarse a su quinto centenario, este conjunto de edificios mantiene su vitalidad en la cotidianidad moreliana. El exconvento alberga actualmente la Casa de las Artesanías de Morelia, mientras que la Plaza Valladolid es un socorrido punto de encuentro tanto para la celebración de la misa los domingos como para actividades recreativas durante toda la semana. Este rincón emblemático, que ha evolucionado a lo largo de la historia, sigue siendo uno de los lugares más queridos y activos de la capital michoacana.