Tareas imperiosas en salud mental

La preocupación sobre la Salud Mental (SM) de los jóvenes, no es privativa de Gran Bretaña, aunque ellos la demuestran con estudios epidemiológicos. La Organización Mundial de la Salud, también ha externado su voz de alarma en la misma dirección, en este caso, de todo el mundo.

DESDE EL PSICOANÁLISIS

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Antonio Hernández

Tres notas recientes, son motivo de reflexión para el psicoanalista y lo empujan a compartir sus inquietudes, con los amables lectores.

La primera, hace dos semanas, decía. “Los niños perdidos necesitan ayuda o se irán a los extremos” (Hague, W. en: Times, 18/III/2024). En ella quien fuera Secretario del Exterior de Gran Bretaña, cavilaba alrededor de lo siguiente:

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“Cada vez hay más pruebas, de que una minoría significativa de hombres jóvenes, que suman millones en un país del tamaño de Gran Bretaña, se sienten excluidos, en desventaja, inseguros de sus perspectivas y recurren a ideas perturbadoras. En palabras de Richard Reeves, en un interesante libro titulado “Of boys and men”, necesitamos “una visión positiva de la masculinidad que sea compatible con la igualdad de género”.

Ciertamente es urgente y cada vez está más claro que las sociedades que no encuentren esa visión pagarán un alto precio en antipatía, extremismo, frustración y miseria.

El párrafo integra una serie de cuestiones con relevancia; en primer lugar, se refiere a una legión de jóvenes en desventaja, que se puede aplicar a México, por falta de oportunidades de educación, empleo, salud y esparcimiento. Aquí, se sabe que pueden caer en drogadicción, delincuencia, prostitución, ideas populistas, vandalismo, grupos guerrilleros y lo peor, ser parte del crimen organizado. Los programas sociales, precisan más amplitud y eficiencia.

Luego, la visión positiva de la masculinidad, compatible con la igualdad de género, que tiene que ver con una autoimagen proactiva, productiva, asertiva del hombre, que respeta, considera, da su lugar y escucha las palabras de las mujeres, para trabajar en equipo, en beneficio de sus familias, su comunidad y su sociedad.

En fin, el alto precio en antipatía, extremismo, frustración y miseria, es un reto para aquellos Estados, que fracasen en el intento de ofrecer beneficios a esos millones de hombres jóvenes; por todo ello, urge la aparición de líderes, modelos de rol con valores, solidez, energía, encanto y dueños de un lenguaje propio de la juventud, que arrasen con los especímenes del crimen, la farándula, las drogadicciones, la prostitución, la politiquería y el vandalismo; todos ellos, ídolos de pies de barro.

La segunda observación (Whitworth, D. Times, 27/II/2024), afirmaba: “las personas de veinte años tienen más probabilidades de sufrir un trastorno mental, que cualquier otro grupo de edad y tienen más probabilidades de estar deprimidas, que las personas de cuarenta y más años: “Jóvenes, ansiosos y de baja por enfermedad: ¿por qué tantos veinteañeros no trabajan?”

La preocupación sobre la Salud Mental (SM) de los jóvenes, no es privativa de Gran Bretaña, aunque ellos la demuestran con estudios epidemiológicos. La Organización Mundial de la Salud, también ha externado su voz de alarma en la misma dirección, en este caso, de todo el mundo.

En efecto, casi todos los países miembros de la ONU exhiben escasos presupuestos dedicados a la SM. México no es la excepción, como puede apreciarse en las siguientes cifras: “3 mil 724.5 m.d.p. para SM equivalentes al 1.3 por ciento del presupuesto total para salud de la población, sin seguridad social” (Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, 9/X/2023).

Si el número de personas sin seguridad social es de unos 50 millones de personas (El Economista, 18/X/2023), el gasto en SM es equivalente a ¡0.000074 pesos por persona! Hacen falta adjetivos que califiquen una cifra así, orientada a la SM. Y lo peor del caso es que -desde la pandemia-, Aumentó la casuística de ansiedad, depresión, violencia familiar, desempleo y abuso de sustancias.

El problema con un presupuesto de SM mínimo es que la mitad del mismo se asigna para camas de hospital. Es significa que 85 por ciento de las personas con algún padecimiento mental, no reciben atención y quienes la reciben, tardan desde 7 hasta 30 años en recibirla. O sea, nimio tratamiento y cero prevención.

La tercera información, (Kisner, J. New York Times, 22/I/2024), avisaba: “Durante seis terribles meses, profesores y administradores del Instituto Politécnico de Worcester asumieron el papel no oficial de consejeros durante una oleada de suicidios en el campus.”

En efecto, desde el inicio de la pandemia en marzo y hasta noviembre de 2021, esa institución, se vio sometida a una espantosa acumulación de suicidios entre su alumnado. Por ello, maestros, administradores y casi todo el personal, tuvo que asumir el rol de cuidadores de la SM, para hacer frente a tal calamidad.

En este último caso, la doble problemática inédita: una peste mortal y una epidemia de suicidios, tomaron por sorpresa a un plantel absolutamente impreparado.

La reflexión que comparte el autor de estas líneas, con el público, es que debe cesar la indolencia hacia la SM: El estigma, los sufrimientos, la baja productividad y el enorme costo social que significan, exigen enérgicas medidas que cambien la situación. El Estado, las instituciones y la sociedad, deben actuar sin demora.

Email: jah@ucol.mx