AP / La Voz de Michoacán. El papa Benedicto XVI prometió su "reverencia y obediencia incondicionales" a su sucesor en sus palabras finales a los cardenales el jueves, una despedida conmovedora y poderosa horas antes de que se convierta en el primer papa en renunciar en 600 años. En una alocución imprevistaa en la Sala Clementina del Vaticano, adornada con frescos, el pontífice pareció tratar de restar importancia a preocupaciones sobre posibles conflictos a consecuencia de la peculiar situación de que existan a la vez un papa en funciones y otro retirado. También emitió varias instrucciones finales a los "príncipes" de la Iglesia que escogerán a su sucesor, exhortándolos a ser más unidos cuando se reúnan para escoger al 266to líder de los 1.200 millones de católicos del mundo. "Que el Colegio Cardenalicio funcione como una orquesta, con diversidad —una expresión de la Iglesia universal— que siempre apunte a un acuerdo superior y armonioso", dijo. Fue una clara referencia a las profundas divisiones internas que han salido a relucir en meses recientes tras la publicación de documentos sensibles del Vaticano que expusieron batallas por el poder y alegaciones de corrupción en la Santa Sede. El momento fue tan singular como la decisión de Benedicto XVI de retirarse. El papa de 85 años, con su capa de terciopelo rojo y con un bastón, se despidió de sus asesores más cercanos y de los cardenales, quienes se inclinaron a besar su anillo del pescador por última vez. Algunos parecieron emocionados en ese momento, pero por lo demás pareció ser una actividad normal, en que los cardenales conversaban en los laterales mientras esperaban su turno para decirle adiós. Benedicto XVI dijo que oraría por los cardenales en los próximos días mientras discutan los temas que enfrenta la Iglesia, las cualidades que son necesarias en un nuevo papa y sus preparativos para incorporarse el cónclave secreto para elegirlo. "Entre ustedes está también el futuro papa, a quien hoy prometo mi reverencia y obediencia incondicionales", expresó Benedicto XVI en su última audiencia. La decisión del papa de retirarse a vivir en el Vaticano, a que lo llamen "papa emérito" y "Su Santidad" y de vestir la sotana blanca asociada con el papado, ha profundizado las preocupaciones sobre la sombra que pudiera proyectar sobre el próximo papa. Pero Benedicto XVI ha tratado de aliviar esas preocupaciones durante las últimas dos semanas, expresando que una vez retirado estaría "oculto del mundo" y llevaría una vida de oración. En su última alocución en la Plaza de San Pedro el miércoles, dijo que no regresaba exactamente a la vida privada, sino a una nueva forma de servicio a la Iglesia mediante la oración. El vocero vaticano, reverendo Federico Lombardi, dijo que el juramento de obediencia del pontífice era congruente con su intención de "explicar cómo piensa vivir esta situación sin precedentes de papa emérito". "No tiene intenciones de inmiscuirse en la posición o las decisiones o la actividad de su sucesor", dijo Lombardi. "Pero, como cualquier otro miembro de la Iglesia, dice que reconoce la autoridad del pastor supremo de la Iglesia que será elegido para sucederlo". La cuestión de la obediencia al papa es importante para Benedicto. En su último documento legal, incluyó disposiciones nuevas para que los cardenales juren públicamente su obediencia al nuevo papa en su misa de entronación, además del juramento privado que formulan tradicionalmente en la Capilla Sistina poco después de la elección. El jueves poco antes de las 17, Benedicto XVI abandonará el palacio por última vez como pontífice, se dirigirá al helipuerto en lo alto de la colina en los jardines del Vaticano y se trasladará al retiro papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma. Allí, a las 20 en punto, Benedicto XVI se convertirá en el primer pontífice en renunciar en 600 años. Las puertas del palazzo se cerrarán y la Guardia Suiza, el servicio de protección del líder de la Iglesia Católica, se retirará a sus cuarteles, por ahora. Se espera que el lunes los cardenales comiencen a reunirse para fijar la fecha del cónclave. La decisión de Benedicto XVI ha sido recibida en lo fundamental con aprobación y comprensión. Los cardenales, funcionarios del Vaticano y católicos de a pie lo han apoyado en reconocimiento de su falta de fuerzas y la necesidad de la Iglesia de tener un líder más fuerte. Pero el cardenal de Sydney, George Pell, ha causado un embrollo al expresar abiertamente que la renuncia ha sido "ligeramente desestabilizadora" para la Iglesia. En una entrevista con la Radio ABC de Australia, Pell señaló que el propio Benedicto XVI ha reconocido el cambio en la tradición; Benedicto XVI dijo el miércoles que entendía que su decisión era no sólo grave, sino también "una novedad" para la Iglesia.